Pablo Motos es conocido por ser uno de los presentadores estrella de Atresmedia. Aunque tiene fans como detractores, el valenciano presenta el espacio más visto del día. ‘El Hormiguero’ es una insignia de Antena 3 con 20 temporadas a sus espaldas, y parece que no toca techo. Aunque le ha salido un importante competidor en las noches de lunes a jueves, no logra desbancar al programa de las hormigas, no obstante, es cierto que le ha robado espectadores, ya que no anota aquellos datos por encima de los dos millones de espectadores.
El de Requena concede pocas entrevistas a los medios de comunicación, ni tan siquiera aparece por eventos, pero es que tiene poco tiempo libre. En alguna ocasión ha confesado que fue “un niño hiperactivo sin diagnosticar”. Él necesitaba estar siempre haciendo algo, moviéndose de un lado para otro sin parar, sin terminar nada de lo que empezaba. Esto le provocó alguna que otra discusión con sus padres y le llevó a “un mundo complicado”. Él mismo confesó que llegó a “delinquir”. En aquella época lo que le sucedía tal vez no se diagnosticaba ni tenía un nombre, pero ahora se habla de TDAH.
Pablo Motos padecía TDAH y dislexia
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a la capacidad de concentrarse, organizarse y controlar la impulsividad. Es una forma de cómo funciona el cerebro. Algunas funciones mentales vinculadas a la atención, la organización y el control de los impulsos operan de un modo particular, y eso genera esa combinación de distracción, agitación interna y tendencia a reaccionar antes de reflexionar. Quienes viven con esto suelen describir la sensación de tener la mente siempre en marcha, saltando sin descanso de un pensamiento a otro, y un cuerpo que acompasa ese impulso constante.
Este patrón no es poco común: se calcula que aproximadamente un 5 % de la población infantil y adolescente podría presentarlo, aunque muchos no lo descubren hasta años después porque suele confundirse con “mala conducta” o falta de disciplina. En realidad, son mentes que procesan la información más rápido de lo habitual, que se distraen con facilidad, que responden de forma impulsiva y que sienten una especie de motor interno que nunca se detiene. Para quienes lo experimentan, mantener la concentración puede parecer tan complicado como intentar ver una serie con varias pantallas encendidas alrededor; planificarse resulta el doble de difícil y las emociones tienden a sentirse con mayor intensidad.
Esta forma de funcionar también ha sido compartida por personas conocidas. Dani Martín, por ejemplo, explicaba que desde joven se percibía como alguien impulsivo, muy sensible y lleno de una energía que no sabía canalizar. Will Smith comentaba que, aunque quisiera, le costaba enormemente sostener la atención: podía tardar semanas en terminar un libro porque su mente saltaba continuamente de una idea a otra. Historias como estas muestran que no se trata de desinterés ni de falta de esfuerzo, sino de un estilo de atención con un ritmo propio.
Pablo Motos también sufre dislexia. El cerebro necesita más tiempo para unir letras, palabras y sonidos. Se calcula que entre un 5 % y un 10 % de los niños pueden tener dificultades de este tipo sin que nadie se dé cuenta a tiempo.
