La reina se irrita cuando le recuerdan su pasado republicano y alejado de la pompa de la corona. Ahora es la más monárquica de la monarquía, pero hubo un tiempo donde el rojo era su color preferido, y no por el color de los vestidos que luce ahora. Letizia y Felipe han estado unos días en Cuba, uno de los países comunistas por excelencia, la Cuba del recuerdo del Che Guevara y de Fidel Castro. Quizás por eso Felipe ponía esta cara de circunstancias con la escultura que tenía detrás. Claro está que también han tenido tiempo para dejarse ir. No han ido a la heladería Copelia, pero sí que han visitado un paladar y se han puesto hasta las trancas. Un chupito por aquí, un "lechón asado" por allí, y eso que en teoría, Leti no come carne.

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De su visita a La Habana ha hablado un buen amigo, el oportuno Jaime Peñafiel, para leer la cartilla. De Letizia ya dijo qué hizo allí en su anterior visita. Como si fuera Compay Segundo, sólo le faltaba fumar un puro después de cantarle las cuarenta a Felipe. A raíz del discursito llenándose la boca ante los cubanos sobre la democracia. "Un rey hablando de democracia en Cuba, está muy bien," dice con sorna Risto Mejide. "Me ha recordado al 25 de noviembre del 78 cuando Juan Carlos hizo un viaje a la Argentina de Videla", remacha el cronista azul. Ya se sabe que de casta le viene al galgo.

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La que según Peñafiel, no parecerá la misma, es la España que dejó Felipe al viajar a Cuba y con la que se encontrará, después del acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Un abrazo que no ha sentado bien al periodista, a juzgar por las palabras cargadas de la habitual ironía a las que nos tiene acostumbrados: