El palacete de Albéniz, una de las residencias oficiales menos utilizadas por la Casa Real, vuelve a cobrar protagonismo esta semana. Felipe VI ha dado orden de reabrir sus puertas para alojar a sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, durante su estancia en Cataluña con motivo de los premios Princesa de Girona. Será la noche del miércoles cuando la familia real, tras asistir a la ceremonia en el Liceo de Barcelona, pase la noche allí antes de continuar con su agenda oficial al día siguiente en un municipio de Girona.

Esta decisión responde a razones de comodidad, privacidad y logística. El palacete ofrece un entorno controlado y más reservado que un hotel convencional, algo especialmente importante en visitas con implicación institucional y en las que participan miembros jóvenes de la familia real. Además, su cercanía con el centro de la ciudad facilita los traslados en una jornada intensa como la de los premios, donde los tiempos y movimientos están cronometrados al milímetro.

Seguridad, cercanía y una imagen más discreta

El uso del palacete también permite una gestión más efectiva de la seguridad. Al tratarse de una residencia real, el control de accesos y los preparativos necesarios son más sencillos que en espacios abiertos al público. A esto se suma el componente simbólico: recuperar el uso de este enclave en un momento clave refuerza la presencia institucional en Cataluña en un contexto marcado por la necesidad de visibilidad y proximidad.

leonor felipe letizia osfia
leonor felipe letizia osfia

La estancia de Leonor y Sofía en el palacete también envía un mensaje de normalidad y preparación. Ambas están cada vez más presentes en actos oficiales, y compartir agenda con sus padres en un evento tan destacado como los premios Princesa de Girona forma parte de su progresiva incorporación a la vida pública.

El jueves, la familia continuará su visita con un desplazamiento a un pueblo de Girona, dentro del programa habitual de actividades asociadas a los premios. Una jornada que combinará actos culturales, reuniones institucionales y contacto directo con la ciudadanía, reforzando el papel representativo de la monarquía en distintas zonas del país.

Con esta medida, la Casa Real adapta su operativa a las necesidades del momento: eficiencia, discreción y un enfoque institucional que busca conectar con el territorio desde una planificación cuidada.