Gabriel Rufián y Josep Borrell se la tienen jurada desde que Borrell le dijo en el Congreso que tenía serrín y estiércol en el cerebro. Rufián detesta al ministro de Asuntos Exteriores desde que haciendo campaña por el PSC se mofó del ya encarcelado Oriol Junqueras diciendo que se parecía al cura de su pueblo: "Mossèn Junqueras. Me recuerda al cura de mi pueblo, tienen la misma arquitectura física y mental". Ahora Susanna Griso tenía conexión con Rufián y le ha sacado eso del ibuprofeno que Borrell dice que están aplicando sin resultado a Catalunya y Rufián ha saltado:

Griso le ha dicho a Rufián que estaba siendo injusto con Borrell y que si llevamos los insultos y ofensas personales a la política vamos mal. Griso ha llegado a esgrimir "A mí también me insultan". Rufián acierta aclarando a Griso lo que no entendía la presentadora también catalana: "A mí Borrell como persona no me interesa, le deseo lo mejor. Pero insultar a Junqueras en la situación en la que está no es personal, es un asunto político y es gravísimo. Borrell en un atril con el logo del PSC se dedicó a vejar a Junqueras que no se puede defender. Borrell, la gran esperanza del PSOE de los 90 y que ahora se manifiesta en Barcelona junto a Santiago Abascal en las manifestaciones de SCC".

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Antena 3

Todos los imparciales tertulianos le han saltado a la yugular a Rufián por haber acusado a Borrell de alimentar a Vox en las manis antiindepes cuando, según ellos, quien alimenta a Vox es el independentismo. Rufián se ha hartado: ERC no tiene la culpa de la ola ultra internacional (Trump, Bolsonaro, Salvini, Le Pen) y ellos no los han alimentado sino que los han sufrido. Vox ejerce la acusación popular contra los líderes independentistas en el juicio del 1-O y son los ultras los que les piden más de 700 años de prisión. Decir que el independentismo alimenta Vox es como decir que ir corta alimenta a los violadores. Y Griso no tendría que cerrar los ojos.