Barcelona, 22 de marzo de 1645. Hace 379 años. Enrique de Lorena, conde de Harcourt y de Armagnac y conocido con el sobrenombre de Cadete la Perla, llegaba a la capital catalana como nuevo lugarteniente del rey Luis XIV. Eran los años centrales de la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59), y la trayectoria de su antecesor, Philippe de la Mothe-Houdacourt, había concluido con un sonado cese. Lorena, nombrado de común acuerdo por Mazzarini (ministro plenipotenciario de Francia) y Montpalau (embajador de Catalunya en la corte de Luis XIV), tendría un recibimiento espectacular. Todo el mundo era consciente de que era el último cartucho para recomponer la deteriorada relación entre las cancillerías de Barcelona y Versalles y cambiar el signo de una guerra que, tras una serie de victorias incontestables, generaba más dudas que certezas.

Mapa del ducado de Lorena (1640). Fuente Bibliothèque Nationale de France
Mapa del ducado de Lorena (1640) / Fuente: Bibliothèque Nationale de France

La entrada en Barcelona del Cadete la Perla

Las fuentes documentales relatan que la llegada del Cadete la Perla fue un auténtico acontecimiento. El Dietari de la Generalitat cita que “dispararen tota l’artilleria que estava posada per la muralla (...) sonant los manestrils, trompetes y tabals (...) es van guarnir tots els carrers per hont havia de passar sa alteza (Lorena) de companyies de moscaters que lo hu tocave al altre (...) Esta entrada fou tal que may se era vista y molt major lo contento que tingueren los cathalans de la vinguda de sa alteza (...) per a expel·lir de Cathalunya los enemics que tant la tenen molestada (los hispánicos). Esta descripción es muy reveladora, porque el recibimiento que se había dispensado a sus antecesores (Maillé, La Mothe) y la que se dispensaría a sus sucesores (Condé, Mazzarini, Schomberg, Vendôme, Marchin) no era, en absoluto, comparable.

¿De dónde vendía el Cadete la Perla?

Enrique de Lorena había nacido en 1601, muy probablemente en Nancy, capital del ducado independiente de Lorena, y era el segundo hijo de Carlos de Guisa-Lorena y Margarita de Chabout. Su familia, los Guisa, habían jugado un papel protagonista en el brutal conflicto, mal llamado Guerras de Religión (1562-1598), que había enfrentado a las grandes familias nobiliarias francesas por el trono de París. El tío-abuelo del Cadete, también Enrique de Guisa (1550-1588) —y llamado por sus enemigos, "le Balafré" (el Apuñalado)—, había sido el jefe político del partido nobiliario católico (y, por lo tanto, el principal rival de Enrique de Borbón, el líder de la facción nobiliaria protestante). "Le Balafré", tras una serie de campañas criminales contra la población civil calvinista, estaría a un paso de relevar al último y decrépito rey Valois (Enrique III) y ocupar el trono de París.

Mapa del reino de Francia (1640). Fuente Bibliothèque Nationale de France
Mapa del reino de Francia (1640) / Fuente: Bibliothèque Nationale de France

¿Por qué Mazzarini y Montpalau pactaron el relevo de La Mothe-Houdancourt?

A principios de 1645 (sexto año de guerra), la gestión de La Mothe-Houdacourt era muy cuestionada. Mientras el signo de la victoria había acompañado las hazañas del "diablo francés" (que era como le llamaban los hispánicos), la relación con las autoridades catalanas (Generalitat, Tres Comuns, gobiernos municipales) había sido idílica (1642-1643). Pero con el estallido de la Jacquerie occitana (1643), la gran revuelta social liderada por Jan Petit, que puso en jaque al régimen de Luis XIV, los recursos económicos franceses para sostener el esfuerzo bélico en Catalunya empezaron a fallar, y La Mothe perdió los nervios. Empezó a extorsionar a la población civil catalana, provocó una reacción muy negativa a la presencia francesa en Catalunya e intoxicó la —hasta entonces— idílica relación entre las cancillerías de Barcelona y Versalles.

