La Catalunya Nord vive el proceso hacia la independencia de su vecina del sur en un contexto especialmente difícil: ha visto como quedaba anexionada a una gran región en que lleva el nombre de Occitania, lo que ha supuesto una pérdida de la vinculación cultural con el Principat. Dicho de otra manera: se ha encontrado con una gran crisis de identidad y con una desaparición de su reconocimiento histórico.

Ante este escenario, un grupo de catalanistas han propuesto la elaboración de un Estatuto que permita devolver la identidad administrativa a la Catalunya Nord, con más competencias lingüísticas, culturales, económicas y fiscales. Una propuesta que enviarán pronto a la Asamblea nacional francesa. Unitat Catalana, un pequeño partido que pide la independencia de los norte catalanes, y el Comité pel Dret a l'Autodeterminació de la Catalunya Nord han empezado el proceso que cuenta con pocas perspectivas para que salga adelante. "La idea es primero un Estatuto, después la independencia y después la anexión con el Principado", explica a El Nacional Robert Casanovas, el presidente del Comité.

¿Qué se pide?

Los catalanistas piden un Estatuto que sirva para reconocer la Catalunya Nord como una región con un status especial, como lo que ha conseguido Córcega recientemente. El objetivo es delimitar de nuevo las fronteras interiores, ahora difundidas, y alcanzar cuotas de autonomía más importantes en varias materias.

"Queremos decidir sobre la lengua y la cultura y por otra parte queremos tener más recursos económicos y poder gestionarlos desde aquí", explica Casanovas. El reclamo de más inversión pública viene de lejos, según explica otro catalanista, Jaume Roure, que es el presidente de Unidad Catalana. "Llevamos 30 o 40 años esperando una carretera digna entre Perpinyà y Font Romeu", comenta este político.

La intención de recoger estas demandas y verlas reflejadas en un Estatuto gusta a los catalanistas, pero algunos ven el proyecto muy complicado. Es el caso de Billes Jean-Paul, un histórico alcalde de Pesillà de la Ribera que es favorable a la independencia de la Catalunya Norte. "Francia es un país muy centralizado. No sé si se podrá obtener", explica. Además, subraya que hasta el momento sólo se ha otorgado más autonomía en las islas y en los territorios de ultramar, en ningún caso en una región metropolitana.

La reforma territorial, el detonante

La idea de Estatuto surge después de un largo proceso regresivo iniciado en el 2014, momento en que el gobierno del socialista François Hollande anunció su voluntad de liquidar la división territorial vigente desde 1970. El ejecutivo francés alegó razones económicas para justificar una medida que suponía que 22 de las regiones francesas pasaran a ser sólo 13. Una de las afectadas por|para la decisión de París fue la región del Llenguadoc-Rosselló, que incluía el departamento de los Pirineus Orientals, considerado el territorio histórico de la Catalunya Nord. "Fue una decisión unilateral de París sin tener en cuenta la opinión de las regiones afectadas", comenta Roble sobre la reforma territorial.

Con la acción del gobierno francés, el año 2016 el Migdia-Pirineus y el Llenguadoc-Rosselló pasaron a ser una nueva macrorregión, que quedaba pendiente de encontrar nombre. Así empezó el proceso para una consulta popular sobre la nueva denominación. En este trámite empezaron a sonar voces desde el mundo del asociacionismo y político para reclamar la aparición del término 'Catalunya' en el nombre. Pero parece que eso no gustaba al gobierno francés: "Es un Estado muy centralizador, muy jacobino y no se quería relacionar la Catalunya Nord con el Principat", comenta Jean-Paul.

Por eso, una de las opciones defendidas por los catalanistas, Occitània-Catalunya, cayó rápidamente de las quinielas después de que quedara descartado por el Comité del Nombre de la Región, el organismo encargado del proceso. La presión de los grupos catalanistas permitió que finalmente hubiera una posibilidad de voto parecido, Occitània-País Català, en la consulta convocada a la región en junio de 2016.

A pesar de los esfuerzos, la votación tumbó esta posibilidad: el nombre de Occitania se impuso por|para un 44,9% de los votos en una proceso que fue un fracaso en términos de participación. Sólo participaron 200.000 personas en una región que agrupa 5,6 millones de habitantes. "No fue una consulta con garantías. Todo se hizo por Internet y con un proceso complicado", lamenta Casanovas. En este sentido, Roure añade que el proceso no tenía censo y no es equiparable a una otro votación, como un referéndum o unas elecciones: "Podía votar cualquiera. Incluso desde fuera. No se comprobaron los datos para hacer la votación".

¿Qué opina el gobierno regional?

El gobierno regional de Occitania, del Partido Socialista, opta por no pronunciarse con esta iniciativa. De momento, no ha dado ningún paso al respecto. El proceso soberanista catalán está en el horizonte y desde el ejecutivo insisten en que no habrá posibilidad de réplica a la Catalunya Nord. "Francia es una República indivisible y no prevemos que eso cambie", explica Elianne Janicky, consellera regional de Occitania y delegada de Cultura y Lengua Catalana.

De todos modos, tal como reconocen los catalanistas, no existe un apoyo amplio para iniciar un proceso hacia la autodeterminación. "Se podría plantear la unilateralidad en caso de que no se adelante con el Estatuto pero vivimos en una región donde sólo el 5% habla el catalán", expone Casanovas, que ve la independencia de la vecina del sur como una última posibilidad para impulsar un cambio para los catalanes del norte.