La degradación del urbanismo táctico es uno de los principales problemas de esta nueva manera de urbanizar las calles que se aplica desde hace un tiempo en la Barcelona de Ada Colau. Principalmente, el desgaste de la pintura hace que en pocas semanas los colores llamativos con que se pintan las calles pasen de tener un aspecto nuevo e incluso lúdico a tenerlo dejado, degradado y empobrecido, que casa con la imagen decadente que la capital de Catalunya da de un tiempo a esta parte a vecinos y visitantes.

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Arriba, la calle Consell de Cent, con el amarillo degradado, debajo, la calle Girona, como si fuera nuevo / Jordi Palmer

Para paliar esta grave carencia y mantener la apuesta por el urbanismo táctico, el ayuntamiento no tiene más remedio que repintar periódicamente las calles que se han visto invadidas por estas franjas de colorines que convierten un espacio antes reservado al tránsito rodado a la circulación de peatones, pese a que estos no acaban de hacerselos suyos.

Consell de Cent sucio, Girona, como nuevo

En el distrito de l'Eixample, auténtica zona cero de este nuevo urbanismo, este hecho es patente. La calle del Consell de Cent, en todo el tramo entre Girona y Entença da al peatón una imagen dejada y sucia, una vez el amarillo llamativo del primer día se ha ido amarilleando. Más o menos pasa el mismo en la calle Girona, desde la Gran Vía en dirección montaña, donde el amarillo ya hacía semanas que se veía sucio. Hasta esta noche pasada.

 

Con nocturnidad, pasada la medianoche, operarios del Ayuntamiento han procedido a repintar la calle Girona, que este martes por la mañana lucía como nueva y todavía olía a pintura. Tal como ha denunciado al usuario de twitter @marti_cerca, el tramo concreto de la calle Girona entre Aragón y València ha sido repintado a las doce y media de la madrugada, con los inevitables problemas de ruido.

Chapuza tras chapuza

La implementación del urbanismo táctico es uno de los principales motivos de controversia en la ciudad de Barcelona, donde el ayuntamiento persiste en sus proyectos de ocupar espacio de la vía pública para beneficio de los vecinos, un supuesto inicialmente razonable pero que, por la fuerza de los hechos consumados, se convierte en una sucesión de chapuzas que incluso ha obligado el consistorio a recular en algunas de las intervenciones más atrevidas, como la colocación de grandes bolas de cemento ante un colegio en el paseo de la Ciutat de Mallorca en el barrio de Porta, en el distrito de Nou Barris.

El lunes mismo se tuvo noticia que la finalización de las obras de las nuevas salidas de emergencia del túnel Sants-la Sagrera de l'AVE había dado paso a otra intervención controvertida en la calle de Nàpols, entre Mallorca y Provença, esta vez porque no se había aprovechado la renovación integral de la calle para ensanchar de forma definitiva las aceras y apostar, una vez más, por un sistema que es, en sí mismo, provisional. Y que se tiene que repintar de vez en cuando. De día, o de noche.

 

Imagen principal: La calle Girona entre Aragó y València, este martes por la mañana / Jordi Palmer