Albert Rivera se ha aficionado a un juego muy peligroso: encender los ánimos de la ciudadanía para intentar recoger los frutos de la crispación. Altsasu, en noviembre del 2018, y Errenteria, en abril de este año, son dos de las localizaciones donde el líder de Ciudadanos ha llevado su provocación los últimos meses. En Catalunya, los miembros del partido naranja han pensado que sería una buena idea inflamar a los familiares de los presos políticos catalanes, y últimamente han llevado sus pataletas a Amer y Torroella de Montgrí, los pueblos de Carles Puigdemont y Dolors Bassa. Pero la visita de Rivera ayer en Ugao, el municipio donde nació Josu Ternera, ha sido la gota que por|para muchos ha hecho tirar el vaso.

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A las críticas feroces de algunos periodistas como Pilar Rahola o Jair Domínguez, hoy hay que añadir el "davantal" que Jordi Basté ha hecho sobre el líder de Ciudadanos en El món a RAC1. Un monólogo de 5 minutos que deja al diputado españolista a la altura del betún y que demuestra que hace política incendiaria: "Ayer, Albert Rivera se paseó por Ugao, el pueblo de Josu Ternera, donde en las últimas elecciones españolas Ciudadanos sacó sólo 37 votos y donde ni siquiera ha presentado candidatura a las municipales del domingo". Rivera va a hacer campaña electoral a un pueblo donde no se presenta. Así que está bastante claro: si los vecinos no lo pueden votar, porque su papeleta no está, el líder de Ciudadanos monta un numerito para que lo vean los de fuera.

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Roberto Lázaro

Basté señala la contradicción de Rivera y lo deja en evidencia: "Albert Rivera no habló con la gente. Ni se acercó. No preguntó por qué en aquel pueblo tan poca gente lo vota". Rivera no tiene ningún interés en los votos de aquellos vecinos. Sabe que la crispación en Ugao le supondrá ganar votos en alguna otra zona de España. "Rivera prefirió pasearse como si fuera el protagonista de un reality show para salir en la tele tres minutos. Y lo hace porque la democracia lo ampara y lo llama derecho de manifestación. Aunque seguramente si fuera a la inversa y la manifestación estuviera delante de la sede de Ciudadanos, dirían que es un escrache", continúa el presentador de El món a RAC1.

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El periodista acaba su speech matinal con una crítica mordaz por el papelón de Rivera el día que se constituyeron las Cortes: "Las personas, a un político le reclaman querer gobernar, no querer ganar. Rivera está perdiendo la humanidad. Quiere ganar, no quiere gobernar. Y hablo de Rivera, no de Ciudadanos. No tiene nada que ver la actitud de Inés Arrimadas ante los presos que la que tuvo Rivera el martes en el Congreso. Podemos discutir el recorrido político de Arrimadas con los presos. En el aspecto personal, el martes se levantó de su escaño, dio dos besos a Jordi Turull y dio la mano a Josep Rull. Albert Rivera, en cambio, buscó la foto. El rencor nunca es buena consejera, y alguien tendría que decírselo a Albert Rivera".

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En política no vale todo. Quizás Rivera no ha calculado los riesgos de su estrategia pirómana. O sí. Sea como sea, nunca está de más recordar el refranero popular: quien siembra vientos, recoge tempestades.