Leo Messi disfruta de su primer verano lejos del club de su vida: el Barça. El argentino ahora viste la camiseta del PSG, pero hay cosas que no cambia. Las tradiciones son para cumplirlas, al menos cuando toca disfrutar de su tiempo libre y de las vacaciones. Por eso hace días que recorre Ibiza, como ha hecho durante los últimos años, y lo hace a bordo de yates de superlujo y en villas de auténtica locura, y muy bien acompañado, por cierto. Una compañía con sabor Barça al 100%, aunque actualmente la estampa parezca aquello del club de los ex.

Dos de los mejores amigos del astro argentino son el uruguayo Luis Suárez, que acaba de fichar por River Plate, y el catalán Cesc Fàbregas, quien busca nuevo equipo después de haber abandonado la disciplina del Mónaco. Un trozo de historia azulgrana en chancletas y camiseta imperio, impactante. El grupo también lo forman las respectivas mujeres de todos ellos, Antonela Roccuzzo, Sofía Balbi y Daniella Semaan. Inseparables. El verano lo están pasando muy juntitos, como quedó claro durante la boda de Jordi Alba y Romarey Ventura, especialmente en la fiesta posterior al enlace.

Después del bodorrio en Sevilla el grupo no perdió ni un minuto y se dirigió hacia las Pitiusas, donde intentan desconectar y coger fuerzas de cara a la próxima temporada, que en el caso de Messi será especialmente intensa. Tiene un reto inmenso con el Mundial de Qatar, su última oportunidad de levantar el máximo trofeo internacional de selecciones, aparte de hacer frente al ambiente particular y enrarecido que se vivirá en el equipo parisino. Llegará a un equipo con un único rey, Mbappé. Leo tendrá que ser el escudero del francés, a quien le han dado las llaves del club y una lluvia de millones absolutamente escandalosa. Y además, todo apunta a que su amigo Neymar se tendrá que marchar (si encuentran a alguien que le pague la morterada que cobra el brasileño). Se quedará "solo", vaya. El sueño de reencontrarse con Ney ha sido un fiasco.

En las imágenes que vemos del grupo en Ibiza sólo falta, precisamente Neymar. El tercer pistolero de aquel Barça del triplete, la MSN. Imaginen por un momento que el brasileño se hubiera añadido al plan conjunto, la isla hubiera temblado por el impacto mediático. Y la vida de todos ellos se convertiría en un infierno, incapaces de pasar desapercibidos y respirar tranquilos ni que sea durante unas centésimas de segundo. De hecho es lo que ya le pasa a Messi. Y la prueba irrefutable, el vídeo que circula por las redes sociales mientras entraba en un restaurante. El reflejo de lo que supone ser el mejor de la historia y tratar de hacer una vida más o menos normal. Misión imposible. Si miran la grabación entenderán el porqué.

No queda nadie en Ibiza sin una foto con Messi. Es el souvenir más común. Qué desparrame.