A la Reina le ha salido una curiosa competencia en la visita de Estado al Reino Unido. Competencia, en materia de bebida, durante la cena de gala en el Palacio de Buckingham.

Letizia suele no deleitarse ni con un tímido trago de alcohol. Ni vino, ni champán, ni cava. Lo que puede parecer un hecho anecdótico -la renuncia total al alcohol- supone toda una ruptura del protocolo en acontecimientos de este tipo. Y lo curioso es que esta vez la Reina no ha estado sola.

Después del institucional brindis, ni Letizia, ni su homóloga, la Reina de Inglaterra, se han acercado la copa a los labios. En el caso de Isabel II, esto se ha hecho todavía más evidente, y es que directamente no ha brindado con alcohol. Su copa era la única llena con un indefinido líquido transparente -probablemente agua- que la monarca inglesa, haciendo caso de la superstición, ha preferido no ingerir.

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Más allá de la anécdota, Letizia ha acaparado muchas miradas con una de sus apuestas seguras, el rojo, lucido en un vestido de estreno diseñado por su irrenunciable Felipe Varela.

En cuestión de joyas, no le ha faltado la tiara de la flor de lis, unas pulseras gemelas y unos pendientes de diamantes, las tres piezas pertenecientes al mismo lote, explica Vanitatis.

En una cena de gala multitudinaria, además de las dos familias reales se han reunido invitados de la alta sociedad. Entre los más conocidos en España, la presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín, y la destacada empresaria Esther Alcocer Koplowitz.