París, 11 de septiembre del año 878. Hace 1.143 años. El rey Luis II ―llamado el Tartamudo―, séptimo monarca de la dinastía carolingia y segundo rey de la Francia surgida de la división del Imperio de Carlomagno, nombraba al magnate Wifredo nuevo conde de Barcelona. Wifredo, que ya era conde de Urgell y de Cerdanya, relevaba a Bernardo de Gotia, que había sido cesado por su participación en una revuelta contra el poder central. Durante siglos, a Wifredo se le atribuyó el origen de las barras de sangre sobre un campo de oro que forman la bandera catalana. Y esta gesta lo colocaría en el lugar más destacado del imaginario nacional catalán. Pero la investigación historiográfica moderna ha demostrado que el conde Wifredo no fue el creador de la senyera. No obstante, sería una personalidad primordial en el proceso de formación nacional de Catalunya.

Los condes Guifré II y Sunyer I (hijos de Guifré) y Miró I y Borrell II (nietos de Guifré). Fuente Rollo de Poblet

Los condes Wifredo II y Suniario I (hijos de Wifredo) y Miró I y Borrell II (nietos de Wifredo). Fuente: Rollo de Poblet

¿De dónde venía Wifredo?

Wifredo era hijo de una familia de magnates del territorio, descendientes del gran éxodo indígena que, durante la invasión árabe (714-723), se había refugiado en el reino de los francos y que se había mezclado con la población de la tierra de acogida. Aquel éxodo volvió con la recuperación carolingia del territorio (Nimes, Narbona y Carcasona, el 759; Elna y Empúries, el 783; Girona, Llívia y la Seu d'Urgell, el 785; y Barcelona, el 801); y sus élites ―herederas de las oligarquías del exilio― se convirtieron en la nueva clase dominante de aquella Catalunya primigenia: funcionarios que ejercían el poder delegado (político y militar) de la monarquía carolingia francesa como condes o como vizcondes. Wifredo era un producto de este fenómeno histórico: era hijo del conde Sunifredo de Cerdanya y era nieto del conde Bellón de Carcasona.

Mapa de la Marca de Gòtia, durante el gobierno de Guifré el Pilòs. Fuente Archivo de ElNacional

Mapa de la Marca de Gòtia durante el gobierno de Wifredo el Velloso

¿Cómo llega Wifredo a la dignidad condal?

Wifredo fue criado y educado en un ambiente de armas con el propósito de atraer la atención de la cancillería carolingia, que era la que, hasta entonces, nombraba a los cargos condales. No olvidemos que la Marca de Gotia (el territorio que más tarde sería el Languedoc y la Catalunya Vella) era la zona de choque con Al-Ándalus; y era, también, el balcón carolingio sobre la península Ibérica que tenía que proyectar el dominio franco hasta la línea del Ebro. Pero, más que su formación, lo que impulsaría a Wifredo a ejercer cargos destacados (la dignidad condal) sería la probada lealtad que los Bellónidas (sus padres y sus abuelos) mantenían con la familia real carolingia. En aquella época de constantes conspiraciones y rebeliones, esta lealtad era un bien escaso que se recompensaba generosamente. Recordamos que su padre ya había sido conde de Cerdanya y su abuelo, de Carcasona.

Mapa de la Marca de Gòtia, en los años precedentes en Guifré el Pilós. Fuente Archivo de ElNacional

Mapa de la Marca de Gotia, en los años precedentes a Wifredo el Velloso

Los Bellónidas, una rama menor de la familia imperial

Esta excelente relación culminaría con un matrimonio que no pasa desapercibido. Wifredo se casó ―o fue casado― con Guinidilda. Algunos historiadores apuntan que la pareja eran primos segundos. Sin embargo, la mayoría de investigadores afirman que Guinidilda era hija de Balduino ―llamado Brazo de Hierro― y Judith ―hermana del rey Luis II y bisnieta del emperador Carlomagno―, condes carolingios de Flandes. Con este matrimonio, Wifredo se convertía en sobrino del rey Luis II, y sus hijos en descendientes del emperador Carlomagno. Un simple vistazo al mapa político de la época apunta claramente en esta dirección: la monarquía carolingia, amenazada permanentemente desde el interior y desde el exterior, habría promovido matrimonios políticos con los magnates de los extremos del reino (Gotia, Flandes) con matrimonios estratégicos (Judith, Guinidilda).

¿Por qué lo llamaban el Velloso?

Durante su existencia, Wifredo no fue nunca denominado el Velloso. Este sobrenombre aparece documentado, por primera vez, el año 1147 (dos siglos y medio después de la muerte de Wifredo). Según este documento, se le llamó "el Velloso" porque tenía pelo por todo el cuerpo. Esta inverosímil explicación no resuelve el misterio. En cambio, observamos que algunos contemporáneos de Wifredo son llamados con apelativos similares que, en algunos casos, adquieren categoría de patrónimo. Por ejemplo, Bernardo Plantapilosa, que tenía la misma edad que Wifredo. Este Plantapilosa era un magnate de Usara (junto a Nimes), con una historia familiar (éxodo-exilio-retorno) similar a la de Wifredo. Y eso lleva a pensar que, en aquella cultura de picas y mallas, ciertas características de los animales salvajes habrían sido elevadas a la categoría de virtud. Cuando menos, simbólicamente.

Representación bajomedieval del nombramiento condal de Balduí Braç de Ferro. Fuente Biblioteca Nacional de los Paisos Baixos.

Representación bajomedieval del nombramiento condal de Balduino Brazo de Hierro. Fuente: Biblioteca Nacional de los Países Bajos

¿Por qué motivo Wifredo pasó a la historia?

Wifredo pasó a la historia como el fundador de la estirpe condal de los Bellónidas, que serían condes carolingios de Barcelona hasta el 985. Y, posteriormente, creadores de un imperio que dominó el Mediterráneo. Es decir, la estirpe real más poderosa de Europa durante buena parte de la baja edad media. Wifredo fue el último conde nombrado por la cancillería carolingia, fue el primer conde de la rama carolingia catalana y el primer conde catalán que transmitió en herencia su cargo. Esta última particularidad no fue un invento de Wifredo, sino que fue fruto de la crisis general de la monarquía ―entendida como poder central― por todo el reino francés: altos funcionarios indígenas que evolucionaban hacia una ideología patrimonial del cargo. Pero sí que fue el pionero en la construcción de un poder catalán que conduciría a la creación de la nación catalana.