El vecinos del pasaje de Xile, una calle pacificada del barrio de Sant Ramon, en el distrito de les Corts de Barcelona, viven los que podrían ser los últimos días de tranquilidad de esta vía ante la posibilidad que de manera inminente abra un supermercado-fantasma o 'dark store', es decir, un establecimiento que suministra todo tipo de mercancías pero sólo vende a domicilio, un modelo de negocio que se suma a las cocinas-fantasma en la expansión de los sistemas de venta a través de internet con reparto por medio de los llamados 'riders', es decir repartidores que normalmente se mueven en bicicleta -eléctrica o no-, patinete o motocicleta.

En un local del número 56 de este pasaje ya estaría todo preparado para subir la persiana y empezar la actividad, según los vecinos, que ya se han movilizado para intentar parar lo que para ellos puede suponer el fin de un espacio que invita al paseo con tranquilidad.

Un oasis en medio de la ciudad

El pasaje de Xile es una vía que une la calle de Cardenal Reig con la avenida de Sant Ramon Nonat, junto a la carretera de Collblanc y a sólo una calle del municipio de l'Hospitalet de Llobregat.

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El pasaje de Xile fue urbanizado los años treinta con un modelo noucentista / Jordi Palmer

Formado mayoritariamente por pequeñas casas unifamiliares, con vivienda en la planta baja y en algunos casos con pequeño jardín, fueron construidos entre los años 1931 y 1934 siguiendo un proyecto del arquitecto Modest Feu i Estrada, colaborador de Antoni Gaudí, pero de estilo marcadamente noucentista.

En comparación con los viales adyacentes, el pasaje de Xile es un oasis de tranquilidad, pacificado y abierto al tráfico pero con prioridad invertida, es decir, la preferencia es para los peatones. Eso lo convierte en un lugar de paseo y también genera una entidad singular para sus vecinos, que no superan el centenar. Con dos jardines de infancia en el mismo pasaje y convertido en lugar de paso para los alumnos y familiares de la escuela pública Pau Romeva, situada muy cerca, no parece el sitio más indicado para un continuo trasiego de repartidores.

Recogida de firmas

Ante esta situación, los vecinos se han movilizado con acciones como la exhibición de pancartas contra la apertura del nuevo negocio, que ya cubren toda la vía, y una recogida de firmas que ya supera las 1.400, con la voluntad manifiesta de "presionar" para que el Ayuntamiento de Barcelona pare el negocio. "Teniendo en cuenta que es un pasaje pequeño con pocos habitantes, hemos hecho mucho de ruido en el barrio", señala a elNacional.cat Òscar Tapioles, uno de los vecinos afectados, que asegura que después de estas primeras acciones, "el ayuntamiento va con pies de plomo y está teniendo un poco más de cuidado a la hora de conceder licencias". De hecho, en Barcelona ya funcionan varios supermercados-fantasma y de momento este es el único que está parado.

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Los vecinos Rafael Vidal, Òscar Tapioles y Jordi Gràcia revisan las firmas recogidas / Jordi Palmer

El movimiento vecinal, que cuenta "con pleno apoyo de la Asociación de Vecinos de Sant Ramon", sufre porque aunque el negocio todavía no tiene la licencia, por el movimiento de las últimas semanas -incluida la instalación de grandes refrigeradores- intuyen que sólo conseguirla podrán abrir el negocio. Para tratar el tema tienen prevista una reunión con el distrito para el jueves próximo, 21 de octubre.

Parar el negocio

La principal petición de los vecinos es que el ayuntamiento deniegue la licencia y por lo tanto, "pare el negocio". La desazón de los habitantes de este pasaje es el volumen de movimiento que generaría la apertura del supermercado-fantasma. "Calculamos que para que les sea rentable el negocio tendrían que hacer un mínimo de 750 pedidos diarios", señala Tapioles, lo cual quiere decir "unos 1500 movimientos al día entre entradas y salidas", es decir, un volumen de movimiento que la calle no sería capaz de absorber.

Además, aseguran, el mismo local no tiene capacidad para habilitar salas de espera para los 'riders', de manera que les preocupa que les toque "esperar en la calle" o incluso en la más ancha calle del Cardenal Reig, que sólo haría que amplificar el problema. También hay que añadir que dado que la empresa se compromete a entregar el pedido en sólo diez minutos, consideran que es previsible que los 'riders' vayan a una velocidad superior a la permitida, que en esta vía es de 20 kilómetros por hora.

Los vecinos aseguran que no están en contra del negocio, pero sí de su ubicación en este pasaje, y recuerdan que la licencia para otros establecimientos de este tipo permite la abertura los siete días de la semana entre las 09 y las 24h, con puntas por la tarde y la noche. "Sería una locura en esta calle", apunta a Tapioles.

"Este negocio en este barrio es inviable", insisten los vecinos, que aseguran que más allá de las molestias, el paso continuado de 'riders' podría generar un problema de seguridad: "Esta calle es un poco como un pueblo, la mayoría son plantas bajas y se sale a la calle casi sin mirar", aseguran, y por eso concretan su demanda en la petición de que "se congele la licencia de actividad del supermercado-fantasma en esta calle".

 

Imagen principal: Local del número 56 del pasaje de Xile, donde se puede instalar el supermercado-fantasma / Jordi Palmer