Ana García Obregón sigue su proceso de reconstrucción emocional por la muerte de su hijo Álex, víctima de un cáncer de huesos, con tan sólo 27 años. Una tragedia que la destrozó sin paliativos. Han pasado dos años y medio y la actriz madrileña ha vertido un océano de lágrimas. Sus mensajes en redes sociales han sido conmovedores, brutales, de una crudeza y una tristeza infinitas. El trabajo ha sido una de las pocas vías de escape que ha encontrado para mitigar la pena y el luto, aunque sólo era una tirita intentando contener una hemorragia colosal. Al volver en casa y a su cotidianidad, Ana acababa rota, inconsolable. Tampoco ha ayudado el estado de salud de sus padres: la madre moría un año después de Álex, mientras que su padre lo hacía este pasado mes de septiembre. Una racha durísima y que ha capitalizado sus manifestaciones públicas, al margen de alguna excepción.
Una como la que hemos encontrado estos días en su cuenta en Instagram, y en la que quería rendir homenaje a la reina Sofía, que el pasado día 2 de noviembre cumplía 84 años. En cuestiones ideológicas, Obregón es una monárquica convencida. Y de la vieja escuela, por decirlo de alguna manera. Del reinado de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia, en línea con su ex Alessandro Lequio, sobrino-nieto del emérito huido en Abu Dabi. De hecho el peculiar matrimonio real fue de los primeros en llamarla para ofrecerle su pésame por la muerte de su hijo. Cosa que no pasó con los actuales depositarios de la Corona, que se limitaron a enviarle un telegrama. Un gesto que la actriz no pasa por alto. Especialmente con respecto a Letizia. Parece que no sería su persona favorita: tampoco olvida aquel famoso incidente en la Catedral de Palma, con Ortiz humillando a su suegra.
La publicación de Ana Obregón es un elogio de la reina Sofía, pero también un sopapo sin miramientos a su nuera. Letizia sale maltrecha, insinuando que es una frívola, que sólo tiene afán de protagonismo y que se preocupa más de la moda y la estética que de lo que realmente importa. Lo dice precisamente cuando todavía nos estamos tragando el engrudo cortesano sobre la falda con un agujero en la rodilla que la reina lució en Tudela, o el escote interminable enseñando su espalda musculadísima en el Teatro Real de Madrid, etcétera, etcétera. Este es el texto en cuestión, juzguen si es una bofetada o no. "Para mí siempre serás la Reina de este país por tu bondad, solidaridad, autenticidad y por tu cero afán de protagonismo. Por eso siempre recordaremos más tu extraordinaria labor humanitaria que tus estilismos". Nuestro veredicto es indiscutible. K.O. y a la lona.
La manía de la consorte con lucirse en cada ocasión le pasa factura, también entre los supuestos defensores del régimen monárquico. En vez de seguir ejemplos como el de la reina Màxima de Holanda, ella dobla la apuesta en cada ocasión. Ahora bien, resulta paradójico que la crítica se la haga Ana Obregón, una mujer que ha vivido durante mucho tiempo de su físico, de sus modelitos, incluso de sus bikinis. Tiene tela la cosa. Es la reina del posado veraniego: sin ella, no había verano en las españas. Pero vaya, que aceptamos pulpo como animal de compañía.
La vieja guardia ataca de nuevo. Letizia, vigila tu espalda, que los puñales vuelan.