El Bicing es (o puede ser) maravilloso. Quien lo utilice diariamente puede pensar que es el mejor sistema de transporte para moverse por Barcelona. Servidor lo utiliza cada día para evitar el metro y llegar 15 minutos antes al trabajo, 20 minutos antes a casa de la pareja y otros 20 para ir a jugar a baloncesto con los amigos. Además de hacer llegar a sus usuarios antes en sus destinaciones, es más barato. La T-Casual (la antigua T-10) vale 11,35€, de manera que cada trayecto cuesta 1,13€. En cambio, quien pague una cuota de 50€ anuales de Bicing puede viajar gratis en una bicicleta mecánica de toda la vida y pagar solo 35 céntimos por trayecto si escoge una eléctrica. Spoiler: todo el mundo viaja con eléctricas. Porque los que hemos escogido vivir en la civilización no queremos llegar sudados a los sitios.

El Bicing es fantástico, pero solo lo es cuando funciona bien. Y funciona bien solo en invierno, cuando hace un frío que pela las manos de cualquiera que se atreva a ponerlas sin guantes sobre un manillar. En aquella época del año la demanda baja y no hay ningún problema para encontrar bicicletas. El verano, en cambio, es otra historia (por esto este artículo forma parte de nuestra sección especial de verano de La Tumbona). Todo el mundo quiere pedalear. Es importante explicar el motivo, porque hay mucha gente que nunca ha cogido una eléctrica y se piensa que solamente sirven para ir más deprisa: no requieren ningún esfuerzo físico. Con este tipo de bicicletas puedes subir hasta el castillo de Montjuïc sin derramar ni una gota de sudor. Muy diferente de lo que pasa en verano en los pasadizos subterráneos del metro.

El Bicing en Barcelona y la guerra entre usuarios

En verano, el Bicing es un despropósito. La dificultad para encontrar eléctricas es humillante. A menudo se producen situaciones en las cuales dos jóvenes corren como desesperados para ver a quién se lleva la última bicicleta que queda en la estación, y me atrevo a decir que eso atenta contra la dignidad de las personas. Es un despropósito, de verdad. Porque los usuarios pagan una cuota fija al año, y durante unos meses se encuentran con que no pueden hacer uso del servicio público en incontables ocasiones.

El Bicing y la pesadilla de la App Smou

Existe una funcionalidad que es la de reservar a través de la App Smou una bicicleta durante cinco minutos. Una grandísima idea para evitar peleas a pie de calle, si no fuera porque no funciona bien. Actualmente, yo estoy 'sancionado' por haber llegado "al máximo de reservas no utilizadas este mes". Es mentira. He llegado sobrado de tiempo a todas las reservas que he hecho en las últimas semanas y ahora tengo bloqueada esta funcionalidad temporalmente.

 

 

Las reservas de bicicletas se hacen a través del mapa interactivo que tiene la App Smou. El último día del pasado mes de junio el usuario @jofrecf publicaba en Twitter una captura de pantalla de su mapa en el cual se observa que no queda ninguna bicicleta disponible en su entorno. El mismo tipo de foto colgaba dos semanas después el usuario @carlosmat23, que se quejaba de que el Bicing "todavía permita que más gente se abone cuando el servicio ya no da para más". "Me levanto a las seis de la mañana para conseguir una bici eléctrica para subir a Vall d'Hebron; la App indica que quedan tres, pero no; solo hay una y cuando empiezo a pedalear me doy cuenta de que no funciona; buen servicio este verano, os estáis luciendo", añadió dos días después la @MTorrens3.

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Una usuaria del Bicing amenaza a otro usuario que iba a quedarse la última bicicleta de una estación, en una imagen de archivo.

Batería, reparación... y la luz roja del Bicing

El otro día el dramaturgo y director Xavi Buxeda se quejaba en su cuenta de Twitter que estos días "encontrar una eléctrica cuesta más que encontrar un agujero en la Barceloneta". La cuenta oficial de Bicing salía en su defensa y le respondía el tuit asegurando que "durante los últimos meses los usos de la bicicleta eléctrica se han duplicado y eso comporta una situación de estrés en las baterías, que no tienen tiempo de hacer el ciclo de carga completo y eso comporta una recuperación manual". He ahí la explicación a aquello que hace sentir más miserable a un usuario del Bicing: llegar a la estación y encontrarte hasta diez bicicletas, pero no poder usar ninguna porque todas tienen una luz roja.

 

 

A las bicicletas aparcadas también se les ilumina una luz roja cuando un usuario pulsa el botón con símbolo de una llave inglesa para denunciar que hay que repararla. Resulta gracioso que el Bicing, en su respuesta a este director de teatro, denunciara que los barceloneses hacen "un cierto mal uso" de este botón. Como si ahora, de golpe, los que utilizan este servicio se hubieran convertido en unos exquisitos. Que quede claro: los usuarios deben pulsar este botón cada vez que la bicicleta tiene una deficiencia, por muy pequeña que sea, tanto si es que el freno no funciona bien, como si una rueda está un poco deshinchada o la bicicleta no circula a la velocidad deseada. Que por eso pagamos. Y nos va la seguridad. Y hace falta que el Ayuntamiento invierta en más estaciones y más bicicletas, se apresure a repararlas más rápidamente y demuestre que la expulsión de los vehículos contaminantes de las calles de Barcelona pasa por una apuesta por el transporte más ágil, barato y ecológico de la ciudad: el Bicing.

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Un usuario del Bicing hace guardia en una estación vacía esperando a que llegue la primera bicicleta, en una imagen de archivo