Fiesta, postureo, frivolidad, lujo, excesos, sí, drogas también, sí... esta es la imagen que muchos tienen de la Pitiüsa mayor. Pero esta isla es mucho más que eso, y no es muy difícil descubrirlo. Si este verano decides recalar en la isla —este verano o cuando sea, esto no caduca—, aquí tienes diez actividades para disfrutar de la Eivissa auténtica y para evitar el cartón piedra turístico.

Pasear por Dalt Vila

Muchos visitantes de la isla se van sin ni siquiera haber puesto un pie en este recinto amurallado: imperdonable. Dalt Vila es el núcleo histórico de la ciudad de Eivissa: casitas blancas, calles de piedra, miradores donde los dos azules se funden, paredes blancas con buganvillas... Un escenario ideal con el que inundar tu Instagram, pero en el que también hay mucha historia. Todo está bien envuelto por las murallas renacentistas, que son las mejor conservadas del Mediterráneo —eh, poca cosa— y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Te recomendamos empezar por la entrada más espectacular: el portal de Ses Taules, que desemboca en el patio de armas, y a partir de aquí, eres libre de visitar los diferentes baluartes, que te ofrecerán vistas a la ciudad y al puerto, y recorrer las callejuelas para ir subiendo hasta la catedral. Si tienes suficiente tiempo, puedes entrar en los muchos museos y exposiciones que hay, algunos gratuitos como el museo Puget, o disfrutar de una visita guiada.

eivissa encima de villa portal de sus mesas|tablas Michela Simoncini

Entrada a Dalt Vila por el portal de Ses Taules / Michela Simoncini (Flickr)

Comer un buen 'bullit de peix'

El plato estrella pitiuso en verano (y siempre) es el bullit de peix, que suele ir acompañado de un arroz a banda de segundo. Vaya, el plato no tiene mucho más secreto, es pescado cocido, la gracia tiene que ser que se prepare con pescados de la isla, de roca y muy sabrosos, que van presentados con patatas y alioli.

Restaurantes que lo cocinen bien hay muchos. Realmente, casi en cada cala hay un restaurante de playa donde preparan arroces y pescados. Can Pujol, Sa Sansa, Es Boldadó, S’Espartar, Cala Salada, Port de Balansat, Sa Caleta, Ses Roques... podríamos estar todo el día así. La mejor opción es decidir restaurante dependiendo de donde nos encontremos, más que nada, para no tener que dar la vuelta a Eivissa en un mediodía. Un truquito básico: mejor huir de los restaurantes con pretensiones de lujo y de exclusividad, si crees que un tronista de Tele5 podría estar a gusto, corre.

Seguir comiendo

No todo es pescado en esta isla. Otro plato imprescindible es el sofrit pagès, es un plato invernal que se suele comer los días de fiesta. Hay que decir que es una comida un poco (muy) contundente para el verano, pero un día es un día y entendemos que no puedes venir en cada estación. Bueno, ¿y qué es esta maravilla? Carne de pollo y cordero cocida y después sofrita (¡oh!) con bastante aceite con ajos, sobrasada y botifarró, y todo mezclado con patatas. No hace falta decir nada más...

Otras comidas que hay que probar son las fritas de pulpo o de calamar, el arroz de matanzas, las cocas, la ensalada payesa, un buen pan payés (es famoso el pan de matalahúga del restaurante Es Pins), sobrasada, morcilla, queso. Y dulces como el flaó, las orelletes, las magdalenas ibicencas, los buñuelos, la greixonera...

¿Más restaurantes? Cas Pagès, Es Ventall, Sa Soca, Fonda Can Costa, Es Pins, Es Rebost de Can Prats, Ca na Pepeta... ¿Panaderías y pastelerías? Can Bufí, Can Vadell, Forn Gatzara, Can Blai, Forn des Tabaquet...

Levantarse muy temprano y encontrar el paraíso

Cala Comte, cala Bassa, cala d’Hort, cala Salada, Ses Salines, Benirràs, cala Xarraca, S’illot des Renclí... Estas, y muchas más, son playas preciosas que no necesitan presentaciones. Sólo daré dos consejos, que, si tengo que ser sincera, nadie nunca les hace caso.

El primero es madrugar. ¿Madrugar? Si te levantas pronto, encontrarás el paraíso (y vale mucho la pena); si no, encontrarás gente y un poco de playa, porque, obviamente, querrás ir a las playas de postal, y eso tú y todo el mundo... Aunque con el coronavirus la afluencia de turistas ha bajado, no dejan de ser calas pequeñas en una isla pequeña.

Muy bien —dirás—, no me levantaré pronto, pero, ¿a qué playas tengo que ir? Segundo consejo: pues depende del viento. ¿El viento? Sí, el viento. Una playa puede pasar de ser idílica a ser agua sucia dependiendo de la dirección y la fuerza del viento. Aquí tienes una aplicación móvil que te ayudará a escoger la mejor playa según las condiciones meteorológicas.

playas de conde eivissa Consuelo Ternero flickr

Platges de Comte cuando no son las doce de un 15 de agosto / Consuelo Ternero (Flickr)

Navegar sin tener un yate

Hay una segunda opción para no tener que levantarse tan temprano y poder disfrutar de la costa ibicenca como dios manda, pero esta no es gratis: alquilar o hacer una excursión de kayak o de paddle surf. Tampoco le descubro América a nadie, en cualquier costa turística hay empresas que se dedican a esto, pero la gracia es coger una excursión con un guía que te lleve a sitios interesantes, que de otra manera sería imposible llegar. Incluso hay algunas que se organizan durante varios días y dan la vuelta a Eivissa.

