¿"Estás grabando en audio la entrevista"?, me pregunta David Casademunt nada más descolgar el teléfono. "Estoy sentado en un parque y hay unas cotorras haciendo mucho ruido. Es como la peli Los pájaros de Hitchcock. Si te molestan, avísame". No se me ocurre una banda sonora mejor para hablar con el cineasta barcelonés sobre su primera película, El páramo. Formado en el ESCAC y fogueado en los campos de los videoclips, los cortometrajes y los documentales, Casademunt se estrena de largo con una película de terror, que en realidad, como muchos de los filmes del género, esconde un gran relato sobre las emociones. Protagonizada por Inma Cuesta, Roberto Álamo y Asier Flores y ambientada a la primera mitad del siglo XIX; una historia, con mucho trasfondo personal, sobre los miedos que nos atenazan y cómo superarlos. Presentada en la última edición del festival de Sitges, días atrás se estrenó en Netflix convirtiéndose en uno de los primeros fenómenos de la plataforma de esta nueva temporada.

Debutas como director de largometrajes con El páramo y estás triunfando como el alioli. ¿Sorprendido con todo lo que te está pasando?
La palabra que mejor define cómo me siento estos días es colapsado. Estoy contento pero en choque. No paro de recibir noticias magníficas con respecto a visionados y horas de consumo de la película. Yo vengo de hacer proyectos muy chiquitines: documentales, cortometrajes, videoclips... La resonancia que está teniendo El páramo me está engullendo como un tsunami.

La resonancia que está teniendo El páramo me está engullendo como un tsunami

El cine en tiempo de plataformas digitales: llegas a millones de personas pero la película tiene un recorrido casi inexistente en salas de cine.
A mi parte más romántica, yo que soy muy cinéfilo y mitómano, le sabe mal que El páramo no se haya visto en salas, aunque me quedo con la satisfacción de haber podido estrenar la película en el festival de Sitges. No sólo eso, sino que mi lógica de trabajo siempre fue pensar en pantalla grande a pesar de saber que iría en pantalla pequeña. Todas las decisiones creativas las tomé pensando en cine en pantalla grande. En el otro extremo, es una suerte inmensa haber podido exhibir la película en una plataforma tan popular como Netflix. Reflejo de eso es que hace una semana que recibo mensajes de todo el mundo: de gente de la India, Turquía, Estados Unidos, México...

¿Las plataformas, de alguna manera, también han democratizado el cine y un director debutante de Barcelona tiene la misma exposición que alguien de la dimensión de Adam McKay?
Es surrealista ver el ranking de las películas más vistas en el mundo esta pasada semana y ver el cartel de El páramo al lado del de Don't look up, la cara del Asier Flores (el protagonista de El páramo), al lado de la de Leonardo DiCaprio.

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El actor Asier Flores en un momento del rodaje de El páramo. Foto: Lander Larrañaga

¿Sabes cuánta gente ha visto hasta ahora la película?
Hace unos días salió en el portal top10.netflix.com la cantidad de horas consumidas de la película: 12 millones de horas. Si hacemos el cálculo, eso en personas son 8 millones de personas. Muchísima gente. Alucinante. Estoy viviendo todo esto por primera vez, desde la preproducción y el rodaje, al montaje y edición, el estreno en Sitges y la actual exposición mediática.

¿Cómo te enamoraste del cine?
Fue herencia de mi padre y mi tío, verdaderos enfermos de cine. Con 8 años estaba sentado en el sofá de casa mirando Ben Hur, Espartaco, Lawrence de Arabia... De aquí surge el crush. Mi familia me educó a través de las películas. He aprendido más con el cine que en la escuela, especialmente con respecto a sentimientos, emociones y relaciones humanas.

Mi familia me educó a través de las películas. He aprendido más con el cine que en la escuela

En el fondo, El páramo es eso.
Un amigo me definió El páramo como una lasaña de terror emocional. Y estoy muy de acuerdo.

