La infanta Elena o doña Elena, que es como ha dicho que quiere que la llamen, siempre ha tenido una gran pasión por los caballos. La hija del rey emérito Juan Carlos I ha sido muy fiel a la disciplina de la hípica durante decenas de años. Un hobby heredado de sus antepasados y que, aunque no ha conseguido inculcar a sus hijos, ella no abandona. Y no solo la practica, sino que además ha hecho de ello, aunque pequeña en comparación con lo que gana en la Fundación Mapfre, una fuente de ingresos.
A principios de mes, por ejemplo, mientras Froilán se mantenía sin dar noticias estridentes y Victoria Federica se iba con su padre, Jaime de Marichalar, a la semana de la moda de París, doña Elena estuvo en el complejo deportivo del RACE, a unos 30 km de Madrid, participando en un certamen de hípica.

La infanta Elena hace de su pasión por la hípica una actividad remunerada
En total participó en dos pruebas. En la primera, de 1,20, se clasificó en el puesto 17 de 55 participantes. Una posición que no reporta ninguna remuneración económica. En la segunda, de 1,25, sin embargo, sí logró entrar en los puestos con premio. Fue undécima de 44 participantes. El premio fueron 45 euros.
Fue un premio mayor al que se llevó días antes en un certamen en el Club Pineda, en Sevilla, donde la hermana del rey Felipe VI no logró ni un solo euro. No obstante, según los datos de la Federación Hípica Española, la infanta Elena se habría llevado 600 euros entre todas las pruebas en las que ha participado desde el pasado mes de abril.
Como decíamos, no es mucho dinero respecto a lo que gana cada mes. De hecho, si contamos lo que le cuesta los desplazamientos, transportar al caballo, alimentarlo y el equipamiento, parece difícil que salga ganando. Pero ha logrado hacer de su pasión por la hípica un trabajo remunerado en su tiempo libre.
El caballo, por cierto, es Jordano. Un caballo alazán nacido en 2011 que crio ella misma. Sustituye a Qant, su caballo preferido, pero que tuvo que dejar de usar por edad.