Nombre fundamental en el estallido del nuevo pop catalán, Antònia Font han retornado con Un minut estroboscòpica (Primavera Labels, 2022) su primer disco después de una década de silencio y siete años separados; un álbum, perfecto decálogo de su personalidad creativa, saladamente cósmico y sideral. Celebrando su reunión, desde Revers cogimos un avión y nos plantamos en Palma para encontrarnos y entrevistar a su cantante (y artífice de este resurgimiento) Pau Debón.

¿Qué grupo te gustaría que es reuniera?
Una pregunta muy difícil... Yo me quedé con las ganas de ver Dire Starits y... Extremoduro. Y siempre me ha hecho ganas de ver un concierto de un grupo de heavy de los 80 o los 90. No vi a ninguno y me habría gustado

¿Eras heavy, de pequeño?
Sí, era heavy. Me gustaba mucho. No iba vestido de heavy, pero se me movía con un grupo de amigos que todos eran mucho heaviates. Escuchábamos grupos como Accept o Iron Maiden. A estos sí que me habría gustado verlos.

Había mucha música en casa, cuando erais pequeños.
No, en casa había cuatro discos mal contados. De hecho, yo no he sido nunca un gran consumidor de música. Escucho muiy poca música y cada vez menos. Fue mi hermano mayor, el que empezó a escuchar música. Recuerdo un disco que nos marcó mucho: Tunnel of Love de Bruce Springsteen. Me chifla. Todavía lo escucho.

¿Cómo descubriste que tenías buena voz?
Accidentalmente. Empecé a tocar la guitarra y me junté con mi vecino de toda la vida. Pared con pared, vivíamos. Él tocaba la batería. Alguien tenía que cantar y me tocó a mí.

¿Dónde vivíais?
En Palma.

Decíamos que fuiste cantante por accidente.
Los primeros discos de Antònia Font no los puedo escuchar. Me escucho y me parece que tengo voz de pito. El timbre de voz me ha cambiado mucho. De hecho, no me considero un  buen cantante, pero sí que tengo una voz peculiar que ha gustado a la gente. Todo fue culpa de Joan Miquel Oliver.

¿Por qué?
Joan Miquel era amigo de mi hermano Pere. Estudiaban juntos Filosofía. Un día, yendo en coche los tres, puse un casete. Era una grabación de un concierto que habíamos hecho con Dru, aquel primer grupo que tenía con mis amigos. Le sorprendió mi voz. Pere y Joan Miquel ya habían hablado sobre tener un grupo ellos dos.

Antònia Font nació en un viaje en coche.
Joan Miquel entonces tocaba con La Fosca, su grupo del instituto. Y ya estando con nosotros también tocó una temporada con Fora des Sembrat.

Empezasteis siendo un grupo de amigos que monta un grupo de música. ¿Cómo ha evolucionado vuestra relación a lo largo de todos estos años?
Los amigos eran Pere y Joan Miquel. Jaume Manresa, el teclista, y Pere Estalleras, el primer bajista, rondaban por la universidad. Y yo era el hermano de Pere. Son muchos años de vivir muchas cosas estableciéndose unas relaciones muy intensas. Por eso, siempre que volvíamos de gira, necesitábamos desconectar los unos de los otros. Fuera de Antònia Font no nos hemos visto nunca. Quizás alguna vez para cenar. Pero no éramos amigos de ir juntos al cine. Somos muy amigos, pero dentro de un contexto. Fuera de aquí somos conocidos. Entender eso es básico para que un grupo dure. Era como una relación laboral, aunque suene frío, pese a que nunca he considerado que Antònia Font fuera un trabajo.

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Antònia Font se han reunido después de una década de silencio creativo. Foto: Tarek Serraj

Somos muy amigos, pero dentro de un contexto. Fuera de aquí somos conocidos

¿Nunca?
Siempre he tenido un trabajo más allá del grupo, excepto una época muy breve, los dos años que pasaron desde la publicación de Lamparetes (Robot Innocent Companyia Discogràfica) en el 2011 y hasta que nos separamos en el 2013. Yo y todo el resto del grupo también tenía sus trabajos, excepto Joan Miquel.

¿Qué hacías?
Soy geógrafo y durante muchos años trabajé en una empresa que actualizaba el catastro. Nos paseábamos por los pueblos y hacíamos los planos de las casas, actualizándolos si se habían hecho obras. Me gustaba muchísimo. Ahora trabajo llevando la comunicación de Deixalles, una entidad que se dedica a la reinserción social y laboral de personas con riesgo de exclusión a través de la restauración de muebles recogidos de las basuras.

Dicen que sois un grupo galáctico.
Joan Miquel Oliver tiene una manera de ver el mundo y de captar cosas, que al resto se nos pasan de largo.

¿Cómo te haces tuyas sus letras?
He tenido mucha suerte porque sus letras siempre las he sentido mías. Tiene y utiliza un lenguaje en el que me siento muy cómodo. Incluso en un disco como Vostè és aquí, que era muy experimental.

Hablando de experimentación, siendo uno de los grupos más importantes del pop y el rock en catalán de las últimas décadas, nunca os habéis limitado a quedaros en vuestra zona de confort. Habéis publicado discos muy experimentales.
Creo que este es el secreto. Queremos pensar que los fans de Antònia Font quieren que seamos así. Yo mismo, como fan suyo, quiero que Joan Miquel Oliver haga siempre lo que quiera. Por mucho que parezca una locura. Que muestre siempre toda su creatividad sin ningún tipo de contaminación externa.

Es sabido que Joan Miquel Oliver es el alma creativa del grupo. El resto, Pere, Joan, Jaume, tú... ¿No habéis sentido nunca la necesidad de componer?
Si hubiera tenido la necesidad de decir alguna cosa, habría encontrado mi espacio, fuera de Antònia Font. Somos un grupo abierto a poder participar de otros proyectos. Joan ha tocado con otra gente, Jaume, también.

¿Nunca te has planteado hacer un disco en solitario?
No. Mis expectativas como músico y cantante están más que superadas. Mucha gente me lo ha propuesto. Pero no me ha interesado nunca tener proyectos en paralelo. De hecho, Antònia Font siempre ha ocupado tanto tiempo que mis proyectos fuera del grupo siempre han estado alejados de la música.

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Un minut estroboscòpica es el disco de reunión de Antònia Font. Foto: Tarek Serraj

Me gusta que haya alguien en el trabajo que todavía no sabe que soy el cantante de Antònia Font

¿Cuáles son estos otros proyectos?
Me gusta vivir en una segunda línea porque con Antònia Font, como cantante, siempre tengo que estar allí en frente y, en parte, me molesta un poco. Pero sdaliendo de aquí me gusta el anonimato. Me gusta que haya alguien en el trabajo que todavía no sabe que soy el cantante de Antònia Font. Mi vida privada va un poco por aquí. Me gusta mucho pasar tiempo con la familia y cuidar de mi huerto.

Recuerdas la primera canción que Joan Miquel Oliver escribió para Antònia Font.
Nos presentó dos:  ‘S’univers és una festa’, que la incluimos en nuestro primer disco. La otra se llamaba 'Rumba', y sólo la grabamos en una maqueta. Después vino ‘Es ‘xifon’ és un aparato’, que también la grabamos únicamente en la maqueta, y 'Cibernauta Joan', que sí que aparece a nuestro primer disco.

¿Cuál es tu canción favorita de Antònia Font?
Siempre digo 'Portavions', una canción muy sencilla pero con una sonoridad que me encanta.

La actual escena musical mallorquina, que está pasando por un momento sublime con bandas como Da Souza, Salvatge Cor, Maria Jaume... No se entendería sin vosotros (ni Oliva Trencada).
Joan Miquel Oliver ha conseguido una cosa única en el pop: encapsular la idiosincrasia mallorquina dentro de un concepto global. Uno de los hechos por los cuales me siento tan cómodo cantando las canciones de Joan Miquel, es porque escribe tal como charlamos. Eso en Mallorca ha costado muchísimo. Todavía cuesta eludir el artículo neutral, que no uso y con el cual me cuesta transmitir, para cantar con el artículo salado. Igual que si cantara en castellano. El otro día hice unas declaraciones en este sentido y mucha gente no lo entendió.

¿Qué pasó?
Dije que si cantara en castellano no transmitiría lo mismo que cantando en catalán, que es el idioma que hablo. Yo lo veo clarísimo, pero hay mucha gente que no lo entendió. No es un tema de repudio al castellano, porque cantando en inglés me pasaría lo mismo. Antònia Font somos lo que somos pornlo que decimos y cómo lo decimos, si cambiáramos la fórmula ya no sería lo mismo. Seguro que haríamos buenas canciones, pero no sería Antònia Font.

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Revers viajó hasta Palma para encontrarse en exclusiva con Antònia Font. Foto: Tarek Serraj

Joan Miquel Oliver ha conseguido una cosa única en el pop: encapsular la idiosincrasia mallorquina dentro de un concepto global

¿Hay alguna banda de estas que citábamos que sientas que son especialmente discípulas vuestras?
Todo el mundo me habla de Da Souza. Los he escuchado un poco y me gustan pero encuentro que musicalmente tienen poco que ver con nosotros. Y está bien que sea así. De hecho todos ellos tienen una propuesta muy personal, interesante y original.

¿Recuerdas la conversación en que os dijisteis que os separabais?
Sí. Nos encontramos los cinco en el estudio de Joan Miquel para hablar de eso. Fue triste pero, en un segundo momento, fue fácil. Al cabo de un par de minutos, todo vimos que ya no había nada más que decir. Estábamos quemados y, si seguíamos, las cosas no habrían ido como tenían que ir. Estábamos allí arriba, pero fue la decisión más acertada, difícil pero honesta. Nos separamos en el momento que tocaba y hemos vuelto cuando teníamos que hacerlo.

¿Qué momentos destacarías de esta primera etapa?
Hay un par que les recuerdo especialmente. La presentación de A Rússia en el Teatre Principal de Palma. Veníamos de tocar mucho por el circuito de verbenas de la isla. Aquel concierto fue nuestra consolidación como grupo. De hecho, el mismo disco ya fue un gran salto adelante como grupo. El primero era muy disperso y con A Rússia empezamos a definir nuestra propuesta.

¿El segundo momento?
Nuestro concierto en el festival Pirineos Sur. Es un festival chulísimo, en un paraje espectacular. Este y el concierto con orquesta en el Liceu.

Ya separados quedabais una vez al año para cenar.
Más o menos. Cada año nos llegaba un cheque de 100 euros por los derechos de autor de nuestro primer disco. Los gastábamos en una cena y nos poníamos al día de qué estábamos haciendo cada uno de nosotros. Hablábamos de cosas intrascendentes y acabábamos la noche haciendo un gin-tonic en el Lorien, un bar histórico de Palma.

La idea de volver a reuniros surgió en una de estas cenas.
Nos llegaron infinidad de propuestas para reunirnos durante todos estos años. Cada mes recibíamos una oferta para volvernos a reunir. Algunas de festivales muy importantes. No sé todavía por qué, pero quien finalmente nos convenció fue la gente que organizó el Concert per la Llibertat d’Expressió en el 2018. Fue aquí donde yo reviví todo. Aquel concierto me removió muchas cosas. Un año después en uno de estas cenas planteé la idea de reunirnos.

Joan Miquel quería que si volvíamos hiciéramos un disco para tener material nuevo para presentar en directo

¿Quién fue el primero que se subió al barco?
Todos pusimos sobre la mesa nuestras condiciones. Joan Miquel quería que si volvíamos hiciéramos un disco para tener material nuevo para presentar en directo.

¿Cómo fue el primer ensayo juntos?
La primera vez que nos reunimos todos en el local fue este enero, porque el disco lo grabamos por separado. Nos reímos mucho. Había temas que no recordábamos cómo iban. Después escogimos el repertorio, porque serán conciertos que durarán dos horas y no hay espacio para todas las canciones.

Un minut estroboscòpica es un disco plenamente Antònia Font.
Cierto, aunque no es un disco uniforme. Musicalmente es muy diverso. Y con respecto a las letras, aquí sí, hay un eje central: el amor. Tengo la sensación que esta vez Joan Miquel, siendo totalmente fiel a su manera de ser, ha querido que se le entienda mejor.

Dice que se cerró toda una semana en la cama, bajo la manta, y de aquella experiencia surgió todo el disco.
No lo sé, eso dice él. Pero yo me lo creo.