Las naciones del mundo son producto de la historia, de grandes gestas y pequeños detalles, de casualidades fruto del azar y de decisiones no siempre bien encaminadas. Y aunque vivimos en una sociedad decididamente pacifista, los hechos de armas forman parte del bagaje histórico de todos los territorios. Se quiera o no, las guerras y batallas son parte inherente de la historia humana y, muy a menudo, han sido los resultados de estos actos violentos, las victorias y las derrotas, las que han marcado el devenir mucho más allá de la razón, el desarrollo de la economía, el progreso o la concordia.

Catalunya no es, en este aspecto, ninguna singularidad. Las guerras han marcado el territorio catalán y han formado parte del río histórico que nos han llevado hasta el presente. También los hechos de armas de los catalanes fuera de Catalunya han dejado huella, no sólo entre nosotros, sino también en los otros pueblos de nuestro entorno.

Más de 2.000 años de guerras

Efectivamente, la tierra catalana, situada en un lugar de paso de entrada y salida de la península, ha sido testimonio de batallas desde hace más de 2.000 años y hasta justo la primera mitad del siglo pasado. Este ciclo bélico -por suerte, acabado- ha sido compilado por el escritor Víctor Farradellas en el libro 50 batalles de la Historia de Catalunya (Ahora Libros, 2016), un volumen que recoge medio centenar de hechos de armas con la voluntad de divulgar aquellos episodios para hacerlos más próximos al gran público.

Con estas 50 batallas escogidas por el autor -podría haber más-, se pueden recorrer pues las vicisitudes por las que ha pasado la tierra catalana desde mucho antes de que recibiera este nombre. De hecho, como un círculo que se cierra -y ojalá no se vuelva a abrir-, la recopilación de batallas empieza y acaba en el mismo lugar, en el río Ebro, precisamente allí donde se enfrentaron romanos y cartagineses el año 217 antes de Cristo en el marco de la Segunda Guerra Púnica y, 22 siglos más tarde, donde en 1938 el ejército republicano intentó, por última vez, salvar a Catalunya y a España del fascismo.

En medio, episodios conocidos en la historia de Catalunya como la batalla de Muret -1213- y el Asedio de Barcelona -1714-, pero también hechos a menudo no tan conocidos -o no tan recordados- como la batalla de Ilerda -49 AC-, donde Julio César derrotó a los pompeyanos durante al Segunda Guerra Civil romana; la batalla de Rovirans -985-, que abriría las puertas al saqueo de Barcelona por parte de las tropas de Almanzor; o el asalto al Coll de Panissars -1285- que puso fin a la cruzada contra los catalanes y a la muerte, poco después, de todo un rey de Francia.

Intervencionismo fuera de Catalunya

También, porque el catalán no ha sido históricamente un pueblo más o menos pacífico que los otros, se reflejan las batallas con presencia de catalanes fuera del territorio, como la expedición a Córdoba -1010- donde fueron los catalanes los que saquearon el entonces ciudad musulmana más importante de la península; la batalla del Cefís -1311- por la cual la compañía almogávar consiguió un feudo propio, el ducado de Atenas; o el asedio de l'Alguer -1354- que llevó a la catalanización de esta ciudad sarda previa expulsión de la población inicial.

También, de una manera u otra, todas las guerras importantes que han tenido lugar a Catalunya o con participación catalana aparecen al libro, las conquistas carolingias; las luchas contra los musulmanes -sin olvidar la batalla de Las Navas de Tolosa (1212)-; las conquistas de Jaime I; la expansión mediterránea; la Guerra de los dos Pedros; la Guerra Civil catalana; las guerras remences; la Guerra de los Segadores; la Guerra de los Nueve Años; la Guerra de Sucesión -la que cuenta con más batallas, siete; la Guerra Grande; la Guerra de la Independencia española; las tres guerras carlistas; y, finalmente, la Guerra Civil española. En definitiva, un repaso a la historia bélica de Catalunya.

Además, el volumen, a pesar de apuntar toda una serie de momentos decisivos de la historia catalana que fueron como fueron demasiado a menudo por errores evitables o hechos casuales, Farradellas evita incurrir en la especulación histórica del 'que habría pasado sí', que habría dado a situaciones alternativas en caso de que el resultado de las batallas hubiera sido diferente. Aún así, es una posibilidad con la que siempre puede jugar el lector.