En dos años, la pandemia de la covid-19 que ha cambiado nuestras vidas ha sufrido diferentes transformaciones, entre otras cosas, en el perfil de los infectados. Según un informe de Cruz Roja, si durante 2020, sobre todo por el peso del periodo del confinamiento, el principal perfil atendido fue el de personas mayores que vivían solas o en situación de dependencia con escasa red de apoyo en el entorno inmediato.  Sin embargo, en 2021 han emergido con fuerza otros perfiles con necesidades diversas: colectivos más jóvenes, con necesidades de empleabilidad, pequeños autónomos afectados por las restricciones en sus negocios y, sobre todo, familias con menores de edad.

Precisamente entre estas últimas destacan por la especial virulencia con las que ha afectado esta nueva crisis: las monoparentales encabezadas por mujeres, con escasos ingresos y dificultades de conciliación, y las familias migrantes con situación administrativa irregular o precaria.  

La institución destaca la gravedad de las consecuencias psicológicas y emocionales de la pandemia; casi cuatro de cada diez personas atendidas por Cruz Roja se enfrentan a algún problema de modo continuo, siendo la preocupación (26,5%), las dificultades para dormir (19,1%), y la depresión (16,4%) los síntomas más frecuentes.  

La situación de las mujeres es peor que la de los hombres, con diferencias de entre 3,2 y 10,1 puntos porcentuales. A los jóvenes les afecta principalmente la incertidumbre ante el futuro y la falta de oportunidades; a las personas adultas con responsabilidades de cuidado, la preocupación por sustentar sus hogares y a las personas mayores la soledad y el aislamiento.  

Mujer llorandoEn el estado de salud físico, también las mujeres acusan peor salud: el 40,5% de ellas define su estado como regular, malo, o muy malo, y el 21,3% afirma que se ha deteriorado en estos dos años de pandemia. En el caso de los hombres, las respuestas descienden al 31,5% y el 14% respectivamente.  

En algo más de una cuarta parte de los hogares ha habido contagios del virus, y en un 5,3% han tenido que afrontar el empeoramiento del estado de salud de alguno de sus miembros por la dificultad de acceso al sistema sanitario, la suspensión de un tratamiento durante la pandemia, o por no poder costear los medicamentos. Al igual que en el resto de parámetros, también las mujeres se han contagiado más que los hombres.  

Un 17% de las personas encuestadas están afectadas por la llamada “fatiga pandémica”, un cansancio a nivel informativo y comportamental relacionado con la covid.  

Los jóvenes y adolescentes, más allá de las repercusiones en sus actividades de ocio, en un 53,8% afirman haber visto alterada su vida laboral o estudiantil para peor: el 26,9% ha visto reducidos sus ingresos, el 22,5% ha quedado en situación de desempleo o le cuesta encontrar trabajo, el 22,1% ha sufrido cambios en sus condiciones laborales y el 8,6% en sus rutinas de clase.