Este martes se ha estrenado una de las propuestas más controvertidas, esperadas y temidas por La Zarzuela. En La Sexta y Atresplayer Premium, se ha estrenado la docuserie Los Borbones: una famlilia real. Una de las cuestiones o enfoques que trata la serie de Ana Pastor y Aitor Gabilondo es la tirante relación entre el emérito, este que ha venido hace poco a Sanxenxo como si no hubiera roto un plato, con actitud chulesca de "¿Dar explicaciones de qué?" con su hijo y su nuera. "El enfrentamiento entre padre e hijo había sido brutal", dicen, discutiendo especialmente sobre la mujer a la que amaba Felipe y a quien no soportaba (ni soporta) Juan Carlos, Letizia. Y este miércoles, como siempre fiel a la cita, imperdible artículo de la gran Pilar Eyre en la revista Lecturas. Sobre la visita de Juancar a España, es muy jugoso lo que explica sobre la reunión familiar en La Zarzuela: "Letizia estuvo en la comida del lunes a regañadientes, pero no dirigió la palabra a Juan Carlos y lo trató con desdén".
Juan Carlos se ha visto con su familia aunque ninguno de los asistentes tenían ningunas ganas de verse. En cambio, donde sí fue contento y orgulloso, de hecho, donde fue primero al volver a España, fue a ver a sus amigotes de Sanxenxo. Festines, veleros, copas, jijijajas y hacer trajes a medida. Porque una de las actividades que más ha hecho el Borbón en su visita ha sido afilar la lengua y rajar lo más lindo. Él y sus palmeros que le ríen las gracias, su grupo de amigos íntimos, su séquito de pelotas, los que están a su lado desde que era joven.
Explica Eyre que estos últimos días se ha hecho un "aquelarre juancarlista" en el que "la que peor parada ha salido es la reina. Le atribuyen todo tipo de maldades. La odian". Los amiguis del emérito "cortesanos profesionales a los que han barrido del mapa los reyes actuales y que, con el emérito en Abu Dhabi, se han alejado de los círculos de poder y se muerden los puños de rabia porque ya no pintan nada".
Quizás no pintan nada, pero piensan morir matando. Que traducido, en su caso significa que piensan encender el ventilador, como mínimo, cuando están en petit comité, y no se cortan un pelo a la hora de regalarle a la oreja a su amigo Juan Carlos descalificativos sangrantes sobre los que consideran los autores de haber aparcado y repudiado al campechano: Felipe, en menor medida, y Letizia. Eyre explica que los fieles a Juan Carlos no se han mordido la lengua y han definido a su hijo Felipe con unos términos humillantes, tratándolo casi de panoli. Al actual rey español "le dedican palabras de conmiseración, calificativos desdeñosos envueltos en falsa compasión. '¿Felipe? Un pobre hombre dominado por su mujer, ¡un calzonazos!'". Otros, que quieren rebajar la acritud, tampoco se han quedado cortos: "No tiene el carisma de su padre, ni su inteligencia natural, pero es un buen chico...". ¿Y de Letizia? La consideran la mala de la función y no han ahorrado descalificativos hacia ella: "Claro, que la que manda allí es la nieta del taxista". Vaya, los amiguitos de Juan Carlos y él, indignados, y desembuchando... De momento, lo que está claro es que en Zarzuela han vuelto a enviar a Juan Carlos muy lejos. Suponemos que en avión... Si fuera por Letizia, sin embargo, hubiera enviado a su suegro en taxi de vuelta a Abu Dhabi.