Tamara Falcó, la hija más mediática y polémica de Isabel Preysler, ha acaparado un montón de titulares. La fama de pija tonta maleducada le ha perseguido siempre, llegando a afirmar ella misma ante Bertín Osborne que son rumores ciertos "porque soy hija de padres separados". Protagonizando una declaración estridente tras otra, es su amor hacia Dios lo más sorprendente de todo.
Todo el mundo quedó boquiabierto cuando explicó que quería ser monja, teniendo como único objetivo a la vida servir al Señor. De frases lapidarias sobre este tema ha soltado unas cuantas: desde "Dios no tiene WhatsApp pero es mi contacto favorito" a "El Papa es la pera".
La heredera del Marqués de Griñón no se esconde de su manera peculiar de vivir la vida y el lujo, teniendo en su Instagram la clara prueba de eso. A Tamara le encanta publicar fotografías yendo a las fiestas de los VIPS, cuidándose en los mejores centros de belleza con su madre, comprando ropa sin descanso...
Su afición por la moda y los complementos le viene de serie, teniendo en la sangre el buen gusto y la elegancia. Es precisamente por eso que ha decidido mezclar sus dos aficiones mayores: la fe religiosa y la pasión por los vestidos. ¿Cómo? Lanzando su propia marca de ropa TFP (llamado así por sus iniciales). La primera colección no tiene un nombre mucho más original, pero parece evidenciar que la marca tendrá este aire boho chic que tan de moda está. Con Little Details busca adentrarse de lleno en la industria textil, intentando hacerse un nombre.
Las prendas de ropa que ha enseñado de momento son muy ligeras, de tejidos vaporosos, encaje y estampado floral. Un estilo veraniego, cálido y juvenil que a buen seguro entusiasman las jovencitas de la jet-set. Los precios son elevados, pero tampoco desorbitados como muchos pensaban teniendo en cuenta que está todo hecho a mano "por los mejores artesanos españoles". Los vestidos son únicos y cuestan desde 180 € hasta 650 €, convirtiéndose en una inversión que ya puede durar uno cuánto tiempo...
La carta de presentación de la marca no tiene pérdida, presentándose y diciendo que sus vestidos son bonitos: "bellos y un reflejo de la belleza de Dios".
La joven diseñadora es hija de quien es, y como es lógico está intentando aprovecharse de esta posición. El primero que ha hecho ha sido pedir a su madre y su hermana Ana Boyer que hicieran de modelos, luciendo sus piezas para hacer publicidad.
¿Conseguirá Falcó triunfar con esta nueva faceta o se acabará cansando pronto? Habrá que ver cuántos vestidos vende y a qué famosas recurre para hacerle promoción.