Sigue una de las temporadas de Ven a cenar conmigo gourmet que más expectación está generando. Después de descubrir cada rincón del chalet de Elena Tablada, ahora ha llegado el turno de Julio Iglesias Jr.
El hijo del cantante ha abierto las puertas de su casa de Madrid a los teleespectadores, enganchando al 6,9% de la audiencia más fisgón. El resultado de este programa no ha podido ser mejor: mostrando un Julio divertido, desastre a la cocina y con un exquisito gusto para la decoración.
Todo ha empezado con un tour por el chalet: un oasis en medio de Madrid que ha dejado a todo el mundo boquiabierto. Espacios grandes, fachada preciosa, piscina, chill out... Una maravilla que ha hecho las delicias de todos, descubriendo cómo es la casa del hijo de Isabel Preysler.
En la cocina es donde se han visto los momentos más surrealistas del episodio, evidenciándose que Julio no tiene mucha idea de cocinar... Su idea era hacer un menú americano, presumiendo de inglés perfecto -y sumamente pijo-. Pero el resultado ha sido bastante simple... Plato de macarrones con queso y bacón quemado, y una hamburguesa sencilla. Menú infantil y proceso de elaboración nefasto, manchando toda la cocina al tener el fuego demasiado fuerte. La cocina, eso sí, más moderna y elegante no puede ser.
#VenACenarIglesias Las calorías al ataque de Julio tienen pinta de comedor de colegio, ¿no? https://t.co/8bKXt49Yje pic.twitter.com/AZDy6QQAhP
— Vende a cenar conmigo (@VenACenarTV) 3 de julio de 2018
Y de aquí, pasamos al salón. Dividido en dos grandes espacios: uno para relajarse tranquilamente en un gran sofá en tonos beige y cojines en amarillo y azul para contrastar, con plantitas monas y cuadros gigantes. Y en la otra banda, una zona con unas butacas muy cuquis, con una mesa de cristal en el medio con unos elementos de decoración ideales.
El cantante les recibió con unos cócteles muy monos, viéndose unas lámparas modernas, ramos de flores y esculturas budistas.
¿Y el comedor? La decoración sigue el mismo estilo, optando en esta habitación por los tonos salmón, rojo, azul y crudo. La mesa, decorada de una manera sencilla: con bonsais y una estatua de un buda. La jarra monísima que no falte, por eso.
Finalmente ha querido enseñar su estudio, todo en blanco con un escritorio en beige con dos grandes Macs, una foto con el padre y otro sofá para descansar apoyado en un cojín con un ciervo dibujado. En el fondo, una estantería llena de libros y un cuadro de un caballo.
Una gran casa que ha encantado a la audiencia, así como la espontaneidad del anfitrión. ¿Cómo irán las siguientes entregas?