Fue David Verdaguer, el actor, quien me la recomendó. Acabábamos la entrevista que le hicimos con motivo del estreno de Empezar, el espectáculo que estos días lo lleva cada noche al escenario de la sala Villarroel, y le pregunté que, sabiendo que es un buen lector, qué estaba leyendo. Verdaguer se colocó bien las gafas y me respondió que días atrás había ido a la Setmana Catalana de Llibre en Català  y que se había comprado una novela que había devorado en un fin de semana: "Se llama Mars del Carib, un libro de unos tíos de Sant Andreu que se pasan todo el día en un bar metiéndose rayas de coca".

-¿Una especie de Transpotting a la catalana?, le respondí.

-Eso mismo. Es una definición de puta madre.

-¿Quien es el autor?

-Es de un escritor que se llama... Joder, no lo recuerdo. Creo que se llama Sergi... Sergi No-sé-qué.

El autor se llama Sergi Pons Codina y la novela, efectivamente, se titula Mars del Carib. Es su carta de presentación. Su obra de debut. La publicó el año 2017 a través de Edicions 1984. Y sí, nos explica una historia que se encuentra en algún lugar entre el Trainsportting d'Irvine Welsh, Miedo y asco en Las Vegas de Hunter S. Thompson, La conjura de los necios de John Kennedy Toole, Rompepistas de Kiko Amat e Historias del Kronen de José Ángel Mañas. Vaya, literatura lisérgica hasta las cejas de drogas y alcohol.

Justamente este es uno de sus grandes atractivos, ser uno de los pocos ejercicios en catalán que toma las formas más rotas de la literatura de las últimas cinco décadas. Hay una excitación un punto perversa que te recorre la columna vertebral al leer en una misma línea las palabras 'gamarús', 'birra' y 'cocaína'. Porque nosotros los catalanes además de ser homenots, también podemos ser idiotas y drogarnos hasta perder el control.

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Mars del Carib, una novela punk borracha y drogadicta. Foto: EFE

Asociales, bebidos y drogadictos

"No era extraño que nos atrajera la idea de entrar en un bar de delincuentes". En Mars del Carib no pasa casimasa y nada es extraordinariamente extraordinario: un grupo de jóvenes asociales del barrio de Sant Andreu se encuentran cada día en un bar que es un como estercolero, el Mars del Carib que da título a la obra, donde se encuentran con otros asociales, crápulas y delincuentes como ellos. Allí, un negocio regentado por un antiguo marinero que se cansó de ver mundo y que ahora mantiene el local como tapadera para la venta de narcóticos, se pasan los días bebiendo y drogándose hasta perder el sentido. Ya está.

Las pocas veces que salen del bar, sus aventuras, dignas de un Ignatius J. Reilly surgido de la mente perversa de Irvine Welsh, acaban en ultraviolentas peleas multitudinarias animando, es un decir, al equipo del barrio: "alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual". Verdaderos desperdicios humanos. Y si no perdiendo el sentido vagando por la ciudad o perdidos enb la momntaña sagrada de Montserrat, porque van drogados y bebidos hasta las cejas. Y a veces, de hecho la gran mayoría de las veces, las dos cosas al mismo tiempo.

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Mars del Carib, primera novela de Sergi Pons Codina y un clásico del Revers. Foto: Oriol Rodríguez

Contra todo y contra todo el mundo

Pero no nos dejemos llevar por las apariencias. Tras esta primera pátina desfasada y pasada de rosca, la primera novela Sergi Pons Codina tiene varias virtudes. La primera de ellas, como ya hemos comentado, la modernización del catalán en la literatura. Pons Codina cuida el lenguaje, pero no rehúye pervertirlo con el habla de la calle. De la misma manera que, tras las demenciales y psicotrópicas epopeyas de Blai y sus amigos, a lo largo de sus 288 páginas hay un discurso exquisitamente elaborado de denuncia contra la sociedad actual y sus abusos, del mercado laboral a la especulación urbanística, a través de los designios y principios del sistema capitalista. Una novela punk contra todo el mundo y contra todo.

Tres años después de Mars del Carib, Sergi Pons Codina publicó Días de ratafía (2017), también a través de Edicions 1984, y  el 2020 Mal bon pare con Amsterdam Llibres. Dos clásicos más del Revers que no tendríais que dejar de leer, que siempre será mejor que drogaros y emborracharos.