Juan Carlos I se pone de nuevo en el foco mediático al aterrizar en España de nuevo para participar este fin de semana en las regatas de Sanxenxo. En estos últimos meses se ha hablado mucho de él por su demanda a Miguel Ángel Revilla, un golpe sobre la mesa para defender su imagen y su honor y dejar claro que él fue un rey muy importante para la transición. No quiere que nadie se olvide de él ni de sus aciertos, pero parece que todos le han dado la espalda y se marcha por la puerta de atrás.
El emérito ha tenido un nuevo golpe de realidad y ha visto que esta estrategia no le ha funcionado. Todos han apoyado al político en esta batalla legal. Esto le ha hundido aún más al ver que no tiene apoyos. Juan Carlos I se ha quedado solo y es así como se siente en Abu Dabi a sus 87 años de edad. El exmonarca está muy preocupado por su salud y el día de su muerte. Tiene mucho miedo a morir. Es lo único que nunca podrá comprar.
Juan Carlos I hace años que batalla contra serios problemas de movilidad. Le detectaron artrosis y ésta ha avanzado a un ritmo muy rápido, su pierna izquierda está prácticamente inmóvil, a veces le pone morada. Se ha sometido a más de una decena de intervenciones en los últimos diez años, sin mucho éxito. Ahora debería volverse a operar pero por su edad está totalmente descartado. Tampoco han funcionado los tratamientos con medicina regenerativa ni los mejores médicos. Aunque ya usa silla de ruedas en la intimidad, deberá usarla para siempre. Ya casi no puede caminar apoyándose en sus escoltas.
Juan Carlos I no quiere usar la silla de ruedas porque no quiere ser una persona dependiente
El emérito es una persona muy terca y no quiere que nadie le vea en silla de ruedas. No quiere ser una persona totalmente dependiente. Se vería como un rey derrotado. Pero en su último paseo al salir de un restaurante y no querer ayuda se dio cuenta que era imposible. Su pierna izquierda ya no le responde. Fue una imagen “humillante y dolorosa”, tal y como reconocen personas que la vivieron de primera mano.
Ya se ha comprobado que no puede dar ni un solo paso sin asistencia médica. Depende totalmente de una silla de ruedas o de apoyo de sus escoltas. Sin embargo, se niega a aceptar la realidad y esto aún le causa más problemas en su estado de salud.
En ocasiones el emérito se encierra en su habitación y no sale durante días. No quiere recibir visitas. Se ha vuelto muy malhumorado por el dolor de sus piernas y verse derrotado. Los médicos han sido muy sinceros con sus tres hijos, hay que tomar una decisión urgente, por lo menos con el traslado del emérito. No puede continuar viviendo a miles de kilómetros de casa y tampoco puede estar haciendo viajes de avión tan largos constantemente.