Aunque Jaume Collboni fue repitiendo en reiteradas ocasiones durante la campaña electoral que él ganaría las elecciones municipales y que se convertiría en el nuevo alcalde de Barcelona, los vecinos de Barcelona no le dieron la razón el pasado domingo 28 de mayo, al menos con respecto a la primera parte de la afirmación. La segunda todavía está en duda, aunque Collboni contradiría lo que había defendido durante las semanas previas a las elecciones municipales. Entonces aseguraba que si quedaba segundo significaría que ha perdido las elecciones, y que, por lo tanto, se marcharía a la oposición, pero no del Ayuntamiento. Minutos más tarde que acabara el recuento de votos en Barcelona, sin embargo, Collboni ya adelantó que él no renunciaría a nada hasta el 17 de junio, cuando se constituyen los ayuntamientos, tampoco en la alcaldía.

Tiene hasta entonces para llegar a un pacto que le dé 21 concejales de 40 con el resto de partidos, ya que si no, el alcalde será Xavier Trias, jefe de la lista más votada. Y de momento, solo ha cerrado una puerta, la de la ultraderecha representada por los dos concejales de Vox en el ayuntamiento. Así ha defendido haber abierto el diálogo con el resto de partidos, "excepto con la ultraderecha", tal y como él mismo ha reconocido desde el Círculo de Economía, su intención es construir una "mayoría de progreso" para gobernar Barcelona y se ha mostrado convencido que esta será posible. "Estamos en medio de las conversaciones, todavía es temprano para decir nada concreto, pero la opción continúa adelante y mantengo la candidatura".

La opción Maragall, la más difícil

En este contexto, los comunes de Ada Colau no han dudado en darle su apoyo y han desvanecido todas las dudas. Ellos apuestan por un gobierno amplio de izquierdas y progresista, liderado por Collboni y en el que también forme parte su partido y ERC de Ernest Maragall, la gran derrotada de estas elecciones, pasando de ganarlas en 2019 a quedar en cuarta posición. Pero esta posibilidad parece complicada. Después de las elecciones, Maragall dio la enhorabuena a Trias por ser el triunfador de la noche, pero al día siguiente no cerró la puerta ni a dar apoyo al candidato de Junts ni al del PSC. Con cinco concejales que pueden ser clave para la investidura, Maragall dejó claro que "Trias tenía la iniciativa" después de ganar las elecciones, pero apuntó también que había "alternativas". "Tendremos que esperar, hablar y escuchar". De momento, Maragall ya se ha encontrado con Trias y también con Maragall y Colau por separado en reuniones informales después de las elecciones, según fuentes de ERC.

Durante la campaña, Collboni no se centró en criticar la candidatura de ERC, que tenía una posición retrasada en las encuestas y se centró en criticar a Trias y a Colau. Con todo, se produjeron momentos de tensión y de reproches cruzados. Por un lado, Maragall alertó de que los derechos LGTBI estaban en peligro si gobernaban Trias o Collboni por la posibilidad de que necesitaran apoyo de otros partidos como el PP. Estas palabras no gustaron nada al socialista, que le recordó al republicano, su orientación sexual, los avances del colectivo bajo los gobiernos socialistas y se reivindicó también como "primer alcalde gay de Barcelona". Las tensiones también llegaron, por otro lado: la figura de Pasqual Maragall, hermano del candidato de ERC y alcalde socialista de Barcelona. Collboni ha reivindicado su legado desacomplejadamente durante la campaña mientras el republicano lo denunciaba.

A eso, se le tiene que añadir otra dificultad por la cual hay que retroceder en el tiempo cuatro años. Entonces, el ganador fue Maragall, pero Ada Colau le cogió la alcaldía con un pacto con Jaume Collboni y los votos a favor de la plataforma de Manuel Valls, Barcelona pel Canvi. Jaume Collboni, tal como él mismo reconoció años después, tuvo "alguna cosa que ver" con este acuerdo mientras Colau negaba cualquier negociación. Eso dificulta que Maragall y ERC puedan dar sus votos para investir alcalde a Collboni.

Sirera condiciona su apoyo a echar a los comunes

Si Maragall obtuvo 5 concejales el 28-M, el PP de Daniel Sirera recuperó impulso y tendrá 4 en el próximo pleno. Estos, sumados a los 10 de Collboni y los 9 de Colau, de momento y a la espera del recuento definitivo que podría cambiar radicalmente la situación con la posibilidad que la alcaldesa en funciones supere a quien hasta febrero era su primer teniente de alcalde, darían a un total de 23 concejales, suficientes para investir a Collboni. Esta posibilidad también es complicada, ya que supondría el acuerdo de dos partidos antagónicos, como son los comunes y el PP, y que todavía se aleja más después de la convocatoria avanzada de las elecciones el 23 de julio.

"Con los comunes no iría ni a echar un café", advirtió Sirera el lunes, ante la posibilidad de unirse a los comunes para hacer alcalde Collboni, aunque también se abrió a pactar a y a "contribuir en la gobernabilidad", sin que eso sea un cheque en blanco. Es decir, daría apoyo a los socialistas si este cumpliera sus peticiones, que implican alejar los comunes de la ecuación. De otra manera, Sirera ve "muy complicado para no decir imposible" un acuerdo con Collboni. Sea como sea, el PSC, que no "descarta nada", no ha cerrado la puerta a ninguna posibilidad. Por eso, ya ha habido contactos informales con los partidos que podrían investir alcalde su candidato, aunque todavía no se ha producido ninguna reunión.