A lo largo de su excepcional carrera como director, Adam McKay nos ha regalado dos tipos de películas. Por un lado, las comedias absurdas como Anchorman o Step Brothers y, por el otro, los interesantes comentarios sociales y políticos con The Big Short y Vice. En la nueva ficción estrenada en Netflix, sin embargo, ha querido combinar ambos estilos. Un difícil equilibrio entre el drama del apocalipsis y la sátira dirigida a la estupidez humana en el que No mires arriba se tambalea tanto que termina cayendo, igual que lo hace el cometa del film para poner fin a la vida de nuestro planeta.

 

Un chiste larguísimo

Decir que el cometa termina llegando a la tierra no es ninguno spoiler, porque la película es realmente previsible. Desde el momento en que los astrónomos Kate Dibiasky y Randall Mindy descubren que los humanos tienen los días contados, el espectador ya sabe que ni en el despacho oval ni en los medios de comunicación les harán caso. Donde estaría, entonces, la crítica?

La película, por lo tanto, termina siendo un chiste larguísimo sobre como nuestra sociedad es incapaz de reaccionar o, incluso, creer, que se encuentra ante la extinción. Un chiste que con la primera hora ya queda entendido perfectamente, pero que dura más de dos.

Un chiste larguísimo sobre cómo nuestra sociedad es incapaz de creerse que se encuentra ante la extinción

Para llenar todo este tiempo se incorporan gags que casi siempre apuntan en la misma dirección (Oh, mira como a la gente le preocupan más cosas superficiales que la llegada del cometa!) y subtramas que no transmiten mucho interés, como las aventuras amorosas que tienen ambos protagonistas.

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El ejemplo más claro es el del chico que hacia el final aparece de la nada para estar con Kate, interpretado por un Timothée Chalamet que este año recordaremos mucho más por Dune o The French Dispatch que por este papel intranscendente.

Estrellas y errores de Hollywood

Y el caso de Chalamet se repite en el resto de maravillosos actores que aparecen en este film. El reparto es increíble, sí, pero quien crea que Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep o Mark Rylance realizan aquí su mejor interpretación es que no ha visto casi ninguna de sus otras películas.

Es evidente que todos están magníficos, pero quizás el humor habría funcionado mejor con actores que se soltaran más en la vertiente cómica, como lo hace Jonah Hill, en lugar de contratar todas estas estrellas de Hollywood que a menudo se encuentran más rígidas ante un guion que también les podría haber dado más espacio para divertirse.

Evidentemente que todos están magníficos, pero quizás el humor habría funcionado mejor con actores que se soltaran más en la vertiente cómica, como lo hace Jonah Hill, en lugar de coger todas estas estrellas de Hollywood que a menudo se encuentran más rígidas ante un guion que también les podría haber dado más espacio para|por divertirse.

Esta sátira se parece tan peligrosamente a la realidad que hace que la comedia a menudo se pierda por el camino

Tan hollywoodiense es la película, de hecho, que contiene el clásico error de la industria de olvidarse que Estados Unidos no es el único país del mundo. Sí, es una crítica que se le puede hacer a centenares de ficciones americanas, pero en esta es especialmente frustrante ver como parece que ningún otro país del mundo pueda actuar para evitar la extinción.

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Al fin y al cabo, el argumento que nos presenta McKay con No mires arriba es claro y contundente. Es una metáfora muy poco sutil del cambio climático que nos quiere alertar de sus peligros a través de la sátira. Pero esta sátira se asemeja tan peligrosamente a la realidad que hace que la comedia a menudo se pierda por el camino, dejando solo el angustioso sentimiento del fin del mundo (ecoansiedad, que le llaman ahora) que otras obras anteriores han sabido transmitir mejor.