El futuro nombre de la Biblioteca del Estado, que se tiene que construir en terrenos adyacentes a la Estació de França con un plan constructivo del cual solo han empezado los derribos preliminares con el horizonte de terminarla en 2027, tiene todos los elementos para convertirse en un serial que dure exactamente hasta la víspera de la inauguración. Aunque el nombre con que el Ministerio de Cultura promociona el proyecto es el de Biblioteca Pública del Estado en Barcelona y que históricamente el equipamiento se llamaba Biblioteca Provincial de Barcelona -y al concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Martí, le gusta referirse como Biblioteca Central Urbana-, lo más probable es que lleve el nombre de un personaje concreto.

Así lo señaló el ministro Iceta en la presentación de los primeros trabajos de derribo -que probablemente sacarán a la luz nuevos restos arqueológicos- que destacó su voluntad que el nuevo equipamiento tuviera "un nombre propio y no uno genérico", es decir, el de algún personaje importante relacionado con la lengua y la literatura, y con Barcelona. Eso sí, a una pregunta de un periodista de bautizar la biblioteca con el nombre de la agente literaria Carme Balcells, el ministro tiró pelotas fuera y recordó que el nombre lo tenían que consensuar las tres administraciones que participan en el proyecto, gobierno español, Govern y Ayuntamiento de Barcelona, que deberían encontrar un nombre del gusto de todos.

Por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona tampoco tiene interés en abrir ahora esta carpeta. En el pleno municipal del viernes pasado, el concejal de Valientes Óscar Benítez elevó un ruego al gobierno municipal en que proponía que la futura biblioteca fuera bautizada con el nombre de Josep Pla, "el mejor prosista del siglo XX", recordando su "vinculación con la ciudad" de Barcelona, palpable en obras como 'El quadern gris', donde el mismo escritor aseguraba que su llegada a Barcelona fue una "revelación" y que uno de los primeros lugares que conoció fue el parque de la Ciutadella, bien cerca de donde se edificará la futura Biblioteca del Estado.

"Vayan haciendo ruegos"

La respuesta del gobierno municipal a la petición fue la de rechazar el ruego. Tal como recordó el teniente de alcaldía de Cultura, Jordi Martí Grau, como la Biblioteca la impulsa el ministerio, la gestionará el Govern y se hace sobre suelo del Ayuntamiento, el futuro nombre "se decidirá de común acuerdo y no por medio de una decisión del Ayuntamiento". Asimismo, Martí Grau insistió en que el pleno municipal "no es el lugar ni el momento" para tomar decisiones sobre el futuro nombre, y por eso mismo advirtió a Valents que por mucho que "vayan haciendo ruegos", el nombre no es ahora un asunto prioritario del Ayuntamiento.

En todo caso, lo que sí que es cierto es que a cinco años vista de la inauguración de la Biblioteca, el baile de nombres ya está sobre la mesa, y aunque de momento las administraciones mantienen una voluntad de consensuar un nombre que sea del gusto de todo el mundo, el margen hasta llegar a la decisión final es lo bastante largo para que en los próximos años sea un tema del que se hable profusamente.