Núria Cadenes (Barcelona, 1970) ha convertido en materia literaria las vicisitudes de una red de evasión de los años 1940 en la Cerdanya. Los detalles los conocía bastante bien, pues la historia está inspirada en un tío abuelo suyo que era cura. Durante la II Guerra Mundial, el nazismo hace que miles de personas se vean obligadas a huir de Europa y lo tienen que hacer en muchas ocasiones a través de los Pirineos, para acceder a puertos y abandonar el continente para salvarse del exterminio. La Catalunya Nord se convierte en escenario de un movimiento de solidaridad integrado a menudo por gente corriente. Estos son los protagonistas que pueblan ahora las páginas del libro Qui salva una vida (Proa) de Cadenes, con el que ha obtenido el VII Premi Proa de Novel·la. En esta entrevista con ElNacional.cat, la autora reivindica la historia de su novela como un homenaje a la bondad de unas personas que no hicieron lo que hicieron pensando en réditos personales sino empujadas por un espíritu loable de humanidad, la misma que en el mundo actual puede parecer que va a la baja. Cadenes se resiste a pensar que esto sea así.

'Quien salva una vida' parte de una historia familiar. ¿Cómo llegó a este proyecto? 
Es una historia que conocía de casa, que es conocida y que han contado los historiadores. Siempre había tenido sobre la mesa la carpeta de mossèn Joan, y un día empecé a escribir. Cuando trabajaba de periodista, había hecho algún reportaje y había hablado con algunos de los protagonistas, que salen en la novela.

Con uno de los personajes principales, que es mossèn Joan, tuvo un contacto directo.
Sí, era mi tío abuelo. 

¿Recuerda que él explicara la historia?
No le había oído nunca explicar nada. No sé si hablaba con mi abuela o con mis padres; claro que yo era pequeña. Y esta también es una característica de este tipo de personas, que he convertido en personajes para ponerlos dentro de la novela. No lo iban predicando, y aquí radica también parte de su grandeza. Hicieron lo que hicieron, no para que les aplaudiéramos ni para poder contarlo. No lo hicieron porque nadie, en aquel momento, les estuviera mirando y dijera: "Qué bien que lo haces, bien hecho, esto es justo". No: lo hicieron.

Núria Cadenes, autora de 'Qui salva una vida' / Foto: Carlos Baglietto
Núria Cadenes, autora de 'Qui salva una vida' / Foto: Carlos Baglietto



¿Y de dónde cree que salía esa voluntad?

Es un sentido primigenio de humanidad o del deber, de hacer lo que es correcto o, una vez has visto determinadas cosas, de no poder permanecer indiferente y tener que tender una mano y ayudar a otra persona. En muchos de estos casos, es un cúmulo de circunstancias o, simplemente, el hecho de decir: pasa esto y tenemos que hacer algo. Y casos así los hay muy a menudo en la historia de la humanidad. Quedarte sin hacer nada también es hacer. Si no ayudas a alguien, ese no ayudar no es mantenerte al margen, sino justamente tomar partido en contra de la víctima. Entonces, estas personas, por motivos diversos, fueron configurando en la Cerdanya una red para ayudar a fugitivos del nazismo, conformada por personas muy diferentes. Esta es también la gracia, la grandeza de la gente normal y corriente. Cuando digo gente normal y corriente no lo digo para empequeñecerlos, sino justamente para mostrarnos la fuerza que tenemos la gente normal y corriente.

 

 


En diversas entrevistas reitera que al final es una novela sobre la bondad. ¿Se planteó desde el principio hacer una novela sobre la bondad o te llevó a ello la historia?

Sí, es más bien eso. Porque, cuando me puse a ello, era la historia de mossèn Joan. Era a quien yo conocía, a quien quería y quiero, y de quien quería hacer una novela. Lo que pasa es que después, a medida que haces una novela, ella también se hace; al menos en mi caso, no lo tengo todo cerrado de entrada: tengo intuiciones, historias, cosas, pero, a medida que avanza, ella misma se determina. Entonces fui viendo que eran personas que hacían actos de bondad. Un día, en un acto, oí a Carlos Zafón decir que, literariamente, era más difícil escribir sobre la bondad que sobre la maldad. Y tiene razón, porque nos atrae más la maldad que lo azucarado, nos atrae más el conflicto. Había, pues, este reto de escribir sobre la bondad sin caer en algo cursi, en el exceso de azúcar. Eso también me hizo pensar que era una injusticia. A mí me gusta la banda oscura, literariamente, pero también es una injusticia que solo nos fijemos en esta vertiente de la humanidad, especialmente a la hora de escribir. Siempre es un reto interesante intentar superarlo.

