El pasado 31 de diciembre Dinamarca vivió un momento histórico: casi 1000 años después, un o una monarca abdicaba del trono. La reina Margarita anunciaba que dejaba el cargo y pasaba al testigo a su hijo Federico. Una maniobra para salvar la corona, a raíz del escándalo de infidelidad del príncipe con Genoveva Casanova, pillados por una revista del corazón española en Madrid. Un terremoto con consecuencias: Mary Donaldson, la esposa australiana del royal, se llegó a marchar del país con sus hijos. No tenía ninguna intención de volver a Copenhague. Era el final. Todo se hundía.
La veterana reina de 83 años, explica la gran cronista real catalana Pilar Eyre, no tenía más remedio que enviar a unos emisarios a Oceanía en plenas fiestas de Navidad. Una misión de rescate desesperada para ofrecerle un trato que no podía rechazar: reina por tu silencio. Reina por fingir que aquí no ha pasado nada. Reina por una mentira. Y claro, siguiendo el manual que se estila en el universo royal internacional, la tentada lo aceptó. Y así se plantaron los dos en el 14 de enero de 2024 en el balcón del palacio de Christianborg, con numerito en forma de beso, pulseras sospechosas y lágrimas del nuevo monarca. Los Glücksburg salvaban la papeleta, cuando menos momentáneamente. Y a rezar.

15 días después, la nueva reina consorte empieza a llenar su agenda oficial. A representar al país y a la corona, dentro y fuera de sus fronteras. El estreno ha sido lejos de casa, en Colonia, Alemania. Mary viajaba sin su marido rey, a la final del Europeo de balonmano. Un partidazo entre las selecciones de Dinamarca y Francia. Este deporte es uno de los más venerados en el país escandinavo, hay mucha tradición, títulos y jugadores legendarios. Donaldson ocupaba su asiento en el palco con la esperanza de poder felicitar al equipo nacional por haber conseguido la medalla de oro. Y durante muchos momentos del duelo, pareció que sería así. Que era un talismán. Un espejismo.
La Casa Real danesa anunció la representación real la misma mañana del domingo, la decisión tiene un punto de improvisación... o de otra cosa. De excusa, puede ser, para los más malpensados. Un break de tanto teatrillo y gesticulación, sin ir más lejos. Que sí, que quieren proyectar la imagen de matrimonio feliz y enamorado, pero que corra el aire. Ya habían cubierto la cuota de apariciones públicas juntitos un par de días antes, presentándose (también por sorpresa) en un concierto. La excursión a Alemania con bufanda rojiblanca la hizo con su secretaria personal, una compañía mucho más grata. El desenlace, sin embargo, fue duro: derrota en la prórroga por 33-31. El final de un sueño. Y ella a dar la cara, a consolar a los jugadores y a ser portada del drama en todos los diarios nacionales con cara de circunstancias. Mal estreno.

