Desde En Blau no me cansaré de recomendar un programa excelente que se emite en Catalunya, concretamente en la Ser Catalunya: Llapis de memòria. Un programa imprescindible, una conversación pausada y deliciosa con gente que tiene mucho que decir... y que escuchar. Porque la esencia de Llapis de memòria es justamente esta: charlar con diferentes invitados, a menudo procedentes del mundo de la cultura, mientras van sonando diferentes canciones y documentos sonoros que tienen que ver de manera especial con sus vidas. Una combinación perfecta de palabras y música, de reflexiones y confesiones con canciones, que antes conducía el recordado Òscar Moré, y que después de su triste fallecimiento tomó el relevo Jordi Manau. Ahora, una tercera presentadora se ha hecho cargo, Gisela Rodríguez, y con ella han continuado estas entrevistas que valen mucho la pena. La última, a la escritora Esmeralda Berbel.

La de Badalona, que acaba de cumplir 64 años, es autora de obras como Dormir y despertar, El hombre que pagaba noches enterasTracta'm bé, Calma corazón, calma, Fumar en la bañera o Irse. Justamente este último es un relato autobiográfico donde hablaba de la ruptura, vivida en primera persona. Durante 25 años fue pareja de Eduard Fernández, posiblemente, el mejor actor que tenemos en el país. Pero después de una vida y una hija en común, la también actriz Greta Fernández, llegó el divorcio, muy duro según Berbel. Ahora tienen una buena relación y se les ha visto juntos en más de una ocasión.

Esmeralda ha hablado de su relación con Eduard y de las declaraciones que hizo su ex en Lo de Évole donde hablaba por primera vez de sus adicciones:

"Evidentemente viví sus adicciones, lo pasé muy mal, pero él peor. Él necesitaba decirlo", reconoce. Y cómo lo afrontó con su hija. ¿Lo hablaron con Greta?: "Poquito. Son temas delicados. Tanto ella como yo dijimos 'qué valiente' y ojalá que lo que ha dicho él le sirva a mucha gente".

Una hija, Greta, que hace que se le dibuje una sonrisa de oreja a oreja, orgullosa de ella... y de todo lo que pasó para poder ser madre: "A los 20 y pico tenía muchas ganas, incluso pensaba que lo tendría sola, porque el deseo era físico, era fuertísimo y muy poco racional". Pero Eduard no estaba por la labor. Finalmente, después de un viaje, se pusieron a ello... y les costó muchísimo, ni más ni menos que 8 años, "pero después de dos diagnósticos de infertilidad, me quedé embarazada. Nadie se lo creía, pensaban que me había vuelto tarumba. Greta fue un milagro, ya se lo he dicho varias veces. Ya no me quedé más. Hubiera tenido cuatro, me encantan los niños", dice emocionada.

Una Greta que desde entonces, desde que nació, no ha hecho más que hacerla feliz.

Una conversación emocionante que vale mucho la pena.