Entrevista Núria Cadenes, llibre 'Qui salva una vida' / Foto: Carlos Baglietto
Núria Cadenes, Premio Proa de Novela con 'Qui salva una vida' / Foto: Carlos Baglietto


En la novela profundiza más en los personajes bondadosos que en los otros...
En todo caso, no es una novela de luz: suceden cosas, y suceden cosas de muchas tonalidades porque, además, hablamos de la Segunda Guerra Mundial, de la persecución de los nazis. Es un momento terrible de la humanidad en Europa y, por lo tanto, no se podía obviar, porque no se habría explicado la historia y porque tampoco lo quería hacer. Me gustan los tonos, las aristas, no hacer ni situaciones ni personajes monolíticos. La atención de la novela recae más en estos otros personajes porque se intenta hacerles un poco de justicia. La mayoría de los personajes de la novela beben de personas reales y los hechos también surgen de hechos reales. La intención es que conozcamos lo que hicieron y sus nombres. Al fin y al cabo, la literatura nos ofrece esta posibilidad: que determinadas historias o personajes tengan una pervivencia más larga que la simple existencia humana.

 

 

¿Es una novela que también puedes leer interpretándola con un ojo puesto en la actualidad de un mundo donde parece que la bondad ha desaparecido? 
No ha desaparecido, aunque nos lo digan. Querrían, ¿verdad? O querrían que nos lo creyéramos. Y que nos sintiéramos solos, desamparados, encerrados en una habitación a oscuras, preguntándonos: ¿qué es este ruido?, ¿ahora quién viene? Es terrible vivir así, qué vida tan triste, desesperada, desesperanzada, sin ninguna esperanza ni ninguna confianza. ¿Por qué deberíamos aceptar vivir así, cuando en realidad no es cierto? A la hora de la verdad pasan cosas terribles, lo sabemos, pero también pasa esto: gente que se da la mano para salir del barro o para salvar la vida de otro. Y lo hacen para salvar la vida de otro, sin saber quién es ese otro. Y esto, ¡caramba!, esto lo hacemos. Si lo negamos, primero, no describimos la realidad: es mentira. Negar que los humanos hacemos esto es obviar una realidad y, por tanto, no entender qué nos rodea. Y es una injusticia, pero también nos hace débiles ante la vida, ante las cosas que nos pueden pasar. Entonces, no deberíamos resignarnos. En la vida nos pasan cosas, y nos pasan cosas terribles, pero también somos dueños de nuestros actos. Somos determinados por el tiempo que vivimos, por el lugar donde vivimos, por las creencias, pero también tenemos capacidad de decisión sobre nuestros actos. Y esto no deberíamos dejar que nos lo quiten.

Entrevista Núria Cadenes, llibre 'Qui salva una vida' / Foto: Carlos Baglietto
'Quien salva una vida' explica la historia de una red de evasión en la Cerdanya. / Foto: Carlos Baglietto



¿Qué trabajo de documentación ha tenido que hacer?
Básicamente, he ido recopilando historias que conocía, que me han explicado en casa; documentos del Archivo de la Cerdanya; libros sobre los pasadores y, en concreto, sobre la red de mossèn Joan, o la del mossèn Ginoux de Dorres, o de otros personajes, como Melitó Sala y Dolors Sala. He ido sacando historias, convirtiéndolas, o cogiendo fragmentos y transformándolos en escenas o capítulos. También he consultado hemerotecas y he investigado cosas tan pragmáticas como saber a qué hora pasaba el auto de línea y no meter la pata…

El trabajo con la lengua se nota especialmente en el libro. ¿Había esta voluntad de adecuación?
Escribir una novela es, para mí, ponerme al servicio de la lengua catalana y, al fin y al cabo, si a veces me pregunto por qué escribo, pues mira: por la lengua, por el catalán, no sé cómo decirlo. Entonces intento que este trabajo esté siempre y hacerlo tan cuidadosamente como sea posible, y de la manera más adecuada a cada novela. En este caso, además, había este pequeño homenaje a la variante de la Cerdanya, que conozco por la familia y por el tiempo que he estado allí, y he intentado ponerle el tono para que la gente de allí se reconozca y para que la gente que no es de allí reconozca el catalán que se habla allí.