Si una diminuta calavera de chocolate llena de decoraciones ya sorprende, todavía sorprende más cuando ésta lleva dibujado en la frente, en colorines, el nombre de un niño. Pero en México es habitual que la gente de la familia regale a los niños, por Todos los Santos, estas calaveras. "Para nosotros es un poco como la mona, los supermercados estos días, en mi país, están llenos de calaveras por todas partes", explica la pastelera y chocolatera Cintya Rosado, que elabora estos dulces en Barcelona con Margarita Torres y Carla Esther Ribera. Cintya Rosado explica que con estos dulces se quiere acostumbrar a los niños a tomar la muerte como una cosa natural. Una muestra más de las diferencias culturales en nuestro mundo, como observan asombrados quienes pasan por la calle Sant Pere més Baix y se paran a mirar las calaveras en el escaparate de la pastelería Honey-B.

Más que un dulce

Los mexicanos hacen calaveras con chocolate, y también algunas con azúcar. Estas últimas se usan para poner en los altares que decoran las casas cuando se acerca el Día de Muertos. Se guardan durante el resto del año y se sacan un año tras el otro. En las casas se instala en un lugar bien visible un altar dedicado a la gente que se quiere recordar; "no se pone cuando alguien acaba de morir, tiene que haber pasado el luto", explica Cintya Rosado, "ocho meses o un año después de la muerte ya se puede poner la calavera de azúcar". En el altar se añaden velas y las cosas que le gustaban al muerto.

Vivos y muertos, juntos

Es esencial que las cosas que se ponen en el altar se compartan entre el muerto y los vivos. "Si era alguien a quien le gustaba la tequila, compras tequila, lo pones en el altar, y lo bebes con él. Y si es alguien a quien le gustaba el pollo, cocinas pollo y te lo comes a su salud", añade Cintya. De hecho, otro de los dulces que elabora Cintya es el Pan de Difuntos, un pan dulce, muy aromático, que se suele poner en el altar de las casas. "Después de pasar la noche en el altar, la gente lo come. Como al día siguiente el pan ya no huele, decimos que es el muerto quien se lo ha tomado. Es nuestra forma de compartir con los muertos", dice Cintya.

Una obra de arte

Las buenas calaveras son muy difíciles de hacer, porque son extremadamente finas y casi traslúcidas. Se trata de piezas únicas: los moldes están hechos por artesanos mexicanos, y todos son diferentes. Y la decoración de cada una de las piezas se hace de forma absolutamente personalizada: no hay dos de igualas. Las pasteleras aseguran que algunas de las calaveras que se venden en Barcelona son más bonitas que las que se venden en México. Los restaurantes mexicanos de Barcelona, suelen comprarles calaveras, para decorar los altares que colocan en la entrada, dedicados a personajes públicos apreciados, como Chavela Vargas o Cantinflas. También algunos inmigrantes mexicanos piden calaveras para regalar a los niños o para hacer sus altares. E incluso hay compradores de Francia o de Italia que les encargan este tipo de dulces.

Con todo el amor

Sorprende ver cómo las pasteleras manipulan las calaveras con muchísimo cuidado. En realidad, son objetos muy delicados, pero también hay otro factor: aseguran que muchas de ellas están hechas por encargo. "Cuando te las piden te explican la historia de la persona que quieren que representes. Por eso yo no hago una simple calavera, sino que cuando la hago, la tengo que hacer con todo el cariño", explica Cintya Rosado, quien asegura que en una calavera el pastelero tiene que poner "todo su corazón y todas sus manos".

Celebración del Día de Muertos en México. Foto: Pixabay.

Sincretismo

La celebración del Día de Muertos es especialmente importante en el centro y en el sur de México (hay gente que incluso organiza grandes banquetes en el cementerio, sobre las tumbas, para compartir con los muertos). Las calaveras de azúcar son una parte esencial del ritual en estas fechas. Este dulce es una muestra evidente del sincretismo mexicano. En realidad, en el México precolonial no había azúcar, pero los indígenas tenían la costumbre de preservar calaveras para rituales. Los españoles prohibieron la conservación de los huesos de los antepasados, pero eso dio paso a la elaboración de calaveras de azúcar. Y, como a los mexicanos les gustan las cosas con muchos colores, se reinterpretaron las calaveras decorándolas con colorantes. En los últimos tiempos, la fiesta del Día de los Difuntos también ha recibido influencias del Halloween de Estados Unidos. Ahora, además de calaveras, con el azúcar se hacen figuras de perros, de gatos, de cerdos...