Las reinas de las mañanas se arañan metafóricamente por una exclusiva. El hombre más buscado del martes era el rufián que insultó, intimidó y sacó pecho con una bandera española y Puigdemont. Mientras Susanna Griso tenía la entrevista exclusiva con el intimidador de Copenhague Ana Rosa se lo miraba de lejos. Al día siguiente el sujeto ha borrado su perfil de Facebook donde se podía capturar el vídeo y ha desaparecido. Sin entrevista con el chico, ¿qué ha hecho Ana Rosa y toda su mesa política? Criticarlo todos a una. Ni el ultra unionista Arcadi Espada ha puesto un pero al calificativo de "maleducado":

Ana Rosa vuelve a censurar el vídeo entero, aquella parte donde el joven dice "Puigdemierda" y amenaza que le hará besar la rojigualda "cono dos cojones". El problema no es que sea un maleducado, un chulo o que haga un gag o una performance. Es que comete injuria y coacciones, delitos tipificados en el Código Penal. Tratan de hacerlo pasar por un gamberro cuando en realidad es un peligro por acercarse a un president de la Generalitat, en ejercicio o no, sin escolta e intimidarlo. Por suerte hoy quien se esconde es el intimidador, no el intimidado.