El cineasta y periodista Carles Porta acaba de publicar el libro Li deien pare. Quan l'horror es disfressa d'amor i família (Pòrtic). Se trata de una investigación sobre el pederasta detenido en 2013 en Castelldans (Les Garrigues), que había abusado de cinco niños como mínimo. El libro sale en un momento en que el tema está de máxima actualidad, después que se hiciera público el caso Maristas. Pero en realidad, es un libro que se había preparado hace tiempo y que había merecido el premio Godó de reporterismo en el 2015.

El maestro de la crónica negra catalana

Carles Porta dirigió en 1997 un documental para el programa 30 minuts: Tor, la muntanya maleïda. Este film obtuvo mucho éxito, al poner de relieve los aspectos más oscuros de la Catalunya profunda. Con este documental, Porta se convirtió en todo un referente de la crónica negra local, comparado por algunos con Truman Capote. A partir de este trabajo, Porta siguió investigando el tema, y acabó publicando el libro Tor, tretze casas i tres morts (La Campana). Más adelante, volvió a meterse en la crónica negra de las pequeñas comunidades rurales con Fago: si et diuen que el teu germà és un assassí (La Campana). Entre las dos crónicas, publicó un libro humorístico, El club dels perfectes. Posteriormente volvió al cine y acabó la película Segon origen, basada en la novela Mecanoscrit del segon origen, de Manuel de Pedrolo, tras de la muerte del primer director, Bigas Luna. Ahora vuelve a una historia de delitos, tan siniestra como la de Tor.

Pederastia con los más indefensos

El caso de pederastia de Castelldans fue especialmente doloroso. En primer lugar, porque el pederasta, David Donet, hacía 15 años que abusaba de niños. Pero lo que escandalizó más es que Donet había obtenido el título de familia acogedora de niños, y se le habían confiado hijos de familias con problemas para que él los tutelara. Donet, que sólo aceptaba como acogidos a niños ya creciditos, abusó de algunos de ellos, pero no de todos. Además de mantener contactos sexuales continuados, en un caso con un niño de diez años, grababa cintas pornográficas con ellos. Incluso hacía vídeos de los jóvenes acogidos cuando tenían relaciones con otros chicos o con chicas.

La normalización del horror

Lo que más sorprendió al policía que detuvo a David Donet es que algunos de los chicos intentaron defender a su tutor. No lo percibían como un agresor, sino como su defensor. Es más, algunos de ellos le llamaban padre y pensaban que era él la persona que más se preocupaba por su desarrollo. Más tarde, el mosso de escuadra se sorprendería al visionar algunas cintas pornográficas, en las que los niños reían al mantener relaciones sexuales con Donet. El cuidador había conseguido hacer creer a los niños que aquel tipo de relación era normal. Pero, además, los presionaba, y los premiaba cuando mantenían relaciones con él: les compraba ropa y les daba propinas. Y trataba mejor a los niños con los que tenía contactos que a los que no.

La principal víctima

El mosso que detuvo a Donet encontró en su casa a un joven de 25 años que convivía con el pederasta desde hacía 15 años. Ya no era un niño acogido, pero lo había sido. Y había sufrido los abusos de Donet. Hacía años que ya no mantenía relaciones con él, aunque el tutor lo quería, pero había decidido quedarse en su casa y se había asociado con él para crear una pequeña empresa. Con las entrevistas con el autor, el joven le aseguró que la vida con el pederasta había sido lo más próximo para él a una vida con familia, ya que procedía de una familia desestructurada. Carles Porta asegura que todas las víctimas que entrevistó se interesaron por saber cómo estaba Donet en la prisión.

La vergüenza y la condena

Donet, en sus conversaciones con el autor, en la prisión, no se sintió nada orgulloso de lo que había hecho. Decía: “me habría gustado ser de otra manera. Ser el puntal. Que no hubiera habido nada de lo que ha pasado”. Mostraba vergüenza por los abusos e incluso se sentía contento con que su padre se hubiera muerto antes de conocer su detención. Pero seguía hablando siempre en términos de amor, como cuando se refería a la principal víctima: “Si lo amo a él como hombre y él me ama como padre, eso no lleva a ninguna parte (...) Me habría gustado tener una pareja. Hacer una vida en común”. El juez no lo vio en los mismos términos. Donet fue condenado a 51 años de prisión y aceptó la condena.

Niños que callan

De hecho, una pregunta planea sobre este libro, y sobre muchos casos de abusos sexuales... ¿Cómo es que nadie lo supo? ¿Es posible que este comportamiento pasara desapercibido durante tantos años? ¿Qué procedimiento siguieron las instituciones para escoger a este individuo como tutor y para pagarle un salario mensual para velar por estos chicos? Pero es obvio que Donet fue capaz de fingir perfectamente. De hecho, alguna de las víctimas ni siquiera sabía que Donet tenía relaciones, también, con sus compañeros.

Intentar entenderlo

Carles Porta estructura Li deien pare en forma de cuatro monólogos de los principales implicados en el caso: el pederasta, uno de los chicos abusados, el policía que destapó el caso, y la responsable de la Fundación que encargó a David la tutela de los niños. La intención del autor es muy clara. “He intentado no juzgar y no justificar”, dice en la breve reflexión final: “Mi objetivo era que vosotros, lectores, escucharais la versión de cada uno, con sus propias palabras, pensamientos y sensaciones, y llegarais a vuestras propias conclusiones”.

¿Obra incompleta?

Pero si Tor, el libro emblemático de Carles Porta, era una magnífica obra coral donde todos los personajes se articulaban en un conjunto, que se contemplaba desde diferentes ópticas, Li deien pare no alcanza unos objetivos tan ambiciosos. De hecho, se articula en cuatro capítulos independientes, que dialogan muy poco entre ellos. Tres de los textos tienen bastante entidad: los dedicados al policía, al pederasta y a la víctima. Pero en cambio, no queda del todo clara la aportación de la educadora. Por otra parte, la historia deja muchos interrogantes abiertos: ¿qué pasaba con los niños que no eran víctimas? ¿Cuál fue la trayectoria de los niños que dejaron la casa de acogida? ¿Cómo se desarrolló el juicio? ¿Cómo y cuándo cambió de percepción los niños sobre los abusos? Li deien pare deja demasiados interrogantes abiertos.

 

Fotografía: juicio al pederasta de Castelldans (Europa Press).