Sentirte 'influencer' en un mercadillo hippy

Es verdad que, generalmente, los mercadillos hippys son territorio guiri, pero hay que decir que pasar una tarde en Ses Dàlies, en Sant Carles, tampoco es una mala idea. Gangas no encontrarás, pero sí que hay productos realmente hechos a mano y que no se venden en ningún otro sitio. El mercado de día se hace los sábados, pero los lunes, martes y domingos hacen el mercado de noche, cuando suele haber música en directo.

Hay muchos más mercadillos interesantes en Eivissa: hippys, de artesanos, de producto ecológico y local, de segunda mano...

Ses Dalies Palencas Fickr

Ses Dàlies, moda discreta / Palencas (Flickr)

Comprar cosas que no pongan 'Ibiza'

Antes de comprarle a tus padres una camiseta estampada con una sargantana ibicenca que el año que viene encontrarás en Cancún (si dios quiere), puedes optar por llevar un recuerdo diferente (o un auto-regalo) que realmente sea ibicenco y que alguien quiera ponerse para ir por la calle. Por ejemplo, hay muchas tiendas pequeñas que venden moda Adlib. O un senalló hecho a mano o unas espardenyes. Cerámica. Postales de un diseñador local. Libros de fotografías antiguas. Más comida... O mi opción preferida: joyería ibicenca. Algunos joyeros de la isla han adaptado la tradicional emprendada ibicenca a los tiempos modernos y hacen diseños en plata y más fáciles de llevar (y más baratos, todo hay que decirlo), la más famosa es la joyería Pomar, pero generalmente en todas las joyerías locales hay, para todos los gustos y bolsillos.

Cenar unos bocadillos en Santa Gertrudis

Santa Gertrudis es un pequeño pueblo en el centro de la isla donde todo el año se deja caer la gente, es fácil de llegar, de aparcar y es pintoresco y agradable. En la plaza de delante de la iglesia hay unos cuantos bares típicos, de los de toda la vida, con mesas y sillas de madera. Y es muy habitual que los ibicencos queden aquí con sus amigos o familia para hacer una cena informal. Unos de los más famosos es Can Costa, donde sólo sirven bocadillos de queso manchego y de embutidos de bodega, nada más, bueno, bebidas, claro. También es típico ir a hacer unos montaditos al Restaurante Santa Gertrudis. Y los desayunos del bar Es Cantó de pan llonguet tostado, fantásticos.

santa gertrudis eivissa stavros1 wikimedia

Mañana, mediodía, noche... siempre conviene visitar Santa Gertrudis / Stavros1

Tomar unas 'herbes' en Ca n’Anneta

Un imprescindible. No te puedes ir de la isla sin visitar este bar restaurante oficina de correos —antiguamente, el único negocio de los pueblos se aprovechaba para todo. Lo encontrarás en el pueblo de Sant Carles. Ca n'Anneta (o Bar Anita) no tiene grandes vistas al mar, pero tiene otras virtudes y, además, podrás ver desde dentro una construcción tradicional, es uno de los negocios más antiguos de la isla y por algún motivo será. Mucha gente viene sólo a tomar una copita del licor de hierbas ibicencas, que ellos mismos elaboran, y también puedes comprar una botella.

Para acabar... admirar una puesta de sol

Una de las gracias de una isla es poder ver como el sol se funde con el mar. Si lo piensas, parece una cosa absurda, pero realmente vale la pena esforzarse para verlo bien. En la costa oeste (lógico) hay muchos puntos bonitos con buena perspectiva. Se puede hacer una excursión a la torre des Savinar y a la vez también veremos es Vedrà y estiraremos un poco las piernas. También en Sa penya Esbarrada o en playas como cala Comte o cala Salada hay vistas bonitas. O en el paseo de Ses Variades de Sant Antoni. O tomando una copa en el Khumaras o en el Golden Buddha (sí, vale, con este nombre rezuman un cierto postureo, pero puedes pasar un rato agradable).

También es muy famosa, y todas las guías la incluyen, la fiesta de los tambores que se celebra espontáneamente los domingos en la cala de Benirràs. ¿Lo recomiendo? Si tengo que ser sincera: no. Sí que es bonito ver cómo se esconde el sol por detrás del Carall Bernat (oficialmente, Es Cap Bernat), pero, vaya... Digamos que su autenticidad ya no es lo que era... Mejor ir un día sin tamboritos y sin aglomeraciones.

se vedra torre desde savinar Image by Jamie Turek from Pixabay

Es Vedrà, la torre Des Savinar y puesta de sol: tres en uno / Jamie Turek