Cuando una edición de un talent musical se caracteriza más por las polémicas que por el carisma de los concursantes... malo. Y eso es lo que está pasando con la segunda edición de esta nueva etapa de Operación Triunfo. Después del éxito de los Alfreds, Amaias, Aitanas, Cepedas, Anas Guerra y compañía, todo el mundo se pensaba que esta segunda entrega también iría como un trueno. Pero no está siendo así.

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Sea por culpa de la profesora de interpretación a la que echaron porque los chicos "no "transmitían" lo suficiente encima del escenario, sea porque desde un inicio no estaban los Javis, sea por el carisma (o la falta de él) de los concursantes, sea porque Ana Torroja no es Mónica Naranjo, sea por la elección de los participantes o sea por un cúmulo de todo junto, el caso es que los datos de audiencias no están siendo tan desorbitados como en OT2017.

ROBERTO LEAL OPERACION TRIUNFO

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Paralelamente, el programa se ha visto en medio de alguna polémica colateral, como cuando un concursante, Dave, y la directora de la academia, Noemí Galera, "se cagaron en la Falange", cuando les acusaron de tongo por emitir unas valoraciones antes de ver las actuaciones de la gala, o cuando la propia Galera les recriminó a los concursantes que tenían una "actitud desastrosa" al no prepararse lo suficiente sus temas y al dedicarse a perder el tiempo en lugar de trabajar y seguir trabajando.

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Pero de las frases que les dijo entonces ("Es un desastre total. Es una falta de respeto la actitud que tenéis de no tener ganas de grabar") se ha pasado ahora a palabras más gruesas. Una bronca en mayúsculas que ha dejado llorando a alguna de las concursantes. Frases como "el que no quiera estar aquí, ya sabe donde está la puerta", "Estoy muy cabreada", "Aquí no estamos para educaros. Se supone que ya lo traeis de casa" o "Mi confianza en vosotros se ha ido a la mierda completamente".

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Vamos por partes. ¿Cuál ha sido el detonante? Una rebelión a bordo que han hecho los chicos y chicas dentro de la Academia. Un motín que empezó este domingo, cuando la dirección del programa decidió que los concursantes no podrían entrar dentro de su habitación hasta las diez y media de la noche. ¿Por qué? Porque la noche anterior, el sábado, se les fue la mano con una celebración que hicieron, tirando papel higiénico por las ventanas y no ateniéndose a las normas:

La habitación donde duermen es el único lugar que no tiene ni cámaras ni micrófonos, y en la puerta, cerrada con llave, colgaron un cartel donde se les comunicaba. ¿Qué hicieron ellos? Una sentada. Se reunieron media hora antes con la intención de no generar "contenidos" televisivos ni ensayar hasta que no les abrieran las puertas.

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Finalmente, un trabajador de la Academia fue y abrió la puerta, ante el silencio de los concursantes, y alguna que otra carcajada entre dientes. Una actitud infantil, más propia de un jardín de infancia con lactantes que de chicos que tienen una oportunidad de oro de formarse en aquello que más les gusta. Una reacción de niños mimados que ha sulfurado incluso a los fans más acérrimos del programa:

Este último espectador exigía que la directora de la Academia les leyera la cartilla. Y es lo que ha hecho Noemí Galera. La bronca más rotunda, no tanto por la forma, sino especialmente por el fondo. Unas palabras crudas, llenas de realidad, que han caído en los concursantes como una losa:

La duda ahora es: ¿la bronca llega demasiado tarde o serán capaces de reaccionar a tiempo y levantar este OT2018?