La naturaleza es sabia y por eso para las frutas y las verduras cuentan con todo tipo de esquemas para asegurar su supervivencia. Entre otras estrategias, algunas atraen a determinados animales para que ayuden con la polinización, otras emplean los elementos para dispersar sus semillas y hay también otras que han desarrollado pequeños arsenales de armas químicas para evitar ser devoradas por los depredadores. Esto último es lo que más debería preocuparnos a los que consumimos vegetales.

Por eso, los productos que vamos a ver a continuación tienen una serie de condiciones que conviene conocer.

  • Patatas

Si las patatas han adquirido un tono verdoso o han brotado, aléjate de ellas, ya que es entonces cuando un alcaloide tóxico llamado solanina está particularmente concentrado. Aun así, haría falta comer muchas patatas verdes para llegar al punto de vomitar, sufrir dolor de estómago, alucinaciones o incluso parálisis, pero nunca está de más tenerlo en cuenta.

  • Lichis

Los dulces lichis parecen inofensivos pero no es así. Si se comen antes de que maduren, las toxinas de la fruta pueden provocar niveles extremadamente bajos de azúcar en la sangre; algo que para aquellos que ya tienen un nivel bajo de azúcar en la sangre o que sufren de desnutrición puede ser un problema, ya que las toxinas pueden provocar desde fiebre hasta encefalopatía o, incluso en los casos más severos, la muerte.

  • Anacardos crudos

Los anacardos crudos vienen recubiertos de una resina llamada urushiol, que es el mismo compuesto que hace que la hiedra venenosa sea tan peligrosa. Puede causar erupciones cutáneas bastante graves y puede ser tóxico cuando se ingiere o incluso fatal para cualquier persona con mayor sensibilidad al urushiol. Eso sí, si te preguntas por qué has podido comer anacardos etiquetados como crudos y no has tenido ningún problema, es porque todos los anacardos comerciales en realidad se cocinan para quitarles la cáscara. Se venden crudos porque no han sido tostados ni procesados, pero han sido cocidos, lo que hace que estén exentos de peligro real.

Anacardos crudos : Pixabay
Anacardos crudos / Pixabay
  • Los huesos de algunas frutas

Los huesos de frutas como las cerezas, los albaricoques, las ciruelas y los melocotones tienen una pequeña sorpresa secreta escondida en su interior: compuestos cianogénicos. O para que se entienda mejor, elementos que forman parte del cianuro.  

Si te tragas el hueso, no tendrás problemas, pero si lo masticas primero o te tragas algún trozo del mismo, las cosas podrían ponerse feas. Los expertos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria estiman que no es seguro que los adultos ingieran más de tres semillas pequeñas de albaricoque de una sola vez. Para un niño pequeño, solo se necesita una semilla pequeña para correr el riesgo de envenenarse.

  • Alubias crudas

Afortunadamente, las alubias rojas crudas no son un alimento atractivo para el ser humano. Pero dado que las personas que siguen una dieta crudivegana a menudo buscan formas novedosas de incluir alimentos crudos, hay que tenerlo en cuenta.

Muchas alubias vienen con la toxina fitohemaglutinina, que se presenta en concentraciones especialmente altas en la variedad roja y en el formato crudo. Aunque cocinarlas es suficiente para hacer que la toxina sea inofensiva, solo un pequeño puñado de alubias rojas crudas puede activar síntomas indeseados. En todo caso, si ocurriera la intoxicación, la recuperación suele ser bastante rápida y satisfactoria.