La importancia del cargo de lugarteniente real en Catalunya

La cancillería de Versalles era muy consciente de que los Pactos de Ceret (1640) y de la Peronne (1641) firmados con la cancillería de Barcelona eran muy beneficiosos para los intereses franceses. Catalunya se había convertido en un principado independiente, que compartía con Francia y Navarra la figura del soberano. Pero a la vez era una aliada incondicional de la monarquía francesa, en guerra con la monarquía hispánica (1635-1659) para dirimir el liderazgo mundial. Catalunya era una balconada territorial de gran valor estratégico que permitía el paso y el establecimiento de los ejércitos franceses en la Península. Por todo ello, la figura del lugarteniente real en Catalunya (el delegado de Luis XIV de Francia, III de Navarra y II de Barcelona) tenía una gran importancia y su elección era un tema prioritario.

Mapa de Europa (1645). Fuente Biblioteca Digital Hispánica
Mapa de Europa (1645) / Fuente: Biblioteca Digital Hispánica

¿Por qué el Cadete la Perla fue el escogido para relevar a La Mothe-Houdancourt?

En 1644, Enrique de Lorena-Guisa era uno de los jefes militares más prestigiosos de Francia. Venía de una larga carrera, que se había iniciado cuando tan solo era un chico de dieciocho años, un cadete, pero con un extraordinario talento para las armas, que llevaba un pendiente con una perla. De ahí venía su apodo de Cadete la Perla. Pero Mazzarini y Montpalau no apostaron por la figura de Lorena-Guisa únicamente por su temprano prodigio, ni por su exitosa carrera militar posterior... sino porque, además de una impresionante hoja de servicios, ostentaba la condición de descendiente de los reyes de la Corona catalanoaragonesa. La abuela de sexta generación de Enrique de Lorena era Violante de Aragón (1381-1442), hija primogénita de Juan I de Catalunya-Aragón. Enrique de Lorena llevaba la bandera de las cuatro barras en el cuartel superior derecho de su escudo heráldico.

¿Cómo fue la lugartenencia del Cadete la Perla?

Enrique de Lorena-Guisa no decepcionó las expectativas que había creado. Lo primero que hizo al llegar a Barcelona fue jurar las Constituciones de Catalunya y se sometió a la ley del país. Paro en seco las extorsiones que practicaban los jefes militares franceses sobre la población civil catalana, y castigó severamente dichas prácticas, condenando a muerte a los culpables y ordenando varias ejecuciones. Separó los cuerpos de los ejércitos catalán y francés, que también era un foco de conflicto, y nombró capitanes del país, que únicamente quedaban subordinados a su figura. Durante su lugartenencia (1645-1647) siempre consensuó con el conseller-protector todas las operaciones militares, y recuperó el temple victorioso de los primeros años de conflicto (la primera etapa de La Mothe-Houdancourt).

Mapa de Catalunya (1608). Fuente Cartoteca de Catalunya
Mapa de Catalunya (1608) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

La herencia del Cadete la Perla

Enric de Lorena era muy consciente de que Catalunya era la cuna de una de sus raíces genéticas. Probablemente, la más prestigiosa. E hizo un gran esfuerzo por conocer la cultura y la historia del país. Aprendió catalán —lengua que acabaría dominando razonablemente bien— y al hijo que tuvo en Catalunya, el quinto con Margarita-Filipa de Cambout, lo bautizó como Ramon Berenguer (1647-1686). El hijo catalán del Cadete la Perla emprendería la carrera eclesiástica y sería abad del monasterio benedictino de Saint-Faron-de-Meaux (a cincuenta kilómetros al este de París). En 1647, Versalles apretó el acelerador bélico mientras, simultáneamente, la diplomacia esbozaba el fin de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), y el Cadete la Perla fue destinado al frente del Rin. Sus sucesores nunca dieron la talla, y esa guerra y la independencia se acabaron perdiendo.