No se extrañen si cualquiera de estos días, Casa Real informa que a Letizia le ha salido una úlcera. Ella, lectora ávida, probablemente habrá leído ya el reciente libro que habla sobre ella, Letizia. La reina impaciente, de Leonardo Faccio.

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Y probablemente no le gustará mucho de lo que habrá leído. La obra revela algunos pasajes desconocidos de la reina, como cuándo le lanzó un zasca a un niño que quería hacerse una foto con ella en un cine, o cuando fue a ver un espectáculo donde se hablaba de miembros fláccidos más grandes que en erección; otros no muy conocidos, como el ofensivo sobrenombre con el que se refieren a ella los amigos de Felipe, chacha, y de otros más sabidos de los que aporta algún detalle más.

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Que Letizia y Juan Carlos no son compiyoguis, es un hecho. Desde que la asturiana empezó a salir con Felipe, Juan Carlos tiene la mosca tras la oreja y piensa (y lo transmite a sus afines) que Leti se cargará tantos años de monarquía. Se toleran de puertas afuera para mantener las formas, pero en los pasillos de Zarzuela no se soportan. Al emérito su nuera le saca de quicio. Un día que no paraba de verla moviendo las manos le gritó a un asistente: "¡Por favor! ¡Dele un bolso a esa mujer"!.

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Todavía fue más agrio en una sobremesa cuando Letizia todavía no era princesa de Asturias. Cena entre JC y un grupo de amigos en casa de uno de ellos. El anfitrión alza la copa y proclama: "Por España, por el Rey y por la boda de los Príncipes"... Primera pullita del emérito: "Lo que duren...". Claro está que todavía tenía un feo preparado en la chistera. Después de comer con Constantino de Grecia y su mujer, Ana María, hablaban de la situación de guerra en Irak. Letizia dio su (extenso) punto de vista sobre la cuestión. 10 minutos de disertaciones después de haber estado allí cuando trabajaba para TVE. Juan Carlos no pudo más y la interrumpió: "Letizia, ya sabemos que eres la más inteligente de la familia, pero por favor, deja hablar a los demás"... Cuánto amor reina en las sobremesas reales...