Cuando uno se fija en Tamara Falcó e Íñigo Onieva, parece que vivamos en un bucle. O un deja vú constante. ¿Por qué? Porque siempre parece que estén de vacaciones. La pareja, después de casarse, ha tenido la luna de miel más larga de la historia. Ya semanas antes del enlace, se fueron unos días de vacaciones. Y después del sí, quiero, y la preboda, boda y postboda, nos regalaron una especie de vuelta al mundo en 80 días, como si fueran los Phileas Fogg y su ayudante Jean Passepartout de Jules Verne, o, por si la pareja es de las que no lee demasiado, como si fueran los Willy Fogg y Rigodón de la serie de dibujos animados. Se han pegado una luna de miel interminable. Han sido meses arriba y abajo, pero por si no fuera suficiente, ahora se han vuelto a marchar.

De vez en cuando vemos a Falcó en la pseudo-tertulia con tufo de naftalina de El Hormiguero, al lado de Nuria Roca, Juan del Val y Cristina Pardo, que semana tras semana se convierte en un pim, pam, pum indisimulado hacia el procés o el president Puigdemont. Pero empezamos a pensar que quizás la hija de la Preysler sea un holograma. O eso, o interrumpe sus vacaciones perpetuas para ir al plató de las hormigas y a la que se acaba, se vuelve a ir. La marquesa de Griñón y su marido no paran. Y no se esconden. Les gusta la buena vida y a la mínima que tienen ocasión, se abonan a ella. Y lo muestran al personal.

Sin ir más lejos, ¿quieren saber cómo ha sido su último fin de semana?: "Feliz Lunes. Este finde hemos sido invitados por nuestra querida Cayetana Vela Sánchez-Merlo a pasar un finde de ensueño en la costa de Amalfi en el hotel Anantara Convento Di Amalfi. Yo no conocía la costa Amalfitana y tan solo quiero volver. Espero que las fotos que publicaremos Íñigo Onieva y yo los siguientes días os animen a venir porque es una joya única en el Mediterráneo!". ¿Y qué se ve? A Onieva con albornoz, en el balcón, recién levantado, con el pelo todavía alborotado, en la terraza de la habitación con unas vistas de un horizonte azulísimo, y en primer plano, el desayuno que está a punto de zamparse Tamara Falcó, con un café y unos cruasanes, y otro albornoz, deducimos que el de ella, encima de la cama.

La parejita ociosa recomienda que nos animemos a venir porque es una joya única en el Mediterráneo... Recomendar eso en pleno noviembre, cuando la inmensa mayoría de la gente está trabajando, y recomendar un lugar que no está precisamente aquí al lado, y que cuesta una pasta, es, como mínimo, de tener poco tacto. Y eso es lo que le han dejado caer algunos usuarios en redes, que se tapen un poco con tanta ostentación: "Tened cuidado con las fotos e imágenes que subís porque en estos momentos hay mucha gente que lo está pasando mal por la crisis, guerras... ¿No os parece pecado poner estas imágenes?". Hay más: "A ver si trabajáis un poquito", "Una vida vacía e insípida" o "Estos no se les ve que hagan una labor importante, una ayuda al prójimo. Solo es mostrar la cama donde duermen, vaya por Dios, qué pena".

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Lástima que la agenda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva no esté como opción en una de las casas de apuestas donde hay aquello de adivinar resultados deportivos... Nos forraríamos si tuviéramos que apostar qué estarán haciendo este par el próximo fin de semana: no pegar sello en algún otro hotel de otro rincón de mundo.