El rey Carlos III ha desatado una verdadera tormenta en los pasillos de Buckingham. A pesar de continuar su tratamiento contra el cáncer que le fue diagnosticado a principios de 2024, el soberano no ha bajado la guardia ni un segundo en su firme propósito de reformar profundamente el funcionamiento de la residencia real. Esta vez, no se trata de una decisión simbólica ni de un capricho ecológico: un fallo histórico en las infraestructuras del palacio ha obligado al monarca a tomar cartas en el asunto de forma inmediata.
La noticia ha sido revelada por una ex empleada de limpieza del palacio, Anne Simmons, en una entrevista concedida al medio australiano, ‘News.com.au’. Según reveló, Buckingham Palace ha estado enfrentando un problema crónico que podría haber costado millones de libras en daños estructurales si no se hubiese actuado a tiempo. Las culpables: las toallitas húmedas, incluso aquellas que se venden como biodegradables, que durante años han provocado obstrucciones constantes en el sistema de tuberías del emblemático edificio.
El secreto mejor guardado del palacio: cañerías al borde del colapso
Aunque cueste creerlo, en pleno siglo XXI, uno de los símbolos más emblemáticos y mejor custodiados del mundo, el Palacio de Buckingham, estuvo al borde de una crisis estructural debido a un descuido cotidiano. La meticulosa atención al detalle del rey llevó a solicitar un informe técnico, que desveló una realidad inquietante: las obstrucciones no eran un mero incidente aislado, sino el signo de una falla estructural profunda, resultado de décadas de mantenimiento inapropiado y uso negligente.
Para detener el avance del deterioro, Carlos III instauró una serie de prohibiciones estrictas, destacando la disposición de prohibir por completo el uso de toallitas húmedas en el interior del palacio. Se trata de una medida que, lejos de ser un capricho, forma parte de un plan de conservación más amplio en el que el monarca busca equilibrar sostenibilidad y tradición. Aunque no es la primera vez que el rey evidencia su compromiso ecológico, sí es la primera ocasión en que una ex empleada revela el caos que realmente se ocultaba tras los muros de la residencia real.
Aromas prohibidos y hábitos excéntricos: así es el estilo de vida del nuevo monarca
La entrevista con Simmons también reveló otra prohibición que sorprendió a muchos: la eliminación de velas aromáticas. Aunque pueda parecer un asunto menor, el monarca ha sido tajante en su decisión de erradicarlas del palacio, argumentando que las partículas que emiten afectan la calidad del aire en espacios cerrados. Una vez más, Carlos III demuestra que ningún detalle, por pequeño que sea, escapa a su minucioso control.
Pero eso no es todo. Las rutinas personales del rey han generado no pocas polémicas entre el personal de servicio. Según se ha filtrado, sus mayordomos deben aplicar exactamente 2,5 centímetros de pasta dental en su cepillo cada mañana. Además, el pijama del monarca debe estar planchado a diario, al igual que los cordones de sus zapatos. El baño matutino debe mantenerse a temperatura tibia precisa, con una toalla perfectamente colocada sobre una silla específica para facilitar el secado sin esfuerzo.
La realeza británica, sacudida por escándalos, enfermedades y tensiones internas, parece ahora más vulnerable que nunca. Y es precisamente en medio de esa fragilidad donde Carlos III quiere marcar la diferencia: gobernar desde los detalles, cuidar lo invisible y asegurarse de que el símbolo máximo de la Corona —Buckingham— no se derrumbe por un descuido que ningún mayordomo pudo prever.