Este martes se ha presentado en Barcelona la 1ª Bienal de Arte en y sobre la Antártida. La idea de los organizadores es organizar un viaje a la Antártida de 100 artistas, filósofos, científicos y "visionarios". La expedición duraría 11 días y se haría entre marzo y abril de 2017. Los protagonistas de la Bienal saldrían de Ushuaia en el barco ruso Akkademik Ioffe y desembarcarían en diferentes puntos del continente antártico y de las islas Shetland del Sur. En la Antártida realizarían acciones artísticas y durante el viaje discutirían sobre el futuro del continente antártico y del mundo.

Más que un viaje

El comisario de la exposición, Alexander Ponomarev, plantea este viaje como una pequeña parte de un proyecto más amplio: la creación de un think tank que, a partir del caso de la Antártida, discuta los problemas de este continente y del mundo moderno. Se plantea como un grupo preocupado por la ecología, por la convivencia entre los humanos y por la calidad de vida, que reivindica la Antártida, como "el último espacio realmente libre del mundo". Este verano se empezarán a seleccionar los voluntarios y en diciembre se hará pública la elección. Se quiere que este grupo sea multinacional, multidisciplinar y joven y con espíritu de aventura.

Alexander Ponomarev

El proyecto

El viaje ha sido concebido por Alexander Ponomarev, un marinero y artista visual ruso, que ha viajado en cuatro ocasiones a la Antártida y que está fascinado por este continente. El proyecto es avalado por el Oceanic Project Charitable Foundation, una entidad que no se encuentra a través del Google, y por la fundación barcelonesa Quo Artis, dedicada a apoyar acciones que vinculan arte y ciencia.

¿Despensa de la humanidad?

No queda claro, en este proyecto, si se apuesta por dejar la Antártida como reserva natural de forma perenne, o si simplemente se la quiere reservar para aprovechar en el futuro sus recursos. Se trataría, sencillamente, de reservar las materias primas de la Antártida para el momento en que éstas sean más escasas (y más caras) en otros continentes. Se corre, pues, el riesgo de que los ataques al medio ambiente que han sufrido los otros continentes acaben afectando a los territorios antárticos.

Más dudas que certezas

Parece ser que la cultura occidental va asociada, inevitablemente, al afán de expansión. En los últimos siglos, los hombres no han parado de buscar una tierra vacía donde hacer realidad sus sueños. Los africanos, los asiáticos y los indios americanos ya sufrieron los sueños utópicos o avariciosos de los europeos. Exploradores de todo tipo se lanzaron a la conquista de las selvas, los desiertos, y los polos... Esta Bienal parece entroncar completamente en esta línea. Definen la Antártida como "un mundo nuevo", en el que podrían hacerse aquellas cosas que no se pueden hacer en el resto del Planeta: "El continente blanco es como una hoja en blanco", afirman los organizadores.

¿Intervenir o dejar?

La mayoría de los especialistas consideran que la garantía de la preservación del medio ambiente antártico es reducir al mínimo la presencia humana. Los acuerdos internacionales intentan limitar la actividad económica a los científicos que realizan tareas que pueden ser beneficiosas para el conjunto de la humanidad. Y no se permiten actividades extractivas. El Tratado Antártico de 1959, firmado por 52 países, establece que en la Antártida no puede haber actividades militares y que tiene que haber acuerdos unánime entre los signatarios para modificar el tratado, lo cual supone entorpecer cualquier nuevo tipo de explotación del continente.

La apuesta por el poblamiento

Uno de los aspectos más polémicos del proyecto de la Bienal es que se plantea como la vanguardia de un futuro poblamiento del continente. El arquitecto Hani Rashid, una de las caras visibles del proyecto, asegura que, con el cambio climático, se podrá cultivar en la Antártida y que, por lo tanto, se podrá proceder al poblamiento de partes del continente. Asegura que él ya se está planteando cómo construir en este territorio. Y cree que la humanidad se tiene que plantear un nuevo tipo de ocupación del territorio, distinto de la que la humanidad ha realizado hasta ahora y absolutamente respetuosa con el medio.

¿Arte para los pingüinos?

En el mundo del arte está la necesidad constante de crear cosas nuevas. Y cada vez parece más difícil hacer alguna cosa realmente original. La 1ª Bienal se presenta como una acción realmente revolucionaria en el mundo del arte. Realmente, hasta ahora a nadie se le había ocurrido plantarse en el continente desierto para hacer performances. Ahora bien, no queda claro porqué algún artista tendría que irse a crear su arte justamente donde nadie puede verlo. En realidad, los organizadores del acontecimiento no tienen muy claro qué tipo de obras se harán, pero prevén pasearla por diferentes museos al retorno.

Pero, ¿se hará alguna cosa?

Las cuestiones sobre el contenido artístico de la "Bienal" todavía van más lejos. No queda claro qué posabilidades tendrán los creadores de hacer alguna cosa de caliad en un espacio de tiempo tan breve de tiempo, especialmente si durante el viaje tendrán que hacer también talleres de poesía, y además deberán reunirse con los "visionarios" que los acompañan para decidir el futuro antártida y del mundo.