¿Y qué quiere decir eso de 'lasaña de terror emocional'?
Que es una película con una capa de terror, por debajo de una capa de emoción, y por debajo de muchas más capas con muchos significados diferentes, más si como espectador quieres entrar en el juego de ir decodificando alegorías y metáforas sobre las relaciones humanas entre los protagonistas. El cine de terror tiene muchas ramificaciones. Es un género superfértil y rico en matices. Si te acercas al cine de terror con la mente abierta, puedes descubrir verdaderas joyas, películas magníficas.

La película, no lo descubrimos nosotros, tiene mucho de ti, que perdiste a tu padre cuando eras un adolescente.
Me he dado cuenta a posteriori de que el cine ha sido mi terapia. Mirando atrás, repasando todo mi trabajo, he descubierto que todo lo que he rodado tiene alguna vinculación con mis emociones.

¿En el caso de El páramo cuáles son estas emociones?
El miedo a quedarse solo y perder a un ser amado...

Y de cómo cuando eres pequeño estos miedos te vienen impuestos por herencia social y cultural.
Exacto, este es uno de los temas de la película: como heredamos los miedos. Diego, el niño protagonista de la película, vive en un ecosistema delimitado por los límites de este páramo que da título a la peli: él y su familia viven en una cabaña y a su alrededor hay muchas estacas delimitando las tierras que no se pueden sobrepasar. Es la metáfora para hablar de los miedos con que ha sido educado este niño. Unos miedos impuestos por los padres: no puedes pasar estos límites porque a partir de aquí todo es peligro. El páramo es una película sobre los miedos heredados, de cómo los gestionamos y de cómo los arrastraremos toda la vida.

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David Casademunt con la actriz Inma Cuesta en el rodaje de El páramo. Foto: Lander Larrañaga

Pero también de cómo intentar superarlas.
La película lanza la pregunta de si somos capaces de confrontarnos a nuestros miedos y si lo hacemos, cómo ganarlos.

La ambientación de época y la fotografía de la película ayudan a acentuar este mensaje.
Isaac Vila, el director de fotografía, tomó como referencia las Pinturas negras de Goya. Y no es una elección casual, sino que es una obra que Goya realizó exiliado durante la primera mitad del siglo XIX. Una época que me fascina y que es donde sitúo la película. De hecho, El páramo, de alguna manera, es un 'película negra'. Quería que, más allá del guion, las imágenes también hablaran del drama.

El páramo es un 'película negra'. Quería que, más allá del guion, las imágenes también hablaran del drama

Has tardado 8 años antes de poder hacer realidad la película.
Empezamos a escribir el guion en el 2014. Ha pasado un rato bien largo. Martí Lucas, Fran Menchón, los compañeros con qué he escrito el guion, y yo, pasamos los cinco primeros años vagando por el desierto con esta historia: acabando el guion y buscando productora, hasta que en el 2019 se sumó al proyecto la productora Rodar y Rodar, y con ellos Netflix, momento en que todo se aceleró.

Antes rodasteis un cortometraje, La bestia, que fue la semilla de El páramo.
La tía abuela fue uno corto que hicimos, sí, pero no antes de escribir el guion de El páramo sino después. Este corto fue fruto de ganar un premio que nos dio PROA, que es la Federación de Productores Audiovisuales. Un premio, el del mejor proyecto en desarrollo, que venía acompañado de una dotación económica y que nos dieron, justamente, para|por el guion de El páramo. Con este dinero, decidimos rodar uno corto como herramienta de seducción a posibles productores. Uno corto que es una escena muy similar a una escena de la película.

¿Dónde se puede ver, el corto?
Ahora mismo no se puede ver, no está en abierto, porque se podría considerar un súper spoiler de la peli.

¿Y ahora qué proyectos vendrán?
Con Martí y Fran ya estamos escribiendo guiones nuevos. Ahora espero no tardar 8 años más en hacer mi segunda película.