El Salón del Manga, además de ser el lugar de encuentro de los amantes del cómic japonés, es la gran fiesta de la gastronomía japonesa. El primer Palacio de la Fira, dedicado íntegramente a la comida durante el Salón, está orientado básicamente hacia la comida japonesa. En el centro del pabellón se ha ubicado un escenario donde se presentan, en directo, elaboraciones de cocina japonesa. Y buena parte de los bares y restaurantes están dedicados a especialidades niponas. Hay un par de bares clásicos, y varios food trucks, pero estos no atraen al grueso del público, aunque ofrecen especialidades atractivas, y no tienen mucha cola. La gente prefiere añadirse a las larguísimas colas de los stands especializados en cocina japonesa. Algunos visitantes, a pesar de todo, sacan sus bocadillos y se limitan a pedir en el Salón unas bebidas...

Salón del Manga. Foto: Roberto Lázaro.

Colas

En algunos de los stands de cocina japonesa hay colas de más de un centenar de personas, aunque todavía no es hora de comer. Las mesas situadas a su alrededor están todas llenas: parece ser que la mayoría de los asistentes estaban decididos a pasar el día aquí y han aprovechado el mediodía para descansar y recuperar fuerzas. Parece que los jóvenes no encuentran extraña la cocina japonesa, porque no tienen problema en hacer largas colas para pedir sus platos más deseados. Lo más frecuente es que se pidan ramen, la versión japonesa de los fideos japoneses, pero también tienen mucho de éxito las típicas empanadillas, Kimuchi Gyoza, el pollo teriyaki, el arroz con curry y los pinchos de productos a la parrilla, yakimono. Algunos, más valientes, incluso se atreven a probar los deliciosos buñuelos rellenos de pulpo, el takoyaki. Entre los postres arrasan los doraiakis, los dulces de en Doraemon, pero también tienen cierta salida los mochi, los dulces hechos con harina de arroz, y el helado japonés kakigori, realizado con sirope de vivos colores vertido sobre nieve.

Salón del Manga. Foto: Roberto Lázaro.

El escenario

El escenario dedicado a la gastronomía tiene mucho más público que los dedicados propiamente al manga. Su tamaño es mucho mayor y cuenta con una grada de gran medida, que se llena hasta arriba cuando hay demostraciones. Y eso que algunos de los platos que se preparan no se hacen con los ingredientes que forman parte del repertorio habitual en las cocinas occidentales, como unas brochetas de lengua de ternera que al cocinarse desprenden un olor delicioso. Pero si la presentación de comidas japonesas despierta una gran expectación, entre un público que confiesa que ya ha probado muchos productos japoneses, la presentación de los diferentes sakes provoca furor. Especialmente cuando se ofrece una pequeña degustación.

Lo más auténtico

En el piso superior del Palacio 2, donde se celebran los talleres de cultura japonesa, se ha organizado un taller de cocina macrobiótica, con la colaboración de entidades macrobióticas locales. Pero el público no ha mostrado tanto interés en comer respetando el equilibrio entre el yin y el yang, como en degustar los pastelitos o los fideos que comen sus héroes de cómic favoritos. Prefieren la cocina rápida japonesa a la sana cocina oriental. Se demuestra, una vez más, la gran tarea del manga como divulgador de la cultura japonesa.