La princesa Leonor atraviesa su etapa más dura. Su paso por la formación militar ha dejado señales claras de agotamiento. Tanto físico como emocional. El pasado 3 de julio, puso fin a su estancia en la fragata Blas de Lezo. Una fase intensa i exigente. Muy lejos de la imagen pública pulida que suele proyectar la heredera.

No fue un simple crucero. Leonor ha tenido que enfrentarse a ejercicios de combate, disparos reales, maniobras tácticas. Incluso simulacros de guerra naval. Ha formado parte de operaciones con más de 2.000 militares. La presión ha sido enorme.

La princesa Elionor en el Blas de Lezo / Casa Reial 2
Leonor en el Blas de Lezo / Casa Real 
Y no termina ahí. Tras dejar la fragata, volvió de inmediato al Juan Sebastián Elcano, donde ya estuvo cinco meses antes. Allí permanecerá unos días más. Desde que zarpe este lunes 7 de julio hasta que el buque complete su travesía por el Cantábrico, rumbo a Ferrol y Marín, en Galicia

Leonor, a pocos días de completar su segundo año de formación militar

Pero no todo ha ido bien. Aunque ha recibido un "10" oficial por su desempeño, la realidad es distinta. Según fuentes internas, el rendimiento de Leonor no ha alcanzado el nivel esperado. Ni física ni académicamente. Hay suspensos no reconocidos. Informes maquillados. Una situación que ha generado inquietud en la cúpula militar.

Muchos mandos creen que se está imponiendo una narrativa forzada. Que el afán de mostrar una princesa "preparada para reinar" está pasando por encima de la verdad. Y que eso compromete la credibilidad de la formación castrense. De hecho, al margen del relato oficial, muchos de sus compañeros aseguran que Leonor ha sido liberada de muchas tareas. Y que a menudo solo aparecía para la foto, nada más.

La princesa Elionor en el Blas de Lezo / Casa Reial 3
Leonor en el Blas de Lezo / Casa Real

Notas maquilladas para una Leonor que no está preparada

La presión viene desde arriba. Felipe VI insiste en que su hija debe cumplir los tres ciclos militares. Tierra, mar y aire. Lo considera un deber institucional. Pero ni Leonor ni Letizia lo ven con buenos ojos. De hecho, la reina habría intentado suavizar esta etapa desde el principio, pero sin éxito.

Leonor no tiene vocación militar. Eso es evidente para todos. Ha asumido esta formación por obligación, no por voluntad. A pesar de los intentos del rey de evitar privilegios, los cursos han sido adaptados especialmente para ella. Lo que otros completan en cuatro o cinco años, ella lo hará en tres.

Algunos oficiales han optado por "mirar hacia otro lado". Otros se muestran críticos. Se preguntan si es justo conceder máximas calificaciones a alguien que no cumple los estándares mínimos. La tensión entre disciplina militar y exigencias de la Casa Real es más que evidente.