Juan Carlos ha sido un seductor toda su vida. Lo ha vivido de cerca la cronista real Pilar Eyre, que desmiente ser una de las conquistas del emérito aunque alguna revista lo insinuara hace poco. En la lista de conquistas reales faltaba una familiar del rey. La familia Borbón no tenía históricamente manías por casarse entre primos. La endogamia habría seguido en el reinado de Juan Carlos. La anécdota la explica Eyre en  Lecturas a propósito de la muerte de Pitita Ridruejo.

pitita ridruejo efe

GTRES

La aristócrata era amiga personal de los reyes. Veía vírgenes y lo explicaba a su amiga la reina Sofía en una comida en casa del sobrino segundo del rey Juan Carlos, el famosísimo Conde Lequio. La columna de Eyre lo cuenta así "Luego a Pitita le dio por la Virgen. En una comida en casa de Alessandro Lequio le empezó a hablar a doña Sofía de las apariciones de El Escorial, y la reina escuchaba tan arrobada que al final don Juan Carlos intervino a gritos desde el otro extremo de la mesa, donde estaba coqueteando con Antonia Delatte, entonces casada con Lequio, “¿quieres callarte de una puñetera vez? ¿No ves que esa boba se lo cree todo?”.

joan carles boca abierta GTRES

GTRES

Eyre es muy hábil, centra la atención del lector en los gritos e insultos públicos del rey a su mujer, gritándole 'boba', pero deja como quien no quiere la cosa lo más relevante: Juan Carlos se estaba ligando a una familiar lejana, a la mujer de su sobrino: Antonia Dellatte.

dellatte gala sida 2

Sergi Alcàzar

Antonia Dellatte es el tipo del rey: alta, esbelta, con personalidad, vivida y viajada. Eyre no osa publicar si el rey acabó encamándose con su sobrina política. La italiana tiene piso en Barcelona hace décadas y podría haber quedado discretamente con su tío político para un encuentro íntimo. De momento, Eyre sólo publica que la pareja coquetearon, flirtearon, ligaron, ante otros comensales. Si lo hicieron sobre la mesa con las respectivas parejas al lado (Sofía y Alessandro Lequio) qué no debió suceder bajo la mesa. Eyre se lo reserva pero la lista de amantes del rey es como él: grande. Y Eyre es como Rubalcaba: morirá sin publicar todo lo que sabe. O sí.