El olor es el primer sentido que se despierta cuando atraviesas la puerta de Casa Gispert en la calle dels Sombrerers, 23 de Barcelona (distrito de Ciutat Vella), un día, puede ser el aroma de almendra tostada el que te lleve a descubrir el interior, otro puede ser el de avellana o cacahuete que te hagan cambiar de dirección y entrar en la tienda. La vista enseguida toma el liderazgo de los cinco sentidos al descubrir la selección de productos expuestos a lo largo de todo el local, principalmente frutos secos, pero también chocolates, té, café, azafrán, turrones, aceites y licores. Finalmente, cuando el olfato y la vista ya se han acostumbrado, un ruido grave y metálico te guía hacia el fondo del local, donde descubres el punto de partida del negocio y la reliquia de este comercio centenario, el horno de leña. Casa Gispert es la despensa de tostados de Ciutat Vella, una tienda diferencial que sigue produciendo los mismos sabores y olores desde 1851.
✒️ Casa de la Estilográfica, donde la pluma escribe la historia de un comercio emblemático
Situado en el barrio de la Ribera, Casa Gispert es un comercio especializado en fruta seca, café, té y azafrán. Además, recientemente han ampliado la oferta con la venta de chocolate, cacao en polvo, bombones y cremas diversas, incluyendo de pistacho, avellana o chocolate, así como los Kòdols unos frutos secos recubiertos de chocolate (una marca propia parecida a las catanias). También se ofrecen aceites y licores como el vermú o la ratafía, que lleva un punto de almendras y avellanas.



La gran particularidad de la tienda es que los tostados los elaboran en un horno de leña situado en el mismo local, a la vista del público. Se trata de un horno de estilo romano de 1851, uno de los más antiguos en activo de Europa. "El sabor de leña de encina que deja es el que nos caracteriza y distingue de otros sitios", explica Eduard Carner, al maestro tostador. Cada serie de horneado es diferente, dentro de un umbral, la cocción puede variar ligeramente, "no hay un tiempo fijo como cuando haces un pastel, puede tardar una hora o una hora y media en función del grado de humedad o sequedad de la fruta seca", enfatiza Eduard. Durante un año entero, este maestro artesano, estuvo aprendiendo a encontrar el punto correcto del tostado a partir de los colores y los olores, un oficio que le viene a raíz de haber sido desde joven "el encargado de poner en marcha las barbacoas o la chimenea".



Los que visitan la tienda un martes o un jueves, cuando el horno está en marcha, tienen la posibilidad de ver en directo cómo funciona este proceso y llevarse una papelina con frutos secos recién tostados. Eduard afirma que "es una experiencia gastronómica, el olor de tostado, de humo, de leña, es lo que hace que la gente entre". Mientras busca el punto de cocción perfecto y controla que la leña no deje de quemar, el maestro tostador ofrece a los clientes un puñado de aquel fruto seco que esté elaborando en aquel momento. Algunos se marcharán satisfechos con esta pequeña cata, pero hay otros que, seducidos por su sabor especial o la artesanía particular del sitio, no tendrán bastante y decidirán comprar una papelina.

Un comercio más que centenario
La historia de Casa Gispert se remonta a 1851, cuando Enrique Gispert abrió una pequeña tienda de barrio, en aquel momento ordinaria, parecida a muchas otras de la Barcelona de aquella época. Las generaciones siguientes siguieron con cura la tradición artesanal y las costumbres propias del negocio familiar, que crecía año tras año. En 1993, los actuales propietarios cogieron el negocio. Conservando su esencia, hoy en día, Casa Gispert ya no es una tienda como cualquier otra, hoy destaca por su singularidad, por mantener las tradiciones y ofrecer unos productos que provocan las mismas sensaciones de siempre.

El local es testigo de su historia y conserva la misma estructura, así como el mobiliario y los ventanales originales, que hacen que los usuarios sientan que viajan un poco en el tiempo. "Hemos puesto pequeños muebles nuevos, pero hemos intentado conservar lo que había antes para mantener la magia", confirma Eduard. "Nos visita gente del barrio que nos conocen de hace tiempo y nos explican que venían de pequeños con sus abuelos y que ven que nada ha cambiado mucho" añade. Su objetivo, y el de los dependientes del comercio, son asesorar y acompañar a los clientes para que sientan que están en la tienda de toda la vida. "Si necesitan hacer una picada, les decimos que se queden 50 gramos de piñones y 100 de almendras, no hace falta que se lleven un kilo, no queremos venderles cosas de más". De otro lado, gran parte de los usuarios son turistas que topan con la tienda gracias a las guías donde se incluye Casa Gispert como un punto de interés en el tejido artesano de Barcelona.
El obrador de Viladecavalls
Sin embargo, todo lo que se vende en este local del Born no se produce aquí mismo. El comercio cuenta con un obrador en Viladecavalls (Vallès Occidental) que tiene también un horno de leña donde tuestan la mayoría de la fruta seca y el café y elaboran el chocolate o las cremas. De hecho, en la tienda de Barcelona se tuesta solo una pequeña parte de las avellanas, almendras y cacahuetes.

Tostando con conciencia medioambiental
Las materias primas de Casa Gispert intentan ser en la mayoría de las ocasiones el máximo de proximidad posible, son un claro ejemplo las avellanas de Reus o las almendras de Lleida. Por otra parte, los pistachos provienen de varios sitios de la península, mientras que el azafrán proviene de la Mancha. En otros casos Eduard explica que se importan los alimentos desde el lugar donde tengan el producto del mejor calibre y calidad, como es el caso de las macadamias que vienen de Sudáfrica, así como los cacahuetes que vienen con cáscara desde los Estados Unidos y sin cáscara desde China.
Por otra parte, y para contribuir con el medio ambiente, desde hace casi dos años la tienda utiliza plásticos 100% reciclables para el empaquetado de sus productos. Además, el obrador funciona a partir de energía solar y las furgonetas que se utilizan para la distribución de mercancías son eléctricas.


Un negocio por muchos años más
Actualmente, además de la venta en la tienda, Casa Gispert ofrece catas donde la gente puede venir a probar la selección de frutos secos, cafés, chocolate o alcoholes. Además, también distribuye en supermercados y restaurantes, tanto en Catalunya como en más de una decena de países europeos. Eduard confiesa que su objetivo es aumentar su alcance y consolidarse y recibir reconocimiento en el mercado internacional. Todo eso con la condición indispensable de no perder la esencia, el olor de la casa, el aroma de tostado de 174 años de historia de un horno que no se ha apagado nunca. Casa Gispert quiere recordar que el barrio puede continuar con la tradición, que los vecinos les gusta volver a aquellos sitios donde se mantienen las raíces y que el turismo puede interesarse por la artesanía propia sin la necesidad de cambiarla. Casa Gispert quiere seguir por muchos años más formando parte de un tejido comercial diferencial y los que lo han visitado alguna vez desean que pueda tostar por muchos años más.
