Angelina Jolie nunca ha sido una mujer común y corriente, pero, a sus 50 años, ha vuelto a dejar al público sin aliento con una confesión que parece sacada de una película de terror gastronómico: en su mesa no faltan cucarachas, grillos, escorpiones y hasta tarántulas. Una revelación que ha desatado asombro, críticas y hasta náuseas en millones de seguidores que jamás imaginaron a la actriz de Hollywood degustando insectos como si fueran delicatessen.
La intérprete, que durante años ha cultivado una imagen de estrella comprometida con causas sociales, demostró que su espíritu aventurero no se limita a la pantalla ni a la filantropía. Para ella, este menú extraño es parte de su día a día y, según sus propias palabras, “los insectos siempre han formado parte de la dieta en algunos países”. Así que, lo que para muchos es asco, para Jolie es un auténtico festín de proteínas.
Angelina Jolie y su dieta extrema con insectos
Lejos de los menús sofisticados de Hollywood, la actriz decidió abrir las puertas de su particular “cocina del miedo”. Todo comenzó años atrás, durante un viaje a Camboya junto a sus seis hijos y un equipo de la BBC. En ese entonces, Angelina fue grabada devorando una tarántula frita, como si se tratara de un crujiente snack. La imagen de sus dientes hundiéndose en las patas velludas del arácnido dio la vuelta al mundo, causando tanto fascinación como repulsión.
En aquel episodio, Jolie no se conformó con un simple bocado. Como si se tratara de un reality culinario, transformó la jornada en una suerte de “MasterChef salvaje”, con cucarachas, escorpiones y grillos servidos sobre la mesa. Sus hijos, entre asombrados y horrorizados, observaron cómo su madre daba lecciones de cocina con los insectos como protagonistas. Aunque algunos se negaron a participar, uno de ellos confesó que “sabían a patatas fritas”, una comparación que dejó a los espectadores sin palabras.
Comer bichos: de la supervivencia a la moda alimenticia
Para Angelina, su curiosa afición no se trata de un simple capricho hollywoodense. Ella misma explicó a sus hijos que durante tiempos de guerra y hambruna, los insectos fueron clave para la supervivencia de miles de personas. Esa visión de los bichos como alimento, lejos de lo exótico, encierra una historia de resiliencia y necesidad. Pero lo que podría parecer una excentricidad de celebridad está respaldado por datos científicos.
La FAO asegura que los insectos son una fuente de proteínas de altísima calidad: 100 gramos de saltamontes aportan casi la misma proteína que un filete de ternera. Además, contienen grasas saludables, aminoácidos esenciales y una sorprendente riqueza en minerales como calcio, magnesio y vitaminas del grupo B. Es decir, la dieta de Jolie no solo es excéntrica, sino también nutritiva.
Aunque su confesión generó escándalo, lo cierto es que en muchos países el consumo de insectos no es novedad. En Japón se disfrutan gusanos de seda en salsa de soja; en China, los escorpiones y escarabajos fritos se venden como tentempiés callejeros; y en Latinoamérica, las hormigas culonas y las termitas asadas son consideradas manjares tradicionales. Lo que Jolie hace en su casa es simplemente importar un hábito global y presentarlo bajo los reflectores de Hollywood. El debate, sin embargo, está servido. Mientras algunos expertos apoyan esta práctica como el futuro de la alimentación sostenible, otros critican el impacto cultural de ver a una estrella de cine normalizar lo que para muchos sigue siendo “comida repugnante”.