La comida de celebración de los 60 años de la infanta Elena ha sido espeluznante. Hemos asistido a un fenómeno histórico; el día que Letizia se hizo el harakiri públicamente ante su familia política, presentándose del brazo de su marido Felipe en un restaurante lleno de enemigos declarados. Había que firmar un armisticio, un alto el fuego, una entente. Jaime del Burgo ha empujado el matrimonio real hasta el precipicio, con el riesgo más que evidente de que en la caída al abismo, la institución fuera detrás. Es decir, Leonor. Y a partir de allí, el resto de beneficiados por esta panacea. El titular de Letizia infiel o el del matrimonio real es una farsa es un material explosivo e impredecible. Por lo tanto, había que actuar a gran escala. Humillarse a ojos de toda España y de todo el mundo era la única vía. Y por una vez en su vida, la asturiana ha cedido. No quedaba alternativa.

A pesar de las sonrisas que se vieron en la entrada del restaurante Pa-Bú del centro de la capital de España, con un buen número de fotógrafos avisados con antelación de la bomba informativa que estaba a punto de detonarse, el malestar entre las dos facciones era evidente. Cuando creían que nadie los miraba ni los retrataba, los gestos eran diferentes. Felipe enfadadísimo, Cristina triste y cabizbaja... La gestualidad no engaña. Cómo tampoco podemos pasar por alto la actitud de los sobrinitos más hostiles con la tía Letizia, la dupla Froilán - Victoria Federica. Sus rostros eran de expectación, de nervios, de no saber como gestionar la situación. Han ganado una batalla, pero el enemigo es temible. Y tienen mucho que callar. Incluso con su madre Elena, con la que la influencer protagonizó un encontronazo incómodo.

Elena, Froilán y Victoria Federica / EFE

Ahora, que para incomodidad, la que desprende Froilán. Recién llegado de Abu Dabi, después de su fantasmagórico trabajo en la Cumbre del Clima, ha vuelto a dejar patente que su armario no se sincroniza con su evolución anatómica. Vaya, que la ropa le va pequeña. Faltan tallas, y tendría que empezar a pensar dejar de escoger el slimfit cuando va de shopping. Sea de sport, con tejanos o más engalanado, en otras palabras oficinista aburridote, el resultado es que va demasiado ajustado. Embutido. A punto de reventar. Y por cierto, no le iría mal sacar un poco los bajos de los pantalones. Van cortos. La vida sedentaria de Pipe en el desierto está afectando a su figura, y siempre deja el mismo regusto: dejado.  Poco presentable. Y más al lado de Pablo Urdangarin, el figurín de la estirpe.

Froilán con el traje corto y ajustado / Europa Press
Unas niñas ríen al ver a Froilán y Victoria Federica / Europa Press
Froilán y Victoria Federica / Europa Press
Pablo Urdangarin, Froilán y Victoria Federica / GTRES

El abandono del siempre lujoso hijo de Jaime Marichalar nos hace pensar en teorías conspiranoicas. Debe ser por efecto de los saludos secretos masónicos del clan o por la afición a la astrología de la reina Sofía, pero tenemos una teoría: todo lo que toca Victoria Federica corre el riesgo de destrozar su silueta. Echen una ojeada a cómo está Jorge Bárcenas, exnovio de la presunta influencer. También ha experimentado un cambio físico importante... y a peor. Anoche era uno de los disc-jockeys del previo al concierto de Sebastián Yatra en Madrid, y nos quedamos pasmados con su estampa. Nunca ha sido Jon Kortajarena, pero tampoco esto. Las comparaciones con las fotos promocionales de sus shows resultan enternecedoras. Y odiosas. No es él. Ya no. La culpa, de Vic. Magia negra.

Jorge Bárcenas / Instagram
Jorge Bárcenas ayer / Chance
Victoria Federica y Jorge Bárcenas / GTRES