Después de quince años sobre los escenarios, Els Catarres presentan un nuevo disco, Paracaigudistes, un trabajo en el que reflexionan sobre las relaciones humanas, la fragilidad de la vida y el valor de lanzarse a vivir. Èric Vergés (guitarra y voz), Roser Cruells (bajo y voces) y Jan Riera-Prats (guitarra y voces) nos abren las puertas de la oficina de su discográfica, donde nos encontramos para hacer la entrevista, y también las de su universo creativo y emocional, marcando una nueva etapa de madurez artística y personal. “El disco habla de atreverse a vivir”, dice Èric, sintetizando la esencia del álbum. Un espíritu de disfrute que se prolonga esta noche sobre el escenario de la sala Razzmatazz, en un concierto para el que hace días que se agotaron todas las entradas.
Paracaigudistes es una inmersión en las experiencias vitales que marcan, transforman y, en muchos casos, sacuden. Hay relaciones que empiezan, otras que terminan, momentos que dejan huella y otros que liberan. Todas ellas forman parte del salto vital que representa existir. “Todos somos paracaidistas”, afirman, “porque naces, saltas del avión y vas cayendo. Con suerte, tardas mucho en tocar tierra y lo haces con suavidad, después de haber vivido mucho por el camino”. Esta metáfora atraviesa todo el disco y se traduce en una propuesta musical que invita a abrazar la caída, a no temerla, sino a amarla como parte inevitable e incluso bella de la existencia. Para Roser, la música es un espacio seguro y terapéutico. “Nos salva de muchas vivencias difíciles”, dice. Cantar y componer no solo es un trabajo, sino una forma de entender la vida. Eso se nota especialmente en la manera en que abordan los temas: aunque hablen de situaciones complicadas, siempre lo hacen desde un lugar luminoso. Esta actitud optimista y resiliente ha sido una de las constantes de la banda. No obstante, mantener vivo un proyecto artístico durante quince años no es fácil. Èric lo expresa con sinceridad: “Este trabajo desgasta mucho las relaciones humanas. No es tan sencillo como parece”. El compromiso, la constancia y el esfuerzo sostenido son fundamentales para salir adelante, pero también lo es la pasión. “Si no nos apasionara de verdad la música, ya no estaríamos aquí”, sentencia.

La diferencia es con quién compartes el salto
Una forma de mantener la pasión es innovar, aunque la experimentación pase por un hecho aparentemente poco trascendente como invertir el orden habitual del proceso creativo. Por primera vez, la letra ha tomado el protagonismo desde el principio. “La música es el vestido de las palabras”, explica Jan. Esto ha hecho que en Paracaigudistes las canciones nazcan del texto y no de las melodías, un enfoque que ha dado lugar a composiciones rítmicamente complejas pero muy orgánicas, como es el caso de La Fortuna. Este giro refuerza el valor que Els Catarres dan a los textos. En un contexto globalizado donde la música internacional domina con producciones millonarias, la palabra es, para ellos, el principal activo. “Aquí no tenemos 100.000 euros para hacer un disco como los de Miami, pero tenemos letras que conectan”, apunta Jan.
No somos esclavos de nada. Siempre digo que hacemos música pop, pero la vestimos de muchas cosas diferentes
La música de Els Catarres busca emocionar, reflejar inquietudes compartidas y tender puentes con el público desde la cercanía. En un mundo donde la viralidad se ha convertido en un objetivo para muchos artistas, ellos optan por no perseguirla activamente. “Nos queda lejos, generacionalmente”, reconoce Èric. El objetivo ahora es hacer música que les guste, que sientan como propia y que conecte con su gente. Esta libertad también se nota en el eclecticismo del disco. Roser destaca que han escogido el estilo de cada canción según lo que pedía la letra, sin buscar una coherencia sonora forzada. Así, cada tema tiene una personalidad propia, desde rumbas hasta piezas más electrónicas o íntimas. “Es un disco conceptual por las letras, no por la estética sonora”, dice. De hecho, Paracaigudistes esconde la primera rumba jamás compuesta por el trío del Montseny, La fortuna. “Sí —ríe Èric—, pero yo escucho a Gato Pérez desde que era pequeño, porque lo ponían mis padres. Después vino toda la movida de la fusión, pero de esa escena nosotros escuchábamos la ola más cañera”. Tan cañeros son, que nunca han ocultado que entre sus principales referentes hay grupos de punk y de metal. Otra cosa es que esas influencias no acaben permeando en sus canciones. “No somos esclavos de nada”, enfatiza Èric. “Siempre digo que hacemos música pop, pero la vestimos de muchas cosas diferentes. Y eso también se nota en nuestra evolución. Empezamos sonando muy acústicos, pero ahora tenemos canciones como Aprendre pel cul, que es EDM (electronic dance music)”.

Uno de los momentos más destacados y especiales del disco es País estrany, tema en el que han contado con la colaboración de Roger Mas. “Cuando escribimos la canción, ya sabía que tenía que ser con él”, explica Èric. “No es que la tuviéramos grabada y pensáramos en añadirlo, no. Fue desde el principio”. La admiración por el cantautor de Solsona es profunda, y su voz aporta una gravedad y una emoción que, según ellos, hace que la canción resulte mucho más creíble. Una experiencia que describen como mágica, como lo fue en su momento la colaboración con Lluís Llach. “Son regalos que te da la vida”, añade el cantante. Para ellos, estas colaboraciones tienen sentido porque están basadas en vínculos reales, en amistades y complicidades previas. “No tiene sentido pedir colaboraciones a gente con la que no tienes relación”.
Cuando una canción deja de ser tuya y pasa a ser de otra persona, ese es el mayor regalo
Uno de los momentos más emotivos de la conversación llega cuando hablan del poder que tienen las canciones para tocar vidas ajenas. Raig de sol, por ejemplo, nació después de una visita al hospital Sant Joan de Déu. “Hay mucho sufrimiento, pero también ves un punto de esperanza, de luz”, explica Jan. Un padre les escribió diciendo que la canción le recordaba a su hijo, y que no podía dejar de llorar. “Es increíble. Cuando una canción conecta con alguien así, es muy fuerte”. Invencibles es otra canción con un impacto especial. Mucha gente, explican, se la ha tatuado para marcar momentos difíciles superados. “O Vull estar amb tu, que la han usado para pedir matrimonio”, dice Èric. Incluso Jennifer llegó a un punto de viralidad en que la gente versionaba el videoclip, hacía parodias, adaptaciones... “Cuando una canción deja de ser tuya y pasa a ser de otra persona, ese es el mayor regalo”, afirma Jan. Y añade que a menudo eso pasa con las canciones que menos esperas. “Y a veces la que tú crees que será importante, no pasa nada con ella. Cada canción es un mundo”. Els Catarres se encuentran en un momento dulce. Han superado etapas, han aprendido a disfrutar del proceso y han abrazado su forma de hacer. Como ellos mismos dicen, no hay alternativa a ser paracaidistas en esta vida. Pero lo que marca la diferencia es con quién compartes el salto. Y ellos lo tienen claro: mientras sigan creando juntos, seguirán disfrutando de la caída, de la música y de la vida.