El verano no ha sido tranquilo para Iñaki Urdangarin. El exduque de Palma se ha visto en el centro de un nuevo conflicto familiar: sus propios hijos le han puesto un límite claro. La condición era sencilla, pero dolorosa: nada de vacaciones con Ainhoa Armentia.
La situación se ha repetido con varios de ellos. Pablo y Miguel fueron directos a principios de temporada: si querían verse, tendría que ser sin su pareja actual. Irene Urdangarin, la más joven, se mantuvo en la misma línea. Tal y como confirmó Vanitatis, pasó primero unos días con su madre, la infanta Cristina, y después con su padre… pero en solitario. La condición era clara e innegociable: Ainhoa, fuera del plan.

Veto de los Urdangarin a Ainhoa Armentia
Este veto ha obligado a Iñaki a improvisar. Primero, escapadas con los hijos. Después, un segundo calendario para estar con Armentia. Dos mundos separados que, de momento, no logran mezclarse.
Detrás de este rechazo hay heridas que no se han cerrado. La separación de Urdangarin y la infanta Cristina, oficializada en 2023, no fue amistosa. El matrimonio arrastraba años de distanciamiento, agravados por el caso Nóos, que llevó al exjugador a prisión y colocó a la familia en el foco mediático.
Mientras cumplía condena, Iñaki empezó a replantearse su vida. Quería alejarse de la Casa Real y rehacer su camino. Fue entonces cuando apareció Ainhoa Armentia, compañera de trabajo en un bufete de abogados. La relación se consolidó rápido y, cuando salió en libertad, él ya tenía claro que su matrimonio estaba roto.
Pero el divorcio no fue sencillo. Según diversas informaciones, Juan Carlos I intervino para mediar. El acuerdo incluyó, según el periodista Juan Luis Galiacho, una compensación económica millonaria y un compromiso de silencio absoluto sobre los Borbón y el caso Nóos.

Una vida sin preocupaciones económicas
Hoy, Urdangarin asegura vivir con una modesta pensión de 900 euros. Sin embargo, los datos apuntan a algo distinto. Habría recibido dos transferencias de un millón de euros cada una desde Suiza, además de 25.000 euros mensuales de por vida. Cantidad que ahora cubre el emérito, y que en el futuro pasaría a ser responsabilidad de la infanta Cristina.
Ainhoa, por su parte, también dejó su empleo. La pareja mantiene un estilo de vida cómodo, con viajes y escapadas, pero sin un trabajo estable conocido.
El verdadero deseo de Iñaki es formar una familia unida con Ainhoa. No se trata de tener más hijos, sino de juntar a los suyos con los de ella. Pero el plan no avanza. Los jóvenes no son cercanos y, por ahora, se muestran firmes en su negativa.
Este verano ha dejado claro que la distancia sigue ahí. Aunque Urdangarin intente contentar a todos, el puente entre sus hijos y su pareja parece imposible de construir.