Un Albert Rivera más irritable de lo que en él es habitual ha visitado este domingo el plató de El Objetivo en La Sexta. Sus opiniones sobre Catalunya y el juicio al procés no fueron otra cosa que su repertorio habitual de greatest hits antiindepes. Una entrevista que ha propiciado que Toni Soler haga una petición sobre el líder de Cs por el bien de todo el mundo.

Las preguntas de Ana Pastor, sin embargo, no fueron nada comparado con el momento de la noche, cuando se abría el micrófono a los espectadores de plató para que le formularan preguntas al invitado. Entre aquellos, un ciudadano independentista de Barcelona, Josep Lluís Ortiz, lazo amarillo luciendo en el jersey, puso a Rivera en su sitio empezado tirando de sorna, a raíz de la publicación en el BOE del nombre entero -y en castellano- del candidato naranja de hace unos días: "Ya no es Albert Rivera, ahora el candidato es Alberto Carlos Rivera, como un cantante brasileño".

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El espectador preguntó al candidato de Cs sobre la libertad de espresión, los derechos humanos y lo que pasó el 1-O:  "¿Para los 2,5 millones de catalanes que votamos en el 1 de octubre va a tener alguna solución o va a mirar para otro lado prohibiendo la libertad de expresión y los derechos humanos?”. La respuesta del político, tirando de soberbia, fue: "No sé en qué país vive usted". "Yo vivo en Catalunya, usted no debe vivir en Catalunya", le responde el hombre. "Pues parece que vive en Matrix", le lanza chulesco Rivera, que sigue haciendo de portero de discoteca que decide quién entra y quién no como si fuera Dios decidiendo si el calzado que llevas es válido para poder entrar en el local: "Dice que España no respeta la libertad de expresión y está aquí en una tele nacional con un lazo amarillo y no le he dicho nada. Está en una televisión nacional con un lazo amarillo". La respuesta del espectador todavía resuena: "Sólo faltaría que me lo hiciese quitar", le dice con sarcasmo.

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Rivera continúa: “He perdido relaciones de amistad, de vecinos porque se ha roto la convivencia. Yo quiero unir a los catalanes entre sí y a todos con España. Si quieren dejar de ser españoles, tienen que proponer una reforma constitucional pero respetando las normas de juego”. Su interlocutor le asegura que la convivencia en Catalunya no se ha roto: "Quizás tiene que tener un poco de autocrítica y hacérselo mirar". 

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