Jesús Conte (Barcelona, 1954) es uno de los profesionales de la información con un recorrido más diverso. Ha sido, entre otras cosas, guionista de radio y televisión, tertuliano en TV3, profesor de comunicación en la UIC, jefe de prensa del president de la Generalitat en tiempo de Jordi Pujol, propietario de una consultoría de comunicación, y autor de dieciséis libros que quieren explicar la historia reciente de Catalunya. Actualmente jubilado, aparece nuevamente con la publicación de Barcelona sota la bota de Napoleó (Tibidabo Edicions, 2021), una interesantísima inmersión en un periodo —la dominación napoleónica de Catalunya y su incorporación al Primer Imperio francés (1808-1814)— poco estudiado y muy desconocido. Presenta su libro el 20 de marzo en la Alibri de la calle Balmes.

Jesús Conte escritor - Sergi Alcàzar

Foto: Sergi Alcàzar

¿Señor Conte, por qué un "viaje" a la Barcelona napoleónica y por qué ahora?
Este año hace doscientos años que murió Napoleón (1821), y eso despertó mi curiosidad por esta figura tan relevante en la historia europea. Enseguida descubrí una intensa y desconocida relación entre Napoleón y Catalunya, y más concretamente, con Barcelona, que me enganchó. Mi libro, que es fruto de una intensa investigación, explica la vida cotidiana de los barceloneses y barcelonesas durante aquella etapa, y las repercusiones futuras que tuvo para Catalunya aquella dominación.

¿Dominación? ¡Napoleón había comprado la corona española!
Sí. Es cierto que Napoleón compró la corona española a los Borbones... a Carlos IV y a Fernando VII. Pero también lo es que aquella circunstancia era desconocida por la inmensa mayoría de la sociedad barcelonesa de la época. Sólo las clases privilegiadas tenían conocimiento de lo que había pasado en Bayona (1808) y, por lo tanto, las clases populares de Barcelona tenían la idea de que los franceses, que habían entrado pacíficamente en la Península, en realidad habían invadido España.

Napoleón compra España y, acto seguido, incorpora Catalunya al Imperio francés. ¿Por qué?
En Bayona (1808), Napoleón se planteó incorporar a Francia el territorio entre los Pirineos y el Ebro, y entre el Atlántico y el Mediterráneo; pero, finalmente, renunció al País Vasco, a Navarra y a Aragón, y se decidió, únicamente, por Catalunya, aquella parte de los dominios borbónicos peninsulares que él denominó "la España productiva". A partir del hecho, Catalunya fue progresivamente incorporada a Francia, hasta ser una región más y, entonces, fue dividida en cuatro departamentos, siguiendo el modelo del resto de Francia.

¿Cómo lo asumieron las clases dirigentes barcelonesas?
En mi libro explico que aquellas oligarquías barcelonesas de la época reaccionaron de maneras muy diferentes.

Explíquenos cómo reaccionó, por ejemplo, la nobleza local.
La nobleza local era un grupo social de economía pasiva y de ideología borbónica, que reaccionaron mal ante aquella nueva situación. Conspiraron contra el nuevo régimen y fueron perseguidos por el aparato policial napoleónico. Por ejemplo, en el llamado complot de la Ascensión (1810) fueron ejecutados cinco barceloneses, acusados de colaborar en la preparación de un desembarque británico, que, finalmente, no se produciría nunca.

... ¿y las élites mercantiles de la ciudad?
Actuaron de una manera absolutamente diferente. Aquellas élites mercantiles leyeron a la perfección el mensaje de Napoleón: "Me quedo Catalunya porque es la España productiva". Y comulgaron de lleno. Aquellos fabricantes y comerciantes vieron con muy buenos ojos la posibilidad que representaba formar parte de un mercado de cuarenta millones de consumidores franceses, ¡cuatro veces la masa de consumidores del mercado español!

Jesús Conte escritor - Sergi Alcàzar

Foto: Sergi Alcàzar

¿Pero no sufrían por perder los mercados del imperio colonial español?
En absoluto. No nos olvidemos de que el nuevo rey de España y de sus colonias americanas era José I, el hermano de Napoleón, y que el propósito final de Francia era tener el control comercial sobre el imperio colonial español en América. La clase mercantil de Barcelona vio la posibilidad de ser el puente entre el Imperio francés, la monarquía bonapartista española y las colonias hispánicas de América. Y la Junta de Comercio de Catalunya, el organismo que reunía a los grandes comerciantes del país, apoyó al nuevo régimen.

... ¿y los profesionales liberales como los médicos o los abogados, por ejemplo?
El caso de los abogados barceloneses de aquel periodo es muy curioso, porque formaban parte del grupo social de la burguesía barcelonesa, incluso del mundo de los negocios, que se había inclinado decididamente hacia el lado napoleónico. Pero, en cambio, por una razón de comodidad, se convirtieron en un colectivo resistente al nuevo régimen. Habían estudiado y conocían bien la ley española, pero el nuevo régimen los obligó a transitar hacia el Código Civil napoleónico, y eso los incomodó muchísimo. La suya, sin embargo, fue una resistencia pasiva.

... ¿y los funcionarios?
Muchos pasaron a servir la nueva administración de forma entusiástica por una simple cuestión de interés personal o ideológica. Pero también hubo que juraron fidelidad al nuevo régimen para no perder el trabajo y el estatus personal. En mi libro explico que aquel cambio de administración generó cierta atmósfera de miedo entre los funcionarios de aquella Barcelona. No nos olvidemos de que los franceses llegaban con un perfume de terror revolucionario que había dominado su escena política durante los años anteriores.

Antes nos explicaba los aspectos negativos de aquella etapa, sobre todo la represión hacia los elementos disidentes. En cambio, sabemos bien poca cosa de los aspectos positivos.
Los hubo. Y algunos muy reveladores que tenían un propósito claro. Por ejemplo, el mariscal Augereau, el primer gobernador napoleónico en Catalunya, oficializó el catalán, que estaba proscrito del ámbito público desde la ocupación borbónica de 1714. Desde Augereau, por ejemplo, las actas del Ayuntamiento de Barcelona fueron redactadas, de nuevo, en catalán. O el Diari de Barcelona se pasaría a editar en catalán y en francés. Era una medida más estratégica que otra cosa, que pretendía seducir al pueblo de Barcelona.

¿Y en un terreno más material, qué medidas positivas emprendió aquel nuevo régimen?
Principalmente, las de saneamiento de la ciudad. No olvidemos que la Barcelona de 1808 era una ciudad de 135.000 habitantes que todavía vivía recluida dentro de sus murallas. Las condiciones de habitabilidad y de salubridad eran pésimas y la administración napoleónica legisló en temas tan importantes como el alcantarillado, el abastecimiento de agua potable, la pavimentación de las calles o la conservación de los alimentos en los mercados. Estas medidas serían uno de los legados que nos deja aquella etapa napoleónica.

¿Y en el ámbito gastronómico, qué legado nos dejó aquella etapa?
La incorporación de Catalunya en Francia vino seguida de un desembarque importante de funcionarios franceses que llegaban para implementar y reforzar la nueva administración. Aquellos funcionarios trajeron algunas costumbres alimentarias que, también, se quedarían para siempre; como por ejemplo los artículos típicos del horno francés (de la boulangerie). También potenciaron el consumo de productos que hasta entonces tenían una demanda muy limitada: el helado, el café y, probablemente, también la cerveza.

Jesús Conte escritor - Sergi Alcàzar

Foto: Sergi Alcàzar

¿Es cierto que Barcelona fue convertida en el "París del Mediterráneo"?
Probablemente esta era la idea de Napoleón. Pero no nos olvidemos de que la resistencia antibonapartista en Catalunya estuvo viva durante buena parte de aquella etapa. Eran núcleos locales en la Catalunya rural que funcionaban de forma totalmente independiente, pero que generaron una ambiente permanente de guerra que no ayudó a culminar esta idea. No obstante, lo que sí que es cierto es que la actividad teatral o las manifestaciones culturales populares, como el carnaval, durante esta época vivieron una auténtica primavera.

¿Haciendo un balance general, podríamos decir que la etapa en que Barcelona vivió bajo la bota de Napoleón fue positiva o fue negativa?
Si hacemos un balance general, fue positiva. Pero tenemos que tener muy en cuenta lo que he dicho antes: había un escenario de guerra permanente en el interior del país que impidió culminar los planes que Napoleón podía tener con Barcelona. Incluso, en algunos momentos, podríamos hablar de una fuerte crisis económica, que afectó, especialmente, a las clases populares. Y, sin embargo, el legado que nos deja aquella etapa, sorprendentemente, resultará decisivo para construir y explicar la Barcelona y la Catalunya de los siglos XIX